¿A dónde se dirige nuestro lenguaje?
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(Homenaje a Patricio Manns, cantautor y escritor (1937-2021)
Día a día la influencia del inglés en el español, adquiere ribetes de tragedia. Cuando los vocablos de otras lenguas nos enriquecen, bienvenidos. Por ejemplo, si existen las palabras, centro comercial, negocio, almacén, tienda o paquetería, no se justifica el uso de “mall”. Esta palabreja, que podríamos asociar a mal o malla, la introdujo el desenfrenado consumismo. He aquí parte de la conversación que escuché en una cafetería, donde voy a pergeñar mis crónicas. “Ayer nos reunimos con unas “influencers” en el “mall” y resultó “cool”. Eran “escorts” disfrazadas”.
En el estandarte que exhibió la delegación chilena en las olimpíadas de 2020 en Tokio, decía: “Team Chile”. ¿A quién se le ocurrió semejante imbecilidad? Uno a veces piensa, que se debe a la falta de imaginación, pero se concluye que es un repugnante arribismo. En ese lamentable hecho, donde la idiotez campea, se quiso demostrar que somos un país sometido a la cultura extranjera.
La destrucción de una lengua, a menudo obedece al espíritu de dominación que un país o potencia, ejerce en otros. El conquistador siempre impone a la fuerza su lenguaje, religión, desde luego su cultura y hasta la forma de pensar. En nuestro país, por ejemplo, se quiso borrar los vínculos con el pueblo mapuche y otras etnias. Religión, idioma y costumbres, como si se tratara de una cultura despreciable. No se logró el objetivo y hoy se observa el resurgimiento de un pueblo, al cual se le niega su identidad.
Desde hace años la celebración del Halloween, de origen celta, se incorporó en nuestro país. Hubo al principio resistencia, sin embargo, se impuso la costumbre. Es una festividad atractiva, llena de colorido y que la niñez la recibió con alegría, sin embargo, es ajena a nuestra cultura. ¿Deberíamos cerrarnos al mundo y filtrar todo cuanto nos llega de otros países? Desde luego, que no. Aceptar aquello que nos enriquece y aporta al desarrollo cultural, debe ser la tónica. No a la dominación ni al vasallaje, encaminados a subyugarnos.
De lo contrario, se debería acoger diversas formas de vestir. Usar los varones túnicas y babuchas, las mujeres ponerse chador y permanecer en el hogar a cumplir labores domésticas. Ahora, si las exigencias son otras, los hombres deberían vestir taparrabos, usar plumas en la cabeza y las mujeres, mostrar en todo su esplendor, la gloria de sus pechos. Así lo expresó el escritor Dionisio Albarrán: “Mascarón de proa, enfrentado al viento sur, mientras ruge la mar y me deleito al observar la naturaleza de su continente…”
Los imperios, desde hace siglos defienden su idioma, cultura, usos, costumbres y no ceden un ápice. En Inglaterra, Estados Unidos de América y los países satélites de estas dos potencias hegemónicas, todavía se utiliza el sistema “imperial”, donde se habla de pie, galón, pulgada y libra; y en algunos casos, se utiliza el sistema métrico. Nosotros, en cambio, nos dedicamos a plagiar, en vez de crear e incorporar de los idiomas originarios, nuevas expresiones y así enriquecer nuestra cultura.
Aterroriza ver en los centros comerciales la abundancia de palabras en inglés: “off”, “sale”, “retailers” y “delivery”, abyectas expresiones, que no contribuyen a nada. Enerva la aparición de “CEO”, el gerente general de una empresa. Tanta siutiquería enardece y quien escribe, siente cómo nuestro idioma se destruye, contamina y hablarlo, empieza a ser un verdadero intríngulis.
¿Sabía usted que en Chile hay 516.960 compatriotas analfabetos? Aquí no se incluyen a los infelices que nos gobiernan, empeñados en destruir nuestro país. Una vergüenza que se une a la ya conocida estadística, donde se asegura que, en los sectores humildes, no se utilizan más de 250 vocablos para expresarse. A modo de palear tantas tragedias, desde el 4 al 6 de octubre se realizará el “Cyber Monday”.
Por Walter Garib