China se expande como potencia económica en América Latina
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El avance de China como potencia mundial se hace patente en América Latina y el Caribe. Además de los vínculos comerciales, la economía asiática reclama mayor presencia como inversionista y proveedor de contratos de construcción. El año pasado las fusiones y adquisiciones chinas disminuyeron en Europa, América del Norte y Asia y el Pacífico, pero aumentaron en las economías latinoamericanas, al grado de representar una quinta parte de la inversión extranjera directa (IED) que llegó a la región.
El proceso de recuperación de América Latina y el Caribe de la pandemia de Covid-19 es una oportunidad de iniciar una nueva etapa en las relaciones económicas con China y de elaborar políticas que aseguren que las inversiones de ese país contribuyan a construir capacidades productivas en los países receptores, a establecer vínculos con proveedores locales, a generar empleo y a promover el desarrollo sostenible
, expone la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
En medio de la disputa con Estados Unidos por el liderazgo en el despliegue de tecnologías digitales, el año pasado China fue el mayor inversionista en el mundo y el segundo receptor de IED. Además genera 18 por ciento del producto interno bruto (PIB) mundial y 22 por ciento de las exportaciones de manufacturas en el mundo, la economía asiática pasó de representar 1.3 por ciento de las salidas de IED en 1990 a 31.8 por ciento en 2020.
En América Latina y el Caribe, la participación de China en la IED –vía fusiones y adquisiciones– pasó de 1.7 por ciento del total, entre 2005 a 2009, a 22.9 por ciento, en 2020. Mientras sus anuncios de inversión en los mismos periodos de comparación pasaron de 3.5 a 4.7 por ciento, respectivamente, detalla la Cepal.
El organismo explica que desde 2010 se ha profundizado la presencia de empresas chinas en la región, tanto por fusiones y adquisiciones como por el desarrollo de nuevos proyectos, contratos de construcción y concesiones. Sin embargo, el cambio que se ha producido en estos 10 años en el patrón de las inversiones chinas en América Latina y el Caribe no coincide con el proceso de sofisticación tecnológica del país y ni con la evolución de sus empresas en el mundo
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Hasta 2010, la IED en América Latina proveniente de China –incluido Hong Kong– no rebasaba los 400 millones de dólares anuales; a partir de ese año supera los mil millones de dólares anuales. En total, entre 2005 y 2020 las empresas chinas concretaron 150 fusiones y adquisiciones en la región, por un total 83 mil millones de dólares; y anunciaron 652 proyectos de inversión por un monto total estimado de 75 mil millones de dólares.
La Cepal detalla que la primera fase de inversiones chinas en la región, iniciada en 2000, fue principalmente en hidrocarburos, minería metálica, agricultura y pesca. A partir de 2010 comenzó un proceso paulatino de diversificación, y las empresas de ese país comenzaron a invertir en electricidad, construcción de infraestructura de transporte (puertos) y, en menor medida, en manufactura, el sector financiero y las tecnologías de la información y las comunicaciones.
En la actualidad, China busca invertir en tecnología a través del proyecto la Ruta de la Seda Digital, con proyectos en cables de fibra óptica y redes de telecomunicaciones, en comercio electrónico y sistemas de pagos móviles, proyectos relacionados con la industria espacial, centros de datos, investigación y ciudades inteligentes. Sin embargo, sus fusiones y adquisiciones en los sectores tecnológicos de América Latina y el Caribe son muy escasas.
Aparte de la IED, otro aspecto importante de la internacionalización de las empresas chinas son los contratos de construcción y los créditos a soberanos. Entre 2005 y 2020 en América Latina y el Caribe se registraron 99 préstamos por un monto total de 137 mil millones de dólares. El 93 por ciento de esos recursos se concentró en cuatro países: Venezuela, Brasil, Ecuador y Argentina, muestra la Cepal.
El proceso de conversión de China en una potencia mundial tiene algunas características que lo diferencian del de otros países líderes. Entre esas características se encuentran la fuerte presencia de empresas estatales y el apoyo que el gobierno brinda a la internacionalización de las empresas por medio de beneficios fiscales y de financiamiento público, sobre todo a través del Banco de Desarrollo de China y el Banco de Exportación e Importación
, explica el organismo en el documento La inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe 2021.
Detalla que China viene de tener en 1980 a 88 por ciento de su población en pobreza extrema; un indicador que no tiene comparación en ninguna potencia mundial. El avance en esta condición se debe a una profunda transformación de la estructura productiva y al cierre de la brecha tecnológica, procesos que se impulsaron desde sucesivos planes de gobierno
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Por ejemplo, como parte de un plan quinquenal que busca profundizar el mercado interno y el desarrollo tecnológico, se pretende que el gasto en investigación y desarrollo (I+D) aumente a una tasa de 7 por ciento anual entre 2021 y 2025, en 2018 alcanzó los 465 mil 200 millones de dólares. También se invierte más en la expansión del sistema de educación superior; en 2016, China otorgó 1.7 millones de títulos universitarios en ciencia e ingeniería frente a los 800 mil de Estados Unidos.
Bajo este panorama en los países de América Latina y el Caribe es crucial avanzar hacia una mayor comprensión del papel, la visión y la estrategia de ese país para adoptar frente a él una postura que les permita establecer una relación de beneficio mutuo
, recomienda la Cepal.
Fuente: La Jornada