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Leo con preocupación las declaraciones del senador Insulza y de Genaro Arriagada sobre la desconfianza que les provoca la candidatura presidencial de Daniel Jadue. Ello contrasta con las expresiones del mismo Jadue, quien manifiesta empatía con el rol político que caracteriza a la presidenta del Senado, Yasna Provoste, al destacar su “liderazgo responsable y progresista, que no excluye a nadie.”

He revisado con detención las bases programáticas del candidato del PC y sus propuestas, las que no sólo responden a las demandas que desde el 18-O exige el pueblo de Chile sino que difícilmente puedan asustar a algún chileno verdaderamente patriota.

Esas bases programáticas cuestionan, con fundadas razones, el modelo de crecimiento con derrame para los pobres, defendido durante 40 años por empresarios, políticos y economistas, que sólo sirvió para enriquecer al 1% de la elite, generando profundas grietas en nuestra sociedad: insoportables desigualdades, salarios bajos y deudas altas, brechas de género, desprotección del medio ambiente y el despojo de derechos sociales, laborales y culturales.

 

Jadue propone un sistema de salud y educación que sirva por igual a todas las familias chilenas, así como un régimen de pensiones que asegure universalidad y solidaridad. Al mismo tiempo, plantea una estrategia productiva que termine con el rentismo extractivista y la destrucción del medio ambiente, para favorecer un proceso industrializador que se difunda a lo largo y ancho del país y que sea amable con la naturaleza, favorezca un salto en la productividad, potencie el desarrollo de las Pymes y genere trabajo estable con mayores salarios a los trabajadores.




 

Aunque Jadue ha señalado que no pretende imitar el modelo de ningún país, las bases programáticas de su candidatura acercarían a Chile a un Estado Social y Democrático de Derechos, parecido a los países nórdicos, y muy lejano del socialismo real, cuyo fracaso económico y político ya nadie tiene la osadía de defender.

 

Por cierto, hay un conjunto adicional de propuestas, altamente progresistas, en las bases programáticas de Jadue, que no alcanzamos a comentar en esta breve nota, pero que son indispensables para terminar con los abusos, desigualdades y discriminaciones que recorren nuestro país, a saber: masificar la sindicalización y negociación colectiva de los trabajadores, una nueva gestión de las aguas, el término de las zonas de sacrificio, equilibrios regionales y municipales, terminar con las desigualdades de género y el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas.

 

Para financiar un nuevo camino del desarrollo, fundado en un crecimiento económico y social inclusivo, con predominio de la industria y elevados niveles tecnológicos se proponen reformas impositivas sustantivas: cambios al impuesto a la renta; reducción de las exenciones y privilegios tributarios; implementación de un royalty a la gran minería del cobre y otros recursos naturales; impuestos patrimoniales; y combate efectivo a la evasión y elusión. Estas reformas apuntan a ampliar la baja base impositiva del 20% del PIB, acercándola a la media de los países de la OCDE, superior al 30% del PIB. Eso puede ser doloroso para el 1% de los ricos, pero indispensable para impulsar un desarrollo inclusivo, con equilibrios económicos, sociales y medioambientales, que además ayude a la paz social.

 

Las bases programáticas no hacen referencia alguna a nacionalizaciones o expropiaciones de activos, asunto que siempre preocupa al empresariado. Éste puede estar tranquilo ya que el mismo Jadue lo confirma cuando señala que somos partidarios de seguir respetando el derecho a propiedad, la libertad de emprender, pero que estos derechos se subordinen al interés general de la nación y al bien común, cosa que hoy no pasa” (Tolerancia Cero, 01-06-2021).

 

Existen entonces temores infundados sobre una eventual presidencia de Daniel Jadue, quien, por lo demás recibiría el apoyo de un amplio arco de fuerzas que desean terminar con el neoliberalismo.

 

Sucede, por otra parte, que Yasna Provoste también ha señalado que desea terminar con el neoliberalismo. Lo ha dicho sin vacilaciones, y con una interesante revisión autocrítica de lo que han sido los gobiernos de la Concertación: “El individualismo neoliberal también permeó a la centroizquierda. Nos pegó fuerte en la forma de hacer política, de construir comunidad” (The Clinic, 09-04-2021)

 

Aunque Yasna no tiene por ahora un programa presidencial ya que no ha sido nominada por su partido, su visión y acciones concretas están del lado de las transformaciones que anhela nuestro pueblo.

 

La presidenta del Senado se ha puesto a la cabeza de la oposición exigiendo, acorralando a Piñera para que entregue recursos suficientes para las familias y Pymes que sufren la dolorosa y larga pandemia. Además, apoya con valentía un proyecto de ley que concede indulto a los detenidos por el estallido social y ha favorecido, sin dudarlo un minuto, la aplicación de un impuesto a los superricos. Su comportamiento la coloca junto al campo popular.

 

Yasna Provoste no es Fuad Chahin y tampoco Genaro Arriagada. No tiene prejuicios contra la izquierda ni impone vetos al PC y Frente Amplio, lo que explica su señalamiento: “Yo espero que seamos capaces de tener una candidatura presidencial única de la oposición. Una candidatura de toda la centroizquierda”.

 

Yasna se parece más bien a lo que fue Radomiro Tomic a fines de los años sesenta, con su propuesta de “unidad política y social del pueblo”. Lamentablemente, en aquellos años, las exacerbadas divisiones ideológicas, así como la bipolaridad de la guerra fría, impidieron la construcción de una poderosa unidad entre Salvador Allende y Radomiro Tomic.

 

Los tiempos han cambiado. El mundo bipolar ya no existe y las ideologías, si bien no han terminado, hoy día abren paso a la urgencia política de terminar con el capitalismo neoliberal para construir un Estado Social y Democrático de Derechos, que favorezca el desarrollo económico, la inclusión social y la paz entre chilenas y chilenos. El enemigo inmediato es el neoliberalismo y en ello coinciden Yasna Provoste y Daniel Jadue.

 

Aunque no les guste a algunos, Jadue es hoy día el heredero de Salvador Allende, así como Yasna Provoste ha tomado las banderas progresistas de Radomiro Tomic. El entendimiento de ambos puede abrir un futuro luminoso para nuestro país.

 

Por Roberto Pizarro Hofer

 

02-06-2021



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  1. Gino Vallega says:

    El ideario de Daniel Jadue como candidato a presidente de Chile debería ser conocido popularmente para que todos nos enteremos de sus propuestas, que deben ser discutidas a todo nivel para comparar al ideario poblacional ; todos esperamos que en la nueva constitución habrá plebiscitos revocatorios y que se aplicarán a la próxima presidencia : de no cumplir los compromisos , el pueblo podrá cambiar a las personas que no cumplan.Hasta el momento,
    las declaraciones de la Sra. Provoste y el Sr. Huenchumilla , parecen alienígenas respecto al ideario DC tradicional freísta alwynista.Es importante recordar que en la «cosmopolita» centro izquierda chilena , la candiddata PS no llega al 2% en las encuestas , porque sus bravatas anti izquierda son chilevamos clavados en la guerra fría.Sería interesante presentar un programa de acción presidencial , discutirlo públicamente a niveles sociales y ver quienes se suman para entre ellos hacer una primaria única de visión progresista ANTI NEOLIBERAL.

  2. Felipe Portales says:

    Interesantes las especificaciones del programa de Jadue, ya que no son conocidas. El comando de Jadue debiese sintetizarlas en una página y enviarla como «artículo» a todos los medios digitales alternativos y a las redes sociales; ya que -no nos olvidemos- debido entre otras cosas a las políticas de exterminio de los gobiernos de la Concertación -de los que fue ministra Yasna Provoste- ya no quedan medios de centroizquierda en nuestro país. Me parece, sí, increible la comparación del autor de Yasna Provoste con Radomiro Tomic. Don Radomiro -a quien tuve el honor de conocer y tener una cordial amistad desde comienzos de los 80- estaba totalmente desconsolado a fines de los 80 con el rumbo tomado por la Concertación. Personalmente lo constaté en una reunión sobre políticas internacionales mineras futuras en los años 1988-89 en el ILET (donde yo trabajaba en esa época), en que fue «basureado» por todo el resto de tecnócratas concertacionistas del sector minero que participaban en ella, por sus planteamientos sobre una política nacional del cobre. De ahí que Tomic fue virtualmente «exiliado» en Ginebra.

    Y, ¡por favor!, una frase autocrítica tan exigüa no justifica todo un pasado. Pensar siquiera que Tomic habría sido ministro -como Provoste- de gobiernos que consolidaron la entrega mayoritaria del cobre a manos extranjeras o de grupos económicos nacionales; que exterminaron la generalidad de los medios de comunicación centroizquierdistas; que «neutralizaron» (TVN) o «vendieron a privados» (Canal de la «U») los dos canales de TV que pudieron haber efectuado un debate plural sobre la dictadura y el modelo neoliberal; que impidieron -incluso utilizando corrupción- que Víctor Pey recuperase los bienes que le confiscó la dictadura para relanzar «Clarín»; que siguieron privatizando sanitarias, puertos, aguas, mares, litios, etc. a grandes grupos económicos; que enviaron agregados militares involucrados en violaciones de DD. HH.; que trataron en al menos 8 ocasiones de aprobar leyes que avalaran los efectos de la autoamnistía de 1978 o que disminuyesen ostensiblemente las penas para los violadores de derechos humanos; que ¡defendieron frente al mundo la impunidad de Pinochet!; etc. etc. creo que, aunque no se quiera, ofende la memoria de Tomic.

    Y por último, no nos olvidemos que Provoste ¡es una de las suscriptoras de la ACTUAL Constitución, en su calidad de ministra de Lagos en 2005!
    ¡Por favor!

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