Las trampas electorales en la historia y también en la Convención Constitucional
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La historia constitucional de Chile ha sido infame, y hablar de pacto social, en el caso chileno, se torna en falacia: las Cartas Magnas, a partir de 1833, han sido impuestas por los militares y, en la mayoría de los casos, el pueblo las ratifica, pero en plebiscitos fraudulentos y bajo el poder de la espada, como también debido al analfabetismo político de muchos ciudadanos.
La Constitución de 1833 fue impuesta por los conservadores luego de una guerra civil, ganada por José Joaquín Prieto, en Lircay, como consecuencia de una traición de este canalla militar y, luego como Presidente de la República impuso esta Constitución, cuyo carácter pétreo hacía casi imposible su reforma, con la exigencia de la aprobación por parte de dos Cámaras Legislativas consecutivas, (es decir, dos períodos).
Esta Constitución fue inspirada en la ideología de la restauración monárquica, al estilo europeo, y se considera la de más larga duración en nuestra historia, (1833-1925) y, en los primeros años de su implementación, la Constitución dio lugar a cuatro gobiernos de un decenio cada uno, (José Joaquín Prieto, Manuel Bulnes, Manuel Montt y José Joaquín Pérez). Después se dieron los quinquenios liberales y, por último, un régimen parlamentario muy sui generis, (algunos lo denominan de asamblea, 1891-1925).
Durante el período de los decenios el senado estaba integrado solamente por conservadores, y en los quinquenios se amplió el sufragio e irrumpieron los liberales, mientras que en el período siguiente, el parlamentarismo, los dos partidos se repartían el poder en dos combinaciones: la Convención Conservadora y la Alianza Liberal; en el fondo, la hegemonía oligárquica pasó del presidencialismo al pseudo-parlamentarismo, (la torta le correspondía a un partido y, luego, se la repartían entre varios partidos).
Por desgracia, las lamentables clases de historia, amañadas por profesores conservadores y acomodadas por gobiernos de turno, nos transmiten que en Chile hubo democracia durante el período 1833-1925. El sufragio universal se limitaba a los ciudadanos varones, mayores de 25 años, pero el voto no era secreto, sino impreso por las candidaturas: el cohecho era un acto absolutamente “normal”, y ganaba quien más tenía dinero para comprar conciencias de “rotos”, (en general, quien poseía un Banco, por ejemplo, tenía asegurada una diputación o una senaturía; ´Julio Subercaseau, por ejemplo, se jactaba de tener siempre asegurado un sillón parlamentario por ser propietario de un Banco´).
La Constitución de 1925 fue redactada por el llamado “pequeño comité”, dominado por el Presidente Arturo Alessandri y su ministro del Interior, José Maza: cuando algunos de los miembros, (nominados a dedo por el Presidente), se rebelaron, el inspector general del ejército, Mariano Navarrete, en un discurso amenazante obligó a aprobar el proyecto de ley, que luego sería plebiscitado en forma fraudulenta: los votos se presentaron con los tres colores de la bandera nacional, rojo, a favor de la nueva Constitución, la impuesta por Arturo Alessandri; azul, por el parlamentarismo reformado; blanco, por la mantención de statu quo, es decir, la dictadura militar. El secreto del voto era una falacia, pues aumentaba la figura del cohecho.
El sufragio universal comenzó a ampliarse con el voto de las mujeres, que comenzó en la práctica, en las elecciones presidenciales de 1952, en que ganó Carlos Ibáñez del Campo; posteriormente, con Eduardo Frei Montalva y, luego, Salvador Allende en el poder, pudieron acceder al voto los analfabetos y los mayores de 18 años, (antes se exigía la edad de 21 años).
La Constitución de 1980 fue redactada por una Comisión nombrada por la Junta Militar, durante el gobierno de Augusto Pinochet, (cuyos ideólogos fueron Jaime Guzmán Errázuriz y Enrique Ortúzar), y refrendada por medio de un plebiscito, a todas luces fraudulento; (esta Constitución fue “reencauchada” por el Presidente Ricardo Lagos, en 2005, manteniendo la médula dictatorial, que no por estas débiles reformas deja de ser autoritaria e ilegítima en su origen y ejercicio). Cuando un Presidente, durante la transmisión del mando jura o promete respetar la Constitución, está cometiendo un perjurio, y lo está haciendo, además, por Constitución dictatorial, refrendada a sangre y fuego. Chile, a través de su historia, no ha sido un país democrático, pues las tres Constituciones han sido impuestas bajo el poder de las armas.
Con respecto a las elecciones próximas, (15 y 16 de mayo), no hay que hacerse muchas ilusiones, pues está lleno de trampas, entre ellas la exigencia de 2/3 de los constituyente para aprobar cada uno de los artículos de la nueva Constitución; otra trampa es que el sistema electoral a emplear es el mismo que rige para la elección de parlamentarios, el sistema D´Hondt, que siempre favorece a las mayorías y a las listas más unidas, (es el caso de la derecha que no se hizo problema alguno al unirse con el Partido Republicano, de extrema derecha, que lidera José Antonio Kast, (militarista y fascista), mientras que la izquierda está dividida en varias listas, que se dicen independientes; a la derecha le basta un 25% para paralizar cualquier cambio importante).
A sabiendas de que no será fácil terminar con las trampas constituciones, hay que hacer un intento de arrasar en las elecciones de mayo, aunque sabemos que la plutocracia se empeñará en mantenerse en el poder.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
08/05/2021
Felipe Portales says:
Desgraciadamente, la izquierda perdió su oportunidad de convocar al pueblo a votarles para alcanzar el tercio que les habría permitido frustrar el fraude implantada el 15 de noviembre de 2019 por las dos derechas…