Los años 60
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Hacia el año 1957 el mundo había cambiado en forma radical: por una parte, los países del socialismo real comenzaban a rebelarse contra la dictadura estalinista; al inicio, los tanques soviéticos invadieron Hungría, a fin de ahogar una versión humanista del socialismo, cuyo líder era el Secretario General de Partido Comunista, Ingli Nagi; posteriormente, en 1968, en Checoslovaquia se tomaba el camino de la Primavera de Praga, (versión muy abierta del socialismo en búsqueda de su relación con la democracia, que también provocó la invasión soviética, impidiendo los cambios iniciados por el Secretario General del Partido Comunistas de ese país.
Entre tanto, en Europa occidental los jóvenes estudiantes de la Nueva Universidad de Nanterre, en Francia, se rebelaban por un motivo en apariencia nimio: el derecho de los estudiantes varones de visitar las habitaciones de sus compañeras mujeres. Francia estaba en plena V República, cuyo Presidente, recién electo, Charles de Gaulle, había sido un héroe de la II Guerra Mundial. En general, es muy difícil distinguir el régimen presidencialista del semipresidencial, cuando el Presidente de la República es elegido popularmente, en el caso de De Gaulle, como militar, era autoritario. Sus Conferencias de Prensa, desde el Palacio del Eliseo, eran famosas por su elocuencia y por el vocabulario rotundo que utilizaba. (En un viaje a Canadá, desde el balcón de la Municipalidad de Quebec, lanzó la famosa consigna ¡Viva Quebec Libre!).
Los jóvenes de las distintas sedes de La Sorbona ocuparon el Barrio Latino, y también se atrincheraron en el Teatro del Odeón, (en la Plaza se encuentra la estatua de Danton), para debatir sobre distintos temas, que iban desde el luxemburguismo, pasando por el trotsquismo, el anarquismo en sus diferentes tendencias hasta el marxismo clásico. Los slogans del mayo francés fueron famosos: “prohibido prohibir”, “debajo de estas piedras está la playa”, “pidamos lo imposible”.
A la rebelión de los jóvenes se sumó la huelga general de las principales Centrales Obreras, y comenzaron a surgir políticos importantes, entre ellos François Mitterrand, Georges Marché, Secretario General del Partido Comunista, y otros más. El gran personaje era el estudiante Daniel Cohn Bedit, amenazado con la expulsión del país por el hecho de ser ciudadano alemán.
El Primer Ministro, Georges Pompidou, cedió a gran parte de las reivindicaciones obreras, en “las conversaciones de Martineau”, sin embargo, casi en secreto, De Gaulle tomó un helicóptero con el fin de entrevistarse, en la ciudad de Baden, con el General en Jefe del Ejército, hecho que hizo temer un auto golpe de Estado. Al día siguiente volvió De Gaulle con la decisión de convocar a los ciudadanos a una concentración, que llenó Los Campos Elíseos, y permitió poner fin al mayo francés, con la sola concesión de la creación de una universidad libre en Vincennes.
En la iglesia católica fue elegido Papa el patriarca de Venecia, Ángelo Giuseppe Roncalli, Juan XXIII, de quien se esperaba un papado de transición, sin embargo, este Papa hizo una gran revolución en el seno de la iglesia, publicando la Encíclica Madre y Maestra, que abogaba por el diálogo entre marxistas y cristianos, distinguiendo en la teoría marxista, el materialismo dialéctico y la práctica de los movimientos populares, privilegiando el encuentro con la segunda, y rechazando el primero. Los cambios litúrgicos fueron bastante radicales: la misa se cambió del latín al idioma de cada país y de frente a los feligreses.
En América Latina se realizó la primera Conferencia de CELAM, en Medellín, (Colombia), instancia donde se definió la opción por los pobres. El obispo brasilero, Don Helder Cámara publicaba la obra Geografía del hambre. En cuanto a los partidos políticos de inspiración cristiana, la iglesia privilegiaba las Democracias Cristianas, abandonando a los conservadores ortodoxos. En Francia se había iniciado el Movimiento de los curas obreros, es decir, sacerdotes que trabajaban y vivían como los pobres, pero la iglesia los rechazó acusándolos de comunistas.
La Segunda Conferencia episcopal se realizó en Puebla, en México, y profundizó la opción por los pobres. En Chile, los Jesuitas, (en su mayoría simpatizantes de la Democracia Cristiana), lanzaron un Número especial, en la Revista Mensaje, dedicado a las revoluciones en América Latina, (la mexicana, la boliviana…), proponiendo una revolución cristiana para Chile.
El gobierno de John F. Kennedy, propuso la “Alianza para el progreso”, institución destinada a realizar obras sociales, a fin de evitar el triunfo del marxismo en los sectores populares en Latinoamérica; en cuanto a Chile, obligó al Presidente, Jorge Alessandri, a llevar a efecto una reforma agraria, que resultó ser tan miserable, que fue llamada “de macetero”, por el contrario, el Cardenal Raúl Silva Henríquez donó las tierras de la iglesia a los campesinos.
La generación de los años 60 fue creadora y partícipe de dos grandes revoluciones en Chile: “La Revolución en libertad”, de Eduardo Frei Montalva, y “La Vía chilena al socialismo”, de Salvador Allende.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
07/04/2021