La participación de los trabajadores en los directorios de empresas
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El diputado y candidato presidencial Gabriel Boric ha lanzado recientemente la proposición de que los trabajadores tengan participación en el directorio de ciertas empresas. Esa es una iniciativa indudablemente positiva, que se inscribe en los grandes debates que sacuden a nuestra sociedad y que buscan avanzar en materia de participación y de inclusión social, o dicho con otras palabras, que intentan contraponerse a las tendencias a la exclusión, la marginación y elitismo autoritario que se imponen hoy en día en la sociedad chilena, y en particular en el mundo empresarial.
La participación en los directorios de las empresas sería bueno que se iniciara en las sociedades anónimas, que son las que tienen directorios en que se reúnen, de acuerdo a su peso accionario, los dueños del capital. Sería positivo que, si se considera a la empresa como un colectivo de trabajadores y de aportadores de capital, que tienen no solo la función de generar ganancias, sino también la de contribuir al bien común y al interés social, se sentaran en esos directorios uno o más representantes de los trabajadores que son parte de ese colectivo.
Sin intentar ni remotamente de confrontar lo bueno con lo mejor, hay algunas consideraciones complementarias que sería bueno tener en cuenta. En primer lugar, es necesario fortalecer las estructuras sindicales, y hacer que estos tengan real capacidad de petición y de negociación en el seno de cada empresa, de cada rama de la producción, y/o en el seno de cada grupo empresarial. Eso pasa por modificar las disposiciones laborales actuales que autorizan sindicatos solo por empresa, y que prácticamente prohíben la agrupación y la negociación por rama de actividad económica. La participación laboral en los directorios empresariales debe hacerse sin violentar ni sustituir la estructura y las funciones del sindicato, que son mucho más amplias que la mera presencia en los mencionados directorios. Además, es altamente importante que los representes laborales en los directorios sean factibles de ser cambiados o revocados por parte de quienes los elijen, de poco que no se eternicen en los cargos ni devengan en una tecnoestructura separada de los propios trabajadores.
En segundo lugar, es importante que la participación ciudadana – sin perjuicio de la participación laboral en los directorios empresariales – se manifieste también a nivel municipal y a nivel del conjunto de la economía nacional. A nivel municipal son importantes los presupuestos participativos, sobre los cuales hay una extensa experiencia internacional. Sin embargo, más allá de la confección anual del presupuesto, es importante que existan a nivel comunal consejos consultivos que tengan una alta capacidad de pasar revista al funcionamiento cotidiano del municipio. Tanto las instancias vecinales que se reúnan para dialogar sobre el presupuesto, como los consejos consultivos, deben ser estructuras institucionalizadas en el ordenamiento estatal, de modo que su existencia no quede subordinada y supeditada al alcalde de turno.
A nivel de todo el país también debería existir un Consejo Económico y Social en el cual, tengan presencia los representantes de diferentes sectores de la ciudadanía, y en el cual se pueda dar un dialogo altamente vinculante con el Ejecutivo y con el Legislativo, y en el cual se pase revista a los grandes planes de desarrollo nacional y a los proyectos correspondientes.
Es importante, en síntesis, que todos los discursos y reflexiones en torno a buscar mayor participación ciudadana y a poner fin a la exclusión social, se concreten en proposiciones que puedan tener presencia en los debates constitucionales y legales que se avecinan y que nos acerquen, aun cuando sea un poco, a las metas que se propician, de modo que no se queden en la pura música.
Por Sergio Arancibia
Patricio Serendero says:
Sería interesante que Boric explicara como se consigue eso. Los dueños de las grandes empresas y sus representantes corporativos ya han respondido a esta propuesta. Un rotundo NO. Representantes de dos clases sociales con intereses materiales perfectamente antagónicos difícilmente podrían manejar una empresa en conjunto. Ahora, que los obreros participen minoritariamente en los directorios de las empresas como es el caso en algunas de ellas en Alemania, no elimina ni la explotación ni la obtención de plusvalía por parte de los dueños de la empresa: el trabajador produce más que la parte dineraria que le correspondería en la venta del producto, que va al bolsillo del patrón. Si no fuese así, y el trabajador recibiera en dinero exactamente la parte que le corresponde por el trabajo incorporado, entonces no habría cualquier interés por parte del capitalista en contratar mano de obra. Esta es la esencia de la dominación de una clase mayoritaria sobre la gran mayoría de la población. Y esta es la que produce la acumulación de la riqueza producida en los dueños de las empresas y servicios y consiguientemente las desigualdades e injusticias que en Chile son dramáticas.
Gino Vallega says:
Si consideramos a la sociedad humana ( parcial y creciendo a total , inclusiva ) como un SER AUTOPOYÉTICO, es decir , que por acción de todas sus partes se mantiene como sistema integral único e independiente , es lógico pensar que TODAS sus partes deben funcionar ,de alguna manera , integradas.Como partes debemos pensar en sus constituyentes humanos (inclusión de organizaciones político-sociales como sindicatos ,municipalidades) , ecológicos-ambientales ( físicos : aguas , tierras , parques) , culturales , etc. y a su vez , cada una de ellas accionando con otras sociedades , hasta constituír el todo mundial (interactuando pero no globalizado neoliberal como el actual) , podemos pensar en la idea del «buen vivir» universal con una mayor igualdad y posibilidades para todas y todos.Estamos muy lejos de que esta idea sea realidad , pero podemos pensarla como posible.
Felipe Portales says:
Idea muy interesante a considerar para cuando seamos capaces de generar una auténtica Asamblea Constituyente con atribuciones para aprobar democráticamente (por mayoría) una Constitución para Chile. Es notable, sí, para darnos cuenta de la extrema derechización que ha sufrido nuestro país -y en menor medida, el mundo en general- que a fines de los 60 esa era la «bandera» (bastante demagógica, claro está) que planteaba el PN en su programa «La Nueva República»; mientras que la UP se centraba en el socialismo, la estatización de las grandes empresas y la planificación estatal y el PDC en el socialismo comunitario y las empresas de trabajadores…