El complot del cobre en 1971: una espectacular maniobra para hacer bajar el precio del metal
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Entre enero y marzo 1971, mientras el Parlamento debate el proyecto de reforma constitucional que otorga al Estado el “dominio absoluto” sobre las minas de cobre y autoriza su nacionalización, opera una espectacular maniobra digna de una novela de espionaje destinada a provocar una baja artificial del precio del metal. Implica operadores de siete países, una sociedad basada en Suiza, y un presupuesto considerable.
El artículo es un anticipo del tercer volumen de la Historia de la Unidad Popular. Una referencia a los dos primeros volúmenes, publicados por LOM, pueden leerse en la siguiente publicación.
LOM publica los dos primeros volúmenes de la historia de la Unidad Popular de Jorge Magasich
El anuncio de la nacionalización del cobre provoca, al menos, tres operaciones fuera de Chile para escamotear sus efectos. La primera es la repentina decisión del dictador brasileño, Garrastuzu Medici, de invertir cerca de U$100 millones para producir y refinar cobre en Bahía, por el grupo Pignatari. Así la producción de cobre en Brasil pasaría del 10% del cobre consumido al autoabastecimiento.[1]
La segunda es un estudio solicitado por la National Security Agence (NSA) sobre la posibilidad de hacer bajar el precio del cobre vendiendo la “reserva estratégica”, transmitido por el general George Lincoln a Henry Kissinger el 2 de enero. Observa que el precio de la libra, en 1970, ha caído de U$80 centavos en abril a menos de 50 en diciembre; que hay 380 mil toneladas acumuladas en Gran Bretaña y en Bélgica; y que la reserva estadounidense es de 250 mil toneladas. Su venta no pone en riesgo la seguridad, pero requiere el acuerdo del Congreso, y “no tendría un efecto duradero significativo en los ingresos de exportación de Chile”, ya que Estados Unidos compra sólo un 15% de la producción chilena. “Estamos estudiando otros posibles enfoques relacionados con las exportaciones chilenas de cobre”, concluye.[2]
La tercera es fabricar una falsa oferta para hacer bajar artificialmente el precio del metal. En resumen, una sociedad suiza que se presenta como intermediaria entre Chile y los compradores de cobre, intenta comprar una pequeña partida. Enseguida, en base a un documento sin valor, ofrece en los mercados la fabulosa cantidad de 960 mil toneladas. La abundancia imaginaria de cobre hará bajar su precio en unos 7 centavos la libra, cuando la baja de un centavo implica para Chile una pérdida de U$8 millones.[3]
Esta historia comienza en octubre de 1970, con la llegada a Buenos Aires de un individuo portador de un pasaporte mexicano a nombre de Jesús Kado y Morillo y una carta de la empresa italiana Ferrari (después se sabrá que es falsa) designándolo como su representante para comprar 15 mil toneladas de cobre. El mexicano forma una sociedad con un uruguayo y cuatro argentinos. Uno de estos, Miguel Aspée, viaja a Chile y, a nombre de la sociedad, se asocia con Aldo Orezzolli. Este solicita 15 mil toneladas a la Anaconda y luego a El Teniente. Ambas responden que la producción de 1971 ya ha sido contratada.
Ofertas a la ENAMI y a Codelco
Se dirige entonces a la Empresa Nacional de Minería (ENAMI), revendedora del cobre producido por pequeños mineros, que dispone de esa cantidad. Jesús Kado viaja a Chile a concretar, acompañado por el uruguayo Miguel Sanz. Pero la ENAMI recela algo irregular y exige una carta de Ferrari y una garantía de 5%, unos U$500 mil.
Hacia el 20 de diciembre, Jesús Kado conoce en Santiago al comerciante Zvonimir Medovic Spada, un yugoslavo nacionalizado chileno. Cuatro días antes, el 16, este había enviado una carta a la Corporación del Cobre (Codelco), pidiendo la venta de –ni más ni menos– dos partidas de 960 mil toneladas de cobre en un plazo de cuatro años. Cada una representa la producción chilena de un año y medio. El dolo es evidente, ya que Codelco no comercializa el cobre, aún en manos de las compañías estadounidenses. Pero el objeto de su carta no es comprar cobre.
Jesús Kado percibe la posibilidad de un “big deal”. Retorna a Buenos Aires donde forma una nueva sociedad con Zvonimir Medovic y con los argentinos Santiago Fontanes, Eduardo Dehrs y José Valentín. Su objeto: “la compra-venta de 960 o más toneladas de cobre wirebars” en Chile. Obtendrá beneficios aprovechando la diferencia entre la tonelada larga y la tonelada métrica y de baja del precio del cobre en el London Metal Exchange, donde se cotiza.
Enseguida el mexicano vuela a Suiza, con el acta de esta nueva sociedad y la carta de Medovic a Codelco pidiendo dos partidas de 960 mil toneladas, acompañado por Miguel Sanz. Sin duda para disponer de algo de cobre, intenta conseguir los U$500 mil, la garantía reclamada por la ENAMI. En Zúrich, un finlandés de apellido Ham le presta una parte y transfiere el dinero a sus gestores en Chile, Orezolli y Dehrs. Pero la ENAMI exige el pago total en seis días, a partir del 6 de enero. Sin pago, no hay metal.
Días más tarde, el 1ro de febrero, Jesús Kado se entera que la ENAMI licita 9 mil toneladas de cobre y se propone comprarlas. Consigue en Zurich financiamiento de Internodia Finance y en Chile sus gestores contratan a Nazem Keilani, considerado especialista, por una comisión de U$63 mil. Pero gana la empresa yugoslava BSE representada por el abogado Nicolás Babarovic (DC), antiguo socio del presidente de la DC, Narciso Irureta.
“Venta” de cobre imaginario
Sin disponer de un gramo de cobre, Jesús Kado inicia su big deal: el 24 de enero utiliza la carta de Medovic a Codelco para “vender” las 960 mil toneladas imaginarias a Internodia, que las “revende” a varias compañías europeas a un precio inferior al de Londres. Y comunica eufórica que dispone de cobre para vender los próximos 10 años…
Y luego, el 13 de febrero, Jesús Kado ofrece a las sociedades Asimco y Vickers-Forster 1,92 millón de toneladas a un precio inferior al de la City de 11 a 12 dólares por tonelada, lo que representa el doble de lo “vendido” a Internodia. Impresionada por la descomunal oferta, Vickers-Forster ofrece también el metal en Europa y propone un préstamo de U$200 millones a Chile para “que salga la cosa”. Ante tal avalancha de ofertas el precio del metal rojo cae de 52 a 45 centavos de dólar la libra.
Mientras tanto, en Chile, Miguel Aspée y Nazem Keilani, que probablemente desconocen las andanzas de Jesús Kado en Suiza, reclaman el envío de los U$500 mil de garantía exigidos por la ENAMI. Hay un intercambio de notas, cuyo contenido los asusta.
Un télex del 2 de febrero del Banco Popular de Suiza, dirigido al Banco del Estado, dice que ha constituido una garantía de U$493 mil para la compra de 9 mil toneladas. Y pide que “Chile conceda monopolio mundial y exclusividad por la cantidad entera de 960 mil toneladas”, los próximos 10 años. Lo que alerta a las autoridades de Codelco que abren una investigación a cargo del fiscal Jaime Faivovich.
A mediados de febrero se presentan ante Allende el abogado Irarrázaval, acompañado por Nazen Kailani, quien le muestra copia de este télex. Confirmada su veracidad, el Presidente envía una carta pública al ministro de Minería, Orlando Cantuarias, el 16 de febrero. Le pide una investigación a fondo: “Si por desgracia algún funcionario del Gobierno está implicado, recibirá castigo implacable del Gobierno Popular”.[4] El ministro responde que puede tratarse de una maniobra especulativa internacional contra los intereses de Chile.
A fines de febrero, el vicepresidente de Codelco, Max Norf, precisa en una conferencia de prensa que, en 1970, Chile produjo 116 mil toneladas de cobre menos de las programadas y anuncia el fin del contrato de venta con Anaconda Sales a partir del 2 de abril, ya que Codelco venderá directamente el metal chileno en los mercados. Lo que significa que quienes han estado ofreciendo cobre chileno en el extranjero carecen de representación.
Viaje y detenciones
En Suiza, el gerente de Internodia, Alfred Philip Koenig, contacta al financista estadounidense Howard Edwards para conseguir los U$500 mil. Se trata de un médico retirado del servicio de inteligencia de la US Air Force quien, en 1961, había participado en el desembarco de Bahía Cochinos, donde fue herido. Ambos viajan a Chile.
Son detenidos en el aeropuerto y llevados ante Jaime Faivovich, quien los interroga durante horas. Pese a sus respuestas confusas quedan en libertad, con orden de arraigo. El propio diario La Prensa afirma que Edwards es un sobornador profesional multimillonario, ha comerciado con prostíbulos, y en ocasiones se ha hecho pasar por sacerdote.[5]
El 1ro de marzo son detenidos los chilenos Zvonimir Medovic y Aldo Orezzoli Vinelli; el uruguayo Miguel Alberto Sanz; los argentinos Miguel Aspée y Eduardo Dehrs; el estadounidense Howard Edwards y el suizo Alfred Philip Koenig. El caso pasa a la Corte de Apelaciones que designa ministro sumariante a Abraham Meersohn (había dejado escapar a los autores de atentados dinamiteros en octubre 1970).
El principal estafador Jesús Kado y Morillo abandona su hotel en Zurich el 23 de febrero, sin pagar medio mes de hospedaje. Llega a Quito, donde revalida su pasaporte, luego se pierde su pista. Aunque no hay pruebas rotundas, es altamente probable que esté vinculado a la CIA, igual que el “financista” Howard Edwards.
El escándalo y las detenciones acarrean la anulación de las ofertas de Internodia y Vickers-Foster. El abundante cobre imaginario se evapora y su precio retorna a la normalidad: sube de 45 a 52 centavos la libra.
Debate público
El Senado discute el affaire en presencia del ministro Cantuarias el 10 de marzo. El senador y presidente de la DC, Narciso Irureta, insinúa que esto puede ser “una cortina de humo”, “para desviar la atención del público y proteger a los verdaderos responsables”. Duda que el objeto exclusivo de la oferta de Internodia sea “producir una baja artificial del precio” ya que el aumento de la producción de la ENAMI, que es actualmente de 60 mil toneladas anuales, permitiría adquirir 960 mil toneladas en 10 años; “están hablando de cosas posibles”, afirma Irureta. Añade que Svonimir Medovic es un conocido de Allende y “las informaciones coinciden en señalar que en los dos casos tanto en la oferta de la ENAMI como en la de la Corporación del Cobre se habría ‘sugerido’ a los interesados aportar para la campaña electoral de abril una suma equivalente a dos dólares por tonelada”. Y denuncia que “ni el ministro de Minería ni los funcionarios de Codelco informaron al Presidente de la República” de la propuesta de Medovic ni de la de Internodia.
El senador DC Juan Hamilton añade, el 16 de marzo, que “ese complot se está realizando claramente en connivencia con funcionarios”; “todo esto tiene un precio: 7 dólares por tonelada; 63 mil dólares que deben depositarse en la cuenta de un tercero, hermano del señor Keilani, en Bruselas”. Los periódicos La Prensa y La Tarde atacan a Jaime Faivovich acusándolo de falta de ética con “los extranjeros” e insinúan implicaciones del ministro Cantuarias. El embajador Korry ve una oportunidad de perjudicar al Gobierno: solicita a la CIA informaciones que refuercen la campaña del PDC de responsabilizar al Gobierno, pero la Central no las proporciona.[6]
En resumen, voces mayores de la DC niegan el complot y acusan a la UP de la estafa, sin pruebas. Así lo apunta el célebre periodista argentino Rodolfo Walsh en su crónica en Panorama de Buenos Aires: “es la DC y no la vieja derecha conservadora la que encabeza la ofensiva contra el gobierno”, concluye.[7]
El Mercurio afirma, el 1ro de marzo, que Keilani “había buscado conectarse con Allende” y, aunque el Presidente demostró su desvinculación personal con este affaire, el Gobierno aparece perjudicado por “una lucha política entre los diversos partidos de la UP”, ya que el PC y el PS querían dejar mal parado al ministro Cantuarias (PR) y el Ejecutivo se negó a investigar un posible soborno.[8] Un evidente intento de separar al PR de la UP.
Allende responde a Irureta “Se trata de una maniobra farisaica impropia de un senador y presidente de la Democracia Cristiana”. Cantuarias lo acusa de “poco varonil, irresponsable y mentiroso”.
La Cámara designa una comisión investigadora. Dos diputados DC, Héctor Valderrama y José Monares, van a entrevistar al detenido confeso Eduardo Dehrs. Este acusa al ministro Cantuarias de participar en el negocio y al fiscal de Codelco de intentar hacerlo caer. Lo que provoca bofetadas en la Comisión. Los detenidos serán liberados y no habrá funcionarios involucrados.
La estafa transatlántica consiguió bajar el precio del cobre sólo durante dos o tres semanas, ya que el Gobierno logra desmantelarla a tiempo. El documental La Espiral de Armand Mattelart concluye que: “Es difícil imaginar que el envío de agentes de 7 países, el pago de U$63 mil dólares de coimas y de U$ 200 mil de comisiones, la compra de 9 mil toneladas de cobre, esté al alcance de una pequeña empresa de Zurich”. La operación fue sin duda montada por una autoridad superior.
Por Jorge Magasich
[1] Punto Final, 22/6/1971
[2] https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1969-76v21/d197
[3] Informaciones tomadas del Suplemento de Punto Final del 30/3/01971, de Mario Diaz Barrientos, y de la sesión del Senado del 10/3/1971: www.bcn.cl/laborparlamentaria/wsgi/consulta/verDiarioDeSesion.py?id=589591
[4] Puro Chile, 31/3/1971, in Los mil días de Allende (1997), 78-81
[5] Allende, discurso el 14/3/1971, in Textos de Salvador Allende (1971), 113
[6] https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1969-76v21/d222
[7] Panorama, 23/3/1971; Rodolfo Walch in http://concretoazul.cl/chile-la-carrera-contra-el-reloj-electoral/
[8] Breve Historia de la Unidad Popular (1974), 44
hugo randier says:
Cuando una persona BORRA con desesperación un simple comentario
de su descomunal «conocimiento»» del pasado. Ese pasado que significó
un golpe de Estado del cobarde Pinochet. Digo, que cuando se hace ésto,
es porque no hay confianza en el comedido artículo que se ha escrito
Nada más y mucha suerte en la «»gran Historia»» del pasado—-