Crónicas de un país anormal

El tercer retiro del 10% de las AFP y la falseada democracia

Tiempo de lectura aprox: 3 minutos

La hegemonía oligárquica plutocrática basa su poder, además del monopolio de las armas y de la posesión del dinero, en el supuesto de que el pueblo es idiota y, en forma masoquista, goza cuando los amos golpean a sus súbditos que terminan envueltos en la sumisión, en la desesperanza aprendida y, finalmente, cuando emiten su voto en las urnas, lo hacen por sus dominadores.

Los idealistas del pasado, basados en el racionalismo, creían que la injusticia social era producto de la ignorancia de los trabajadores, que atribuían su “mala suerte” al destino, o bien a un castigo de Dios, y que el único camino que les restaba era el de mantenerse sumisos y esperar la muerte y el paraíso, ofrecido por curas y pastores.

Es sabido que la mayoría de la gente no comprende lo que lee, y está convencida, por ejemplo, de que los filósofos de la Enciclopedia eran ateos o anti-religión, pero la verdad es muy distinta: para Voltaire, la “infame” – como llamaba a la iglesia católica – los jesuitas eran los infames, y muy por el contrario, conservó muy buenos amigos entre los curas del campo, imprescindibles para mantener tranquilos a los pobres con la promesa de un paraíso futuro, es decir, el clérigo era un buen padre, representante de Jesús en la tierra, (algo así como el sacerdote que regaló Jean Valjiean, en ´Los Miserables´, algunos bienes que él había robado, los cuales le permitían sobrevivir). Hoy, al menos, existen algunos curas valientes que han tomado la decisión de vivir con los pobres, incluso, dispuestos a ejercer su apostolado desde la televisión y otros medios de comunicación de masas.

Las palabras y frases grandilocuentes se han convertido en un instrumento imprescindible para mantener tranquilos a los pobres. Cuando alguien de la oligarquía te hable sobre ´soberanía popular´, ´democracia´, ´derechos humanos´, ´ igualdad ante la ley´, debes hacer oídos sordos pues, en el fondo, esta caterva ricos, y ladrones por añadidura, a lo único que aspiran es que sus subalternos trabajen sin protestar, y que sean ´buenos hombrecitos y mujercitas´, (muchas mujeres están destinadas a posponer sus proyectos de vida en pos de su realización personal, para dedicar su tiempo a cuidar niños y ancianos).




El 18 de octubre de 2019 manifestamos nuestro rechazo a la casta política bancaria y empresarial que, desde tiempos inmemoriales, nos ha explotado y robado nuestro dinero. El 25 del mismo mes más de un millón de personas coparon la Alameda, en Santiago, y otras calles de las principales ciudades a lo largo del país. La oligarquía parlamentaria tuvo miedo del estallido social´ y eligió salvar al Presidente, Sebastián Piñera, y con él los suculentos sueldos y lugares de privilegio de los cuales aún gozan, y saben bien que los banqueros y empresarios, que son los dueños reales del país, los seguirán  manteniendo en la medida en que les sean fieles en sus proyectos e intereses, sin importar que, la mayoría de las veces, el vender su voto en el parlamento sea causal de cohecho o de asociación ilícita para delinquir.

Para calmar a la “chusma insumisa” había que ofrecerle una prebenda que pareciera importante para acallar los ánimos exacerbados, nada menos que la redacción de una nueva Constitución, pero con las consiguientes trampas que permitan mantener la dominación oligárquica del Chile neoliberal.

Es evidente que el sistema d´Hondt favorece a los partidos políticos más unidos y a las listas más votadas, y la derecha, más hábil que la izquierda, se presenta como bloque para la elección constituyente, de los próximos días, 10 y 11 de abril, integrando, incluso, a los nazis pinochetistas del rojo Edwards y José Antonio Kast, este último como su líder, (en un país democrático estarían en la cárcel por apología de la violencia reaccionaria). En cuanto a la izquierda parlamentaria, (Lenin la definía como una idiotez), está dividida en múltiples listas que, hoy por hoy, hacen imposible el logro de una mayoría suficiente para redactar una Constitución que garantice un Estado democrático y social. Por otra parte, los ciudadanos están agotados de los pseudo-partidos de izquierda que, desde hace más de treinta años vienen traicionando a los votantes.

Es cierto que la mayoría quiere terminar con la casta política y su mayor aspiración sería la de dar el triunfo a los independientes, cuya definición también deja mucho que desear, pues candidatos independientes a la Convención Constitucional son tan o más políticos que los forman parte de las mafias que se han apropiado de los partidos político,  según “La ley de hierro de las oligarquías”, de Robert Michels, obra escrita en 1911.

En cuanto a la petición de un tercer retiro de un 10% de sus propios ahorros, el gobierno, que no le importa en absoluto que la gente se muera de hambre, situación acentuada por la cesantía y la pandemia del Covid-19, y un Presidente, cuyo  hijo triangula negocios con las aseguradoras de pensiones, está ad portas de recurrir al Tribunal Constitucional, que prevarica aprovechando la situación de “tercera Cámara”, en un país en que la democracia es una burla a clientes, que de ciudadanos tienen muy poco.

Así podríamos definir que “gobernar es una forma de engañar a los ´rotos´, que depositan sus votos cada cuatro años”.

Rafael Luis Gumucio Rivas (el Viejo)

26/03/2021



Historiador y cronista

Related Posts

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *