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¿Cómo votar en abril?

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Al comienzo, se barajaron infinidad de fórmulas para realizar las elecciones de abril. Disparatadas algunas, como suele suceder en estos tiempos de pandemia. El próximo mes, el 10 y el 11, corresponde elegir gobernadores regionales, municipales y convencionales constituyentes. Se impuso al final la idea que la elección sea en dos días y confiar a las FFAA, la custodia de las urnas. Aunque también hay quienes prefieren, para evitar suspicacias, que los bomberos sean los encargados de resguardarlas. Existe, sin embargo, el riesgo que justo se produzca un incendio y las urnas queden a merced de los sinvergüenzas. Durante la noche se producen las peores tropelías y veleidades amorosas, amparadas por la oscuridad y el silencio cómplice. Quién no ha cometido una barrabasada, protegido por las sombras y la quietud de la noche, ignora la magia de las aventuras.

Aun está presente en el recuerdo de los historiadores y de las personas memoriosas, cómo los latifundistas en el pasado, se robaban las urnas y se las llevaban al hogar, donde procedían a hacer escrutinios en privado. Como actuaban bajo la astucia y la caridad cristiana, también obtenían algunos votos quienes hablaban de revolución, ahora convertidos en patipelados. En estos días, surgieron voces que en vez de elecciones, tan desprestigiadas y resistidas por el pueblo, se realizaran encuestas, hechas por empresas internacionales de prestigio. Aunque la idea parece adecuada, surgieron insoslayables desventajas. Podían ser manipulados los resultados finales y todo se desvirtuaba. No es de extrañar que a la fecha, don Piñera, tenga un 25% de apoyo, y se sabe que apenas si llega al 7%.

Como Chile es un país donde la mayoría es creyente —aunque dejaron de creer— también se pensó realizar la votación en los conventos. ¿Quién dudaría de quienes se han entregado a servir a Dios? Donde no hay conventos, que la votación se realizara en las iglesias y parroquias. Se pasaría de malandrín, quien acudiera a esos sitios de oración y recogimiento espiritual, a robar votos o cambiarlos por los de sus amigotes. Desde luego, los ateos, anarquistas e iconoclastas, iban a poner el grito en el cielo, aunque no crean en su existencia. ¿Cómo resolver este guirigay? Ahora, sufragar en dos días implica un riesgo. La mayoría concurrirá a votar el segundo día y la aglomeración va a ser patagüina. Aunque no le seduzca a la mayoría, también los de EVÓPOLI (Necrópolis) pensaron en otra solución. No hacer elecciones, pues se trata de un procedimiento desprestigiado. Propusieron elegir a dedo a los candidatos como en tiempos de Pinochet. Nada de instalar urnas en las escuelas, estadios y lugares ad hoc y gastar dinero, en vez de entregar los enormes recursos para adquirir cajitas de alimento, aunque se pague el doble por ellas. Y en el caso del famoso dedo índice, ¿quienes estarían encargados de elegir a los candidatos y candidatas? Menudo dilema sobre el dedo. Aquí, ingresamos a un berenjenal y la idea, aunque parezca sensata en tiempos de pandemia, es impopular.

Como urgía resolver semejante disyuntiva, y otros hablan de entuerto, también surgió la posibilidad que se podía votar a través del celular. La idea se desestimó. Hay infinidad de personas que tienen más de un celular y resultarían ser los privilegiados, e incluso, votarían los menores de edad, los inmigrantes y aquellos sinvergüenzas que han robado docenas de teléfonos. Se rechazó de plano, por tratarse de una idea estrafalaria, que beneficiaría a las empresas telefónicas. En semanas, aumentarían al triple las ventas de celulares. Debemos explicar que, ninguna de estas antojadizas opciones resultaría, pues Chile es un desacreditado gallinero sin gallo. Nadie dirige nada en medio de la trifulca, y el país por inercia, camina al tuntún. En abril, junto a las lluvias otoñales, llegarán las sorpresas.




 

Por Walter Garib

 

 

 



Escritor

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