La conmemoración del Día de la Mujer y la muerte de los patriarcas
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Ayer, el Papa Francisco abogaba por terminar con el odio entre los hombres siempre invocando el nombre de Dios. En su viaje de estos tres últimos días de su visita a Iraq reiteró en distintas ceremonias y alocuciones la importancia de la unión y trabajo conjunto por la paz entre los distintos hijos de Abraham, sin embargo, está moralizando sin bases reales plenas: en la iglesia católica, las mujeres aún se les priva de participar y administrar algunos oficios religiosos: el “paulismo”, como lo muestra el evangelio, sigue siendo machista y patriarcal, y deja fuera a las mujeres, (la única mujer, sucesora de San Pedro en el papado, fue la papisa Juana un cuento medioeval). (hay otras disfrazadas de hombres la monja alférez y Juana de arco patrona de los fachos)
El culto a María, por ser madre de Jesús, tiene muy poco que ver con el mundo en que las diosas y el matriarcado se imponían, y el cristianismo, desde hace dos mil años, ha condenado a la mujer a un rol secundario dentro de la iglesia y la sociedad, que se reducía a hembra reproductora y a dueñas de casa, (incluso, ya en uno de los Libros del Pentateuco, el Génesis, la castiga a Eva ser dominada por el varón).
En los primeros Concilios de la iglesia paulina se discutía – al igual que los esclavos – si la mujer tenía alma, sin embargo, a pesar de la imposición patriarcal, las mujeres eran más fieles a los rituales religiosos que los hombres. (En el Chile del siglo XIX, por ejemplo, la mayoría de las mujeres, junto a sus hijos, rezaban el Rosario regularmente, mientras los hombres más conspicuos se reunían en el Club de la Unión para preparar el derrocamiento del Presidente José Manuel Balmaceda).
Sabemos que la lucha esencial en la historia es la de clases y no de género, las mujeres que pertenecen a los estratos pobres, en La Chimba, en Chile, por ejemplo, estaban para saciar los instintos de “caballeros”, que se creían cultos, (Diego Portales, Andrés Bello, los “ochocientos” Larraín, ´nada que ver con la Kenita o Patricia Larraín´…).
Hay tontos que aún creen que aún es preciso el rendir culto a las estatuas de los llamados héroes nacionales, todos machos, (Bernardo O´Higgins, padre de la patria de Chile, no ganó nunca ninguna batalla; fue un dictador sin ninguna generosidad, y en el exilio en Las Canteras, en Perú, dedicó sus días a abusar sexualmente de las inocentes y desprevenidas mujeres indígenas; Diego Portales, otro canalla, le impidió regresar a Chile, forzándolo a morir en el exilio; de Portales se ha escrito mucho, y se le conoce su instinto asesino y de dictador, cuyo fusilamiento, en el Cerro Barón, en Valparaíso, fue aplaudido.) Alonso de Ercilla, en La Araucana, consideraba a las mujeres mapuches como personas valientes y luchadores, (Fresia, con su hijo en brazos, le reprocha al Toqui Caupolicán por cobarde por no haber luchado contra los españoles).
La pareja de Pedro de Valdivia, Inés de Suárez, fue castigada por el “rey” patriarcal, que obligó a Valdivia a volver a su lecho nupcial con su esposa, Marina Ortiz de Gaete. En la mitología chilena, la Quintrala, es pintada como la mujer demoníaca, en una época en que los curas y las congregaciones religiosas se disputaban las conquistas sexuales.
Las sufragistas en el mundo luchaban por el derecho al sufragio femenino; en Chile, a finales del siglo XIX, aprovechándose de un resquicio de la ley por el cual no se determinaba el sexo para el derecho a votar en elecciones, (se suponía que se refería sólo a los varones), varias mujeres se inscribieron en los registros electorales para votar por el candidato Benjamín Vicuña Mackenna, pero de ahí en adelante, y hasta 1949, se especificó que sólo los varones tenían derecho a voto.
Las mujeres, antes del siglo XX, sólo se les permitía estudiar pedagogía, como extensión de la maternidad, pero dos de ellas, transgrediendo la regla y la tradición, se inscribieron en la Escuela de Medicina, teniendo que soportar la burla y el acoso continuo, (especialmente cuando practicaban en cadáveres masculinos).
Hacia 1936, la primera vez que las mujeres votaron en unas elecciones municipales, el Partido Conservador se opuso sin medir que era la iglesia, la institución que ganaría cualquier elección, pues los clérigos les aconsejaban votar por el Partido Conservador que, por lo regular, defendía los derechos de la iglesia.
En 1953 las mujeres votaron en una elección presidencial chilena, (la mayoría lo hizo por el general Carlos Ibáñez del Campo, apoyado por el primer Partido Femenino Chileno, liderado por María de la Cruz, y a quien debieron construir un baño particular, como única senadora hasta esa fecha). María de Cruz era peronista y amiga personal de Evita Perón, la primera latinoamericana que impuso el voto femenino.
En los albores del siglo XX, dos mujeres bonitas y brillantes hicieron sucumbir a los hombres, la actriz Sara Bernhardt , (de origen francés, que arribó a Chile durante el gobierno de Balmaceda), y en 1913, nacida en Puerto Rico, Belén de Sárraga, feminista, anarquista y anticlerical, que fundó, en el norte de Chile, varios Clubes con su nombre; fue invitada a Chile por el fundador del Partido Comunista Luis Emilio Recabarren, cuyo coche fue conducido por hombres notables de la época, entre ellos, los escritores Ángel González Vera y Manuel Rojas.
Hacia 1964 la iglesia y los jesuitas se pasaron del Partido Conservador a la Democracia Cristiana, donde encontraban a Jesús cada vez más parecido a Carlos Marx. Las mujeres principales democratacristianas visitaban, por primera vez, los barrios marginales de las principales ciudades, y enseñaban pobres cómo evitar, por algunos métodos contraceptivos, la proliferación de hijos, (¿enviados por Dios?).
Al fin, en este agitado 2021, las mujeres dominarán a los machos oligarcas, siúticos, ladrones y peludos.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
08/03/2021