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Chile y la cultura del control

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En la sociedad neoliberal, la élite oligárquica que la maneja centra su quehacer en la administración, mas que en la política. Ya vivimos en la sociedad política diseñada por ellos, no necesitaríamos plantearnos modificaciones ni nuevos órdenes sociales. Particularmente desde que este capitalismo posmoderno descubrió que la democracia liberal es un obstáculo para su sostenimiento y expansión. Y ni hablar de otras formas de democracia (popular, comunitaria, etc.) Esas son comunismo y anarquía pura.
Así, lo administrativo es su eje rector; y la administración es control, orden, método y sistema. Y nada mejor para este logro que la arquitectura e infraestructura de la comunicación electrónica. El capitalismo de vigilancia ha establecido la cultura del control, porque la cultura misma se ha transformado en una industria global, en su sostenimiento y desarrollo.
Como si fuera lo mas natural del mundo y operando sobre hechos consumados, no bien asumió el Dr. Paris como nuevo Ministro de Salud de Chile le informó al país que la Universidad del Desarrollo (la misma industria educacional de la que Joaquín Lavín era importante socio) puso a disposición de su Ministerio un sistema de seguimiento por GPS para observar los movimientos de la población durante la cuarentena. Consiste en el seguimiento de la geolocalización de mas de cuatro millones de celulares. Los datos se los entrega Telefónica, y Cisco Systems (multinacional estadounidense con sede en California) los provee de los software para administrar estas bases de datos que la UDD aplica a Chile. Esto ya lleva meses funcionando y debiera escandalizar a todos. ¿Porqué Telefónica suministra-vende información privada de cuatro millones de sus usuarios? ¿Con autorización de quién? ¿Con el control de quién? Por cierto que ellos nos dicen que es anónimo, que son paquetes de miles de movimientos que permiten seguir un patrón de movilidad. Pero para armar estos ‘paquetes’ es necesario primero acceder a los cuatro millones de números de teléfonos celulares. Como ha dicho Julian Assange “Un teléfono celular es un dispositivo  de rastreo que también efectúa llamadas”.
Esta tecnología de vigilancia permite la vigilancia estratégica, pero también la vigilancia táctica. Por ejemplo, con motivo de la pandemia y el shock social emanado de ella, todo Chile ha estado dispuesto a entregar sin cuestionamiento alguno todos sus datos personales a la “Comisaría Virtual” (nombre, Rut, dirección, número celular, lugar al que se dirige etc.) para poder salir de casa (vigilancia estratégica) De esta forma hoy la policía chilena, y la empresa que les otorga el soporte,  tienen una base de datos actualizada de casi todos los chilenos, incluidos sus teléfonos celulares. ¿Qué tal si cruzamos esta información con el software de la UDD –u otro- y  las movilizaciones sociales? Podemos saber (vigilancia táctica) quiénes son exactamente los que están protestando en Vic. Mackenna con Departamental, en Pza. Ñuñoa o en Pza. Dignidad. Con nombre, dirección y Rut.
¿Qué va hacer Carabineros y las empresas que administran estos sistemas con todos estos datos una vez que termine la pandemia? ¿Quién controla el uso de toda esa información? ¿Es confiable Carabineros y las empresas privadas que usan de soportes, adjudicadas en licitaciones dirigidas o compras directas? ¿Cuál es el control de las instituciones y la sociedad civil sobre esto? Nuestras vidas privadas, en efecto han ingresado a un espacio militarizado, a una militarización de la vida civil.
Esta arquitectura de las nuevas tecnologías se está convirtiendo en un tema central para la democracia y la libertad. La democracia liberal al menos preconizaba asegurar tres libertades básicas: la libertad de movimiento, la libertad de pensamiento y la libertad económica. Todas ellas están siendo arrasadas por el capitalismo de vigilancia y la cultura del control.
Otro gran tema para salvaguardar en una futura nueva Constitución de verdad democrática.



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