La derecha renovada y la mexicanización de Chile
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Durante la mayor parte de su historia, las élites que dirigieron Chile tuvieron un sentido colectivo de la organización social. Su clímax político ideológico tal vez se alcanzó con la concepción portaliana de Nación, que la concebía en torno a un Estado fuerte, unitario y centralizado. Algo así como una gran hacienda pública. Pero una hacienda también es una colectivo, que consagra, como no, la desigualdad, el dominio y la servidumbre, pero que no deja de ser colectiva. Porque no todo colectivo es democrático e igualitario. Y es necesario decirlo porque en el discurso de la derecha ‘renovada’ de hoy e incluso del progresismo ‘renovado’, cualquier alusión a un proyecto colectivo los escandaliza como un griterío del rojerío.
La construcción de la Nación chilena –con todos los defectos que pueda tener- la hizo el Estado, no los particulares. Fue este órgano, en representación o atribuyéndose una representación del colectivo, la que creó su sistema jurídico, sus fuerzas de orden, su sistema sanitario y educacional, sus carreteras y caminos, sus puertos, aeropuertos, sistemas de comunicación, etcétera.
Los opositores chilenos a esta concepción también planteaban soluciones o modelos colectivos. Todo el movimiento obrero y de trabajadores buscaba soluciones comunes a sus problemas. Y en política los conglomerados opositores también preconizaban modelos colectivos. Desde los radicales impulsando al Estado como actor gravitante en el desarrollo económico y educacional de todo el país, a los socialistas y comunistas planteando una nueva sociedad, también colectiva: la sociedad socialista.
La Democracia Cristiana surgió también con un proyecto ideológico colectivo: el comunitarismo (J. Maritain, G. Marcel, E. Mounier) una alternativa al comunismo ateo, que recogía lo mejor de la concepción social cristiana y que en economía planteaban el cooperativismo (la creación de cooperativas de trabajadores) como alternativa al estatismo económico marxista y al capitalismo manchesteriano duro.
En esa época habría sido inaudito para todos, que Jorge Alessandri, presidente de Chile y Gerente de la Papelera, hubiera planteado la privatización de la educación y que las universidades públicas se autofinanciaran. O la privatización de las pensiones, la salud, las carreteras y túneles, el agua y todas las empresas públicas. Es mas, en 1970 toda la derecha votó por la nacionalización del cobre y las riquezas básicas de Chile, la que fue aprobada en el Congreso por unanimidad. Hoy el presidente Alessandri (o su presidencia) estaría claramente a la izquierda del Partido Socialista.
El efecto que estos mas de cuarenta años de neoliberalismo ha tenido sobre los chilenos ha sido demoledor. Se podría decir que la sociedad completa fue puesta por el revés. Una nueva cosmovisión se instaló, con nuevos valores y relatos que se diseminaron por toda la sociedad y sus instituciones.
Así, durante toda nuestra historia los chilenos vivimos ideológica, política, económica y culturalmente, viendo y viviendo la sociedad como un colectivo; de derecha, de centro o de izquierda, pero colectivamente.
Hasta que el Golpe del 73 ‘renovó’ a la derecha e instauraron el modelo neoliberal, que consagra el individualismo (de personas naturales y jurídicas) como el motor que mueve toda la sociedad y rige toda sus relaciones. Para Chile fue un cambio en el paradigma histórico, brutal e inédito (no así, para los EE.UU por ejemplo, donde el mito del individuo es fundacional, está en sus orígenes. Y en buena medida explican los mas de 70 millones de votos que obtuvo Trump)
El efecto que estos mas de cuarenta años de neoliberalismo ha tenido sobre los chilenos ha sido demoledor. Se podría decir que la sociedad completa fue puesta por el revés. Una nueva cosmovisión se instaló, con nuevos valores y relatos que se diseminaron por toda la sociedad y sus instituciones. Eso incluyó a nuestra tradicional izquierda que se ‘renovó’, manteniendo un discurso progresista que nada tenía que ver con su acción política, que consistía precisamente en mantener e incrementar el poder de la nueva oligarquía neoliberal. La derecha ‘renovada’ también mantuvo su discurso tradicional (familia, patria, tradiciones) como un discurso de utilería, porque lo que realmente importaba es que el individuo sea libre de apropiarse de todo lo que pueda, acumule todo lo que sea capaz y consuma ad nauseam. Todos los chilenos hasta los 50 años, nacieron o se criaron bajo los parámetros culturales e ideológicos del individualismo neoliberal. Y después de los 90 con el advenimiento de la era Thatcher-Reagan, el planeta casi al completo. Chile, ¡qué orgullo! fue el precursor.
La ideología del individualismo neoliberal es el mas eficaz y completo instrumento de dominio.
En los años 70 Pasolini refiriéndose a la sociedad de consumo hablaba de ‘la nueva cara del fascismo’. Hoy se habla de capitalismo cognitivo, el que no solo es una ideología que toque al mundo académico y del conocimiento, sino que se expande a la visión de mundo de todos los individuos, entendiendo por ideología una maquinaria reproductora de dominio, en este caso, de dominio simbólico. Un totalitarismo de nuevo cuño.
El resultado ha sido una acelerada ‘mexicanización’ de Chile. Todos nuestros Partidos se comportan como el PRI (al respecto, ruego encarecidamente leer a Héctor Aguilar Camín) o sea, como máquinas electorales y de clientelismo destinadas a mantener el statu quo, financiadas por el empresariado y deshuesadas ideológicamente. Las instituciones públicas se van deshaciendo y corrompiendo, y dejan de ser eje articulador de la Nación, para ser botines del mundo político-privado. La culminación del proceso, ya lo vemos, es el veloz crecimiento del narcotráfico y del crimen organizado.
A la base de este proceso está la impunidad. Y cuando en una sociedad se instala la impunidad, o sea, esa capacidad que tiene el individuo de hacer y decir lo que se le antoje sin tener que responder por sus dichos y sus hechos (desde el Presidente de la República o de los empresarios, hasta el último pandillero de población) estamos frente a una descomposición estructural de la Nación, se ha afectado el pegamento moral y de justicia que lo mantiene adherido como colectivo.
Ad portas de un proceso Constituyente y parafraseando a Camus respecto a la Francia de posguerra, podríamos decir que Chile necesita una reforma moral y una reforma política como las dos caras de una misma moneda; precisamente para impedir que una nación entera sea juzgada por los escandalosos beneficios de unos pocos miserables.
Por Mauricio Bravo A.
Gino Vallega says:
Tanto va el cántaro al agua que al fin , se quiebra : esperemos que en Abril el pueblo sepa elegir a independientes para crear una nueva constitución distinta a la actual y mejor para el colectivo llamado Chile.