Los Jesuitas y el poder y la gloria
Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 21 segundos
Al escándalo desencadenado a causa de la doble vida del sacerdote Renato Poblete, en que se sumaron 22 denuncias, se agregan hoy otras 24 – cuando llueve, los Jesuitas también se mojan -: al caso Poblete hay que agregar los abusos del Padre Guzmán Astaburuaga, profesor de religión en el Colegio del Bosque que, en los retiros espirituales se tomaba la libertad de fotografiar desnudos a los niños, fotografías que exponía en la puerta de la rectoría. Antes había explotado el escándalo del ex provincial Eugenio Valenzuela, a quien también se le acusa de abusos al padre Leonel Ibacache , en el Colegio San Luis, de Antofagasta.
Según el fiscal nacional Jorge Abbott, hay actualmente más de diez casos de jesuitas investigados por presuntos delitos sexuales contra menores, (hay que agregar algunos de ellos, con apellidos de políticos de la UDI: los curas José Miguel Leturia hoy fallecido, Alejandro Longueira Montes y el ya mencionado, Jaime Guzmán).
Desde su fundación por San Ignacio de Loyola, en plena Contrarreforma Tridentina, los jesuitas han sido amados y odiados: ya Blaise Pascal, el gran jansenista, sabía usar la ironía para denostar la brillante oratoria barroca de los jesuitas, convirtiéndola en paradójicas sentencias: “el hombre no es ni ángel ni bestia”, la famosa apuesta en favor de Dios, y tantas otras que hoy nos parecen geniales y en su época no eran más que sermones de frailes de la compañía.
Voltaire, alumno de los colegios regentados por jesuitas, se burlaba a destajo de sus maestros, quien odiaba a “la Infame” – así llamaba a la iglesia – y si bien odiaba a los jesuitas, consideraba muy útil la labor de los curas de campo quienes, prometiendo el paraíso luego de la muerte, mantenía contentos y sumisos a los pobres y campesinos en la tierra. En general, la gente conoce normalmente el Voltaire del Tratado sobre la tolerancia, y del Caso de la familia Calas, y no su faceta de especulador y explotador.
Durante el siglo XX ha habido otros famosos alumnos de los jesuitas, entre ellos los hermanos Castro Ruz y muchos otros mandatarios, líderes, dictadores y dirigentes políticos.
La misión de los jesuitas como educadores se ha centrado en la formación de las élites, a través de una extensa red de colegios, universidades y centros de investigación científica; su enorme poder, por ejemplo, en la Europa monárquica y en las misiones en Asia, África y América Latina suscitó la sumisión de muchos, como también la envidia de los poderosos.(ver Película silencio sobre la masacre de jesuitas en Japón )
En 1737, el rey Carlos III y su ministro, el Conde de Aranda, promulgaron la Pragmática Sanción por la cual se expulsaba a los jesuitas de España y sus colonias. En el exilio en Italia los jesuitas aportaron nuevas perspectivas a la historia, la crónica y las ciencias naturales, (baste recordar, en el caso chileno, al cronista Alonso Ovalle, y al tantas veces citado, el teólogo Manuel Lacunza y al Abate Molina). (Mi primer trabajo de investigación en el archivo de indias en Sevilla fue sobre la influencia de la expulsión de los jesuitas en nuestra independencia)
El intelectual mexicano José Vasconcelos escribía que la conquista de América la hicieron los indígenas, y la independencia, los españoles; nada más acertado, pues Hernán Cortés jamás hubiera podido conquistar México sin el apoyo de los indígenas, mientras la independencia – que fue una guerra civil – no hubiera existido sin el apoyo de los jesuitas expulsado.
Don Diego Barros Arana, autor de una voluminosa Historia General de Chile, plagiada por Francisco Antonio Encina, era un enemigo jurado de los jesuitas, quien sostenía que la Compañía de Jesús siempre estaba donde se encontraba el poder. Los mapuches chilenos deben al sacerdote jesuita Luis de Valdivia, el establecimiento de su territorio desde el Bío Bío al sur, poder basado en su habilidad para dialogar, motivar y convencer.
Cuando don Diego Barros Arana – según los católicos olía a `azufre`, y las “señoras” pasaban a la otra acera al divisarlo, creyendo que se encontraban frente al mismísimo demonio. En 1891, en plena guerra civil, don Diego Barros se asiló en el Convento de la Recoleta, y recitaba de memoria diariamente el breviario a los monjes: era un mata curas, pero dotado de gran inteligencia y erudición. (BARROS ARANA DIEGO RIQUEZAS DE LOS ANTIGUOS JESUITAS)
En el siglo XX los jesuitas tuvieron un poder e influencia decisivos en los partidos políticos católicos, fundamentalmente en La Falange y, posteriormente, en la Democracia Cristiana. El Padre Hurtado era un gran amigo de mis dos abuelos – uno conservador y el otro liberal -, y mi madre recordaba que al Santo chileno le encantaba hablar de política prefiriendo esos temas que absolver los problemas de conciencia de mis abuelos. Hoy todos los fariseos chilenos alaban a San Alberto Hurtado, a quien antes criticaban por ser un “cura rojo” y que protegía a “los rotos en situación de calle”.
En el Chile clerical los curas eran mayoritarios en el directorio del Partido Conservador, y en los años 60 del siglo pasado se convirtieron en los pastores y directores espirituales de algunos líderes democratacristianos. Posiblemente, muchos no recuerden que la revista Mensaje, que publicó dos números especiales dedicados a las revoluciones latinoamericanas, decisivas en el triunfo de Eduardo Frei Montalva, en 1964. Uno de los asesores de la Democracia Cristiana era el jesuita Roger Vekemans, fundador de la Escuela de Sociología de la Universidad Católica.
Los jesuitas están acostumbrados a superar las crisis: así ocurrió con el cataclismo de la reforma protestante, luego, con la expulsión de Francia, Portugal y España, durante el siglo XVIII, y posteriormente, con su disolución, decretada por el Papa Clemente XIV.
Hoy, para superar una de sus más graves crisis el único camino es reconocer la verdad de los graves abusos que han cometido muchos de los integrantes de la Compañía, privilegiando a las víctimas y no a la institución.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
02/08/2019
Diego Bp says:
EGO
¿Cual es la importancia de estos dos paragrafos dentro del articulo? Ninguno mas alla de alimentar el notorio ego y mundialmente conocido nepotismo de Gumucio.
(Mi primer trabajo de investigación en el archivo de indias en Sevilla fue sobre la influencia de la expulsión de los jesuitas en nuestra independencia)
El Padre Hurtado era un gran amigo de mis dos abuelos – uno conservador y el otro liberal -, y mi madre recordaba que al Santo chileno le encantaba hablar de política prefiriendo esos temas que absolver los problemas de conciencia de mis abuelos.