En ocasión del aniversario de la independencia. Embajador de Argelia en Chile habla sobre las históricas relaciones entre los dos países
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Argelia es un país ubicado en el norte de África con 44 millones de habitantes, cuya identidad y trayectoria histórica se confunden con la lucha de su pueblo para lograr su independencia política y su soberanía económica.
Su posición geográfica central en la intersección de tres áreas geoestratégicas (África, Mediterráneo y Mundo Árabe) y la riqueza de su subsuelo, hacen del país un punto de entrada y de tránsito, así como un preciado destino para los inversionistas.
Considerado el mayor país de África con una superficie de cerca de 2,4 millones de Km2, Argelia en su historia tiene varios puntos con Chile, los que probablemente hicieron provocar especial oposición a la decisión de la Cancillería de nuestro país de cerrar su embajada, medida que finalmente se revirtió. Para analizar el presente y futuro de las relaciones bilaterales, conversamos con el representante de ese país en Chile, Mohamed Sofiane Berrah.
Se habla de paralelos de similitudes entre la historia de Argelia y Chile ¿Cuáles serían, teniendo en cuenta que aparentemente se trata de realidades muy diferentes?
Siempre es necesario evitar abordar a cualquier país estableciendo generalidades, pues estamos frente a realidades históricas, culturales, políticas y lingüísticas muy distintas. Es una evidencia. Aunque, diferentes en varios de sus aspectos esenciales, las trayectorias históricas de Argelia y Chile presentan características comunes y ciertos puntos de encuentro que resumiría en tres elementos:
Primero, ambos países lograron su independencia luego de una lucha armada contra una fuerza de ocupación extremadamente poderosa: la española en el caso de Chile y la francesa en el de Argelia. Para aquellos que no conocen la historia de mi país, tengo que precisar que la independencia de Argelia fue conquistada en julio de 1962, después de 132 años de ocupación ilegal y cerca de 8 años de guerra sangrienta, que estalló el primero de noviembre de 1954 y que cobró 1,5 millones de vidas.
Segundo, ambas naciones conocieron ciclos políticos más o menos agitados en los que incluso podemos encontrar una coincidencia de fecha como la del 5 de octubre de 1988 que marca, tanto en Argelia como en Chile, un giro mayor en el advenimiento del multipartidismo y de la transformación del paisaje político.
Finalmente, me gustaría agregar que, inscribiéndonos en el corto plazo, ambos países han conocido en 2019 movimientos populares portadores de una visión generosa y de una gran claridad política para el cambio. Para evitar el desborde de estas dinámicas ciudadanas y responder pacíficamente a las expectativas populares, la elección sensata y responsable de las autoridades de ambos países de seguir la vía institucional propiciando la enmienda constitucional – luego del plebiscito del 25 de octubre en Chile y el 1 de noviembre en Argelia – como un primer paso en la vía de la reconstrucción del sistema político y del mundo de la gobernabilidad.
Desde mediados del siglo pasado hubo acciones de solidaridad desde Chile con la independencia de Argelia, lo que en parte ayudó a acercar la relación entre ambos países durante el gobierno de la Unidad Popular ¿Cuáles fueron esas acciones?
¡Así es! Se trata de uno de los aspectos más desconocidos de la historia de nuestros dos pueblos que, desafortunadamente, no ha sido objeto de suficiente atención ni de interés por parte de historiadores e investigadores, tanto en Argelia como en Chile.
Para llenar esta laguna de nuestra memoria histórica, la Embajada de Argelia ha iniciado hace algunos meses un trabajo de investigación tendiente a llegar a las fuentes de la solidaridad chilena en relación a la lucha del pueblo argelino y a identificar sus principales actores, y cuyo objetivo es encontrar las expresiones materiales de esta solidaridad.
Los primeros resultados de esta investigación han revelado, con una densidad insospechada, manifestaciones de simpatía y solidaridad cruzadas entre las elites políticas y universitarias.
Para resumir, los archivos consultados muestran que el encuentro entre los militantes independentistas argelinos y los intelectuales chilenos, mayoritariamente, aunque no solo de izquierda, se crearon círculos de reflexión en torno a las nociones emergentes de “tercer mundo” y “no alineamiento”, en el seno de los cuales la comunidad chilena de origen árabe sirvió de unión para hacer conocida la causa argelina en Chile y en el resto de los países de América Latina.
Expresiones tangibles de solidaridad y de apoyo al combate liberador de Argelia son numerosas en las columnas del “Mundo Árabe”, publicación editada por la comunidad árabe en Chile que, entre 1956 y 1962, daba cuenta regularmente del desarrollo de la revolución argelina y denunciaba activamente la brutalidad del sistema colonial francés en Argelia, intentando siempre suscitar una reacción oficial de las autoridades chilenas a este respecto.
Para dimensionar la importancia y profundidad de esta solidaridad , citaré como ejemplo el precioso apoyo del ex presidente Salvador Allende, senador por aquel entonces, y quien había recibido en 1961, en la sede del Senado, a los representantes de la delegación permanente del Gobierno Provisorio de la República Argelina (GPRA), en gira en la región, en el marco de una misión de información tendiente a dar a conocer la revolución argelina y a movilizar apoyos para su causa entre las élites latinoamericanas.
Este interés por Argelia se ha mantenido y consolidado después de su independencia, confortado por el establecimiento, en 1962, de las relaciones diplomáticas y la apertura, en 1963, de la embajada de Chile en Argelia en tiempos del gobierno de derecha de Jorge Alessandri. Todo esto hace de Chile el primer país latinoamericano en abrir una representación diplomática en mi país.
Hay también una historia de intercambio cultural ¿en qué consistió?
Se trata de un aspecto menos conocido de las relaciones bilaterales y al cual le otorgamos igual importancia en tanto que vector del acercamiento y de la comprensión entre nuestras dos sociedades pluriculturales.
Para darles un ejemplo, pocos conocen el interés del célebre artista y pintor chileno Roberto Matta por la condición del pueblo argelino bajo la ocupación francesa, razón por la cual ha consagrado dos obras mayores a través de las cuales ha denunciado la tortura, transformada en práctica sistemática en las cárceles francesas del período colonial.
Del lado argelino, encontramos la misma expresión artística de solidaridad del pueblo argelino con los exiliados chilenos del tiempo de la dictadura, de los cuales una buena parte vivió en Argelia entre 1973 y 1986, inmortalizada en la obra de Mohamed Khedda intitulada “Banderole pour le Chili” (Banderola para Chile)
Es evidente que lo anterior es solo un ejemplo, entre tantos otros, que refleja la solidaridad entre los artistas argelinos y chilenos a pesar de la distancia que los separa.
¿Cuál era la visión de mundo que Chile y Argelia compartían durante la Unidad Popular, especialmente a través de los países no alineados?
Entre 1970 y 1973, justo después del advenimiento del gobierno de la Unión Popular, las relaciones entre los dos países conocieron un auge y una densidad inesperadas bajo el impulso de los carismáticos líderes de la época, en este caso Houari Boumediene y Salvador Allende.
La similitud de miradas entre ambos líderes era asombrosa, ambos deseaban profundamente trazar su propia vía en el camino hacia el desarrollo lejos de todo dogmatismo ideológico y sin tener que alinearse con alguna doctrina dominante, partiendo de la base que la independencia política estaría inacabada sin su correlato natural, es decir, la soberanía económica y el pleno aprovechamiento de las riquezas naturales de sus suelos y subsuelos.
Por otro lado, las dos direcciones políticas compartían la misma visión acerca de la necesidad de no dejarse atrapar por el contexto mundial marcado por una bipolaridad creciente y hacer causa común para sentar las bases de un nuevo orden mundial y apoyar el combate de los pueblos colonizados por la autodeterminación.
Todos los principios e ideales comunes han constituido los elementos de una hoja de ruta defendidos y promovidos por este tándem, con el apoyo de otros países , en el seno de los organismos multilaterales como la Organización de Naciones Unidas, el Grupo de los 77, el Movimiento de los países no Alineados, y la Conferencia de las Naciones Unidad sobre Comercio y Desarrollo, cuyos debates ayudaron a enriquecer y orientar las acciones acerca de temáticas tan importantes como la soberanía de los recursos naturales y la emergencia de un nuevo orden mundial más sostenible.
Argelia está ubicada en una zona de importantes disputas a nivel mundial ¿Cuál es su posición sobre los hechos que afectan a la región?
Para comprender las posiciones de mi país y su rol en su vecindario inmediato y extendido hay primero que recordar los fundamentos de su política extranjera que siempre ha sido objeto de una adhesión total por parte del pueblo argelino.
La política exterior de Argelia se forma en una base de valores inspirados en su historia y en sus tradiciones ancestrales de solidaridad y de buena convivencia. Esto justifica su constante apoyo al derecho de los pueblos colonizados a la autodeterminación, su oposición a toda injerencia en los asuntos internos de los países, su inclinación a privilegiar la resolución pacífica de los conflictos y el respeto del derecho internacional. En su ejercicio, la diplomacia argelina obra igualmente para ofrecer oportunidades de colaboración y cooperación al servicio del desarrollo nacional.
A través de tal orientación perenne y pragmática, Argelia ha cultivado una relación de simpatía y de respeto mutuo con casi todos los países del mundo, y se ha impuesto como un actor regional indispensable, un socio estratégico y una fuerza de equilibrio que privilegia la eficiencia en vez de la polémica y actúa con responsabilidad y discreción.
En cuanto a la coyuntura en su zona de pertenencia, el método argelino en materia de resolución de las diferentes crisis es una referencia creíble y elogiada que capta la atención y el respeto de la comunidad internacional por su seriedad, su coherencia y su carácter desinteresado.
De esto dan cuenta su rol decisivo en la resolución de la crisis en el norte de Mali, en 2015, y su apoyo a la mediación de las Naciones Unidas en Libia en la búsqueda de una solución política, a través de un proceso inclusivo y pacífico, sin interferencias extranjeras.
No hay que perder de vista que estos focos de tensión, situados en las fronteras este y sur de Argelia, además de amenazar su propia seguridad, intervienen en una región que ya está profundamente marcada por un nivel de desarrollo muy débil, por la sequía, por múltiples intervenciones extranjeras y por una inseguridad crónica por causa de la presencia activa de grupos terroristas y de crímenes de todo tipo.
En este contexto complicado y altamente inestable, Argelia actúa metódicamente y con seriedad, apoyándose en su proximidad geográfica, humana e histórica con los pueblos de la región.
Agregaría a este panorama el apoyo constante de Argelia a la causa del pueblo palestino para la edificación de un Estado soberano dotado de una continuidad territorial, con la ciudad de ‘Al-Quds’ por capital, así como al derecho del pueblo Saharawi a la autodeterminación, conforme a la Carta de Naciones Unidas y a la legalidad internacional.
En relación con las cuestiones transnacionales como la lucha antiterrorista, Argelia dispone de una experiencia pionera y consagrada, apoyándose en un ejército profesional que demostró su eficacia operativa en el desmantelamiento y la eliminación de los grupos terroristas que asolaban al país durante los años 1990.
Sin embargo, a causa de la complejidad del orden regional e internacional, de la proliferación de las armas y de las interconexiones entre grupos terroristas y las redes criminales en la región y de la ausencia de los marcos institucionales fuertes en la mayoría de los países del Sahel, Argelia ha desarrollado un acercamiento que descansa en dos ejes: 1) trabajar para encontrar un consenso de seguridad regional a través de iniciativas operativas concertadas, apuntando a la coordinación entre los servicios de seguridad y de inteligencia; 2) encontrar soluciones perennes para reducir la pobreza que alimenta los conflictos y la inseguridad.
¿Podría hablarnos del conflicto en el Sahara occidental, poco conocido en Chile?
El Sahara occidental es una antigua colonia española situada entre Marruecos, Argelia al noreste y Mauritania al este y al sur. El conflicto en este territorio no autónomo opone al Frente Polisario, representante legítimo del pueblo saharaui, a Marruecos, potencia que ocupa ilegalmente este territorio no autónomo desde 1975 y que explota masivamente sus riquezas naturales en desmedro de las reglas del derecho internacional.
Se trata de una cuestión de descolonización cuyo reglamento, bajo el auspicio de la ONU, ha sido continuamente entrabado por Marruecos y sus aliados en el Consejo de Seguridad, lo que no ha permitido al pueblo saharaui ejercer su derecho legítimo e imprescindible a la autodeterminación.
Desde mayo del 2019, es decir desde la demisión del enviado personal del secretario general de la ONU para el Sahara occidental, el ex. presidente alemán Horst Kohler; la organización acusa un retraso inexplicable en cuanto al nombramiento de su sucesor, situación que aleja las perspectivas de resolución de este conflicto y prolonga el sufrimiento y la desolación de miles de refugiados diseminados un poco por todo el mundo.
¿Cómo podría proyectarse una relación entre Argelia y Chile hacia el futuro, una vez que las autoridades chilenas desistieron de crear la embajada en ese país?
Es evidente que el congelamiento de la decisión de las autoridades chilenas de cerrar la embajada de Chili en Argelia nos da la ocasión para aprehender el presente y el futuro de nuestras relaciones con serenidad y optimismo.
Existen por supuesto aquellos quienes consideran que la distancia geográfica que nos separa, la modestia de nuestros intercambios comerciales (cerca de 35 millones de dólares en 2019) y el hecho de que seamos parte de dos comunidades lingüísticas distintas, son obstáculos para el acercamiento de nuestros países.
Honestamente, no comparto esta visión. Considero que, por el contrario, en un contexto globalizado como en el que vivimos, nuevas formas de cooperación pueden emerger con solo un poco de voluntad política y que oportunidades y marcos pueden ser creados e incentivados para establecer relaciones comerciales y favorecer los intercambios en diferentes ámbitos.
En definitiva, la relación entre dos Estados no debe ser juzgada según la actualidad contingente ni las estadísticas comerciales. Esta relación está hecha de valores y de combates compartidos.
He evocado aquí varias referencias históricas que nos permiten apreciar la calidad y la solidez de las relaciones que unen a nuestros dos pueblos. Soy plenamente consciente de que esto no basta y que debemos también proyectarnos en el futuro y trazar nuevas perspectivas que van a consolidar estos cimientos, reafirmar nuestros vínculos y servir a nuestros intereses mutuos.
Por el lado argelino, estamos trabajando para relanzar el diálogo político, para reforzar la coordinación y la concertación entre nuestros dos países en las instancias internacionales y para diversificar y aumentar nuestros intercambios económicos y comerciales.
En los ámbitos científico y técnico, vislumbramos con optimismo la posibilidad de intercambiar nuestras experiencias, de profundizar nuestra cooperación y de sacar partido de las ventajas comparativas que ofrece cada país en las áreas en las que haya realizado mayores avances.
Para terminar, la cooperación en el ámbito cultural se beneficiaría en sus múltiples expresiones, para consolidar los lazos de amistad entre los dos países y reflejar la diversidad, la riqueza y las profundas mutaciones del paisaje cultural en nuestras sociedades respectivas.
Fuente: Radio Universidad de Chile