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Infinitud: Memoria de la melancolía

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Infinitud es un concepto aplicado solo a lo divino que implica, absoluta posesión de toda perfección y carencia de toda limitación. Es el rasgo más expresivo de la divinidad. La infinitud de tiempo, es la eternidad, la infinitud de espacio es la inmensidad

Anaximandro es el primero que habla del infinito (apeiron) como fundamento inagotable del devenir y perecer de las cosas. Estas constan, según los pitagóricos y según Platón, de un elemento indeterminado (apei-ron) y de otro que determina (peras = lí­mite). Aristóteles se plantea la dificultad de unir la limitación de los cuerpos con su divisibilidad sin fin.

Es la sensación que queda luego de leer los poemas de Leonardo Acosta en su libro “Infinitud”.

En sus poemas, el autor enfrenta la cotidianidad con la intensidad de los sentimientos que lo inundan logrando que no exista una sensación de espacio y tiempo definidos lo que refleja nuestra época y sociedad cuyos cimientos, que se creían muy sólidos se estremecen y empiezan a dar paso a la realización de los anhelos de una sociedad más justa.

Es justamente ese estremecimiento social, las que potencian los sentimientos extremos de los seres humanos y por ellos sienten la necesidad de expresarlos replanteándose todo aquellos que se sentía como certeza como la trascendencia, la existencia, el dolor, la vida, la muerte y el lugar que tiene la especie humana en la inmensidad del absoluto.

“En estos momentos la poesía -dice Leonardo Acosta en el epílogo de Infinitud- es una realidad de expresión y reconexión con la esencia más pura de la vida. El poema, debe resultar como un cauce liberador que conduzca a vislumbrar con mayor intensidad, el camino que nos lleva al conocimiento de nosotros mismos. A través de ella podemos reivindicar el diálogo —a veces perdido— con nuestra conciencia y abrir aún más nuestros ojos interiores, para buscar una respuesta a los grandes problemas de la humanidad”.

Pablo García Inés, explicaba que “vivimos para construir recuerdos… y al recordar nos construimos. La nostalgia es el privilegio eterno de los hombres dignos. Añorar, el mayor homenaje a la memoria viva.”

Por ello, en los poemas de Leonardo Acosta. se impregna la melancolía y la nostalgia de un pasado y a los recuerdos, supuestamente destruidos por el tiempo y la ausencia, pero, que siempre están presentes en la vida de las personas porque, según el autor, el presente es una fábrica de recuerdos.

Al leer sus poemas, el lector tiene la sensación que el autor recibe la herencia de poetas como Antonio Machado o Juan Ramón Jiménez, la de Luis Cernuda o la de César Vallejo, la de Pablo Neruda o la de los grandes poetas peregrinos, arrancados de sus países, de sus hogares, de sus vidas aún no acabadas.

Poema de la añoranza, memoria de una nostalgia, emoción de una estética contenida en lo íntimo, insuperable autobiografía de la emoción, imagen detenida en la esperanza simbólica de que nada ha cambiado en el patio de su casa, evocación de la poesía del destierro que era también de la exaltada en la continencia de la poética

Tal como escribiera Pedro Gutiérrez Ruiz, en su artículo Poética de la nostalgia, “poética de la nostalgia, canción perfecta para consolidar, con brevedad inusitada, el lirismo combativo de la emoción íntima que aquellos poetas andaluces que quedaban aquí, si es que había alguno que escribiera sin confundirse como aquella paloma desterrada, podían comprender: como un pregón donde palabra y símbolo se eternizan en la levedad de una sutil y estremecedora universalidad de la memoria”.

 

 

 

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