Libertad v/s responsabilidad
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El rector Peña ha escrito un artículo donde confronta dos valores sociales que se encuentran, para él, confrontados y que, finalmente el académico toma partido por el valor liberal de preservar el derecho de opinión como libertad más relevante.
Es cierto que la libertad de opinión forma el pilar de una sociedad democrática, sin esa libertad simplemente se borra toda posibilidad de construir una sociedad a escala humana.
Las dictaduras, los autoritarismos y los engavillamientos monopólicos, a lo primero que echan mano es, justamente, a bloquear las libertades de opinión y desde ahí poder tejer todas sus trapacerías de abusos, violaciones y maltratos a la población que queda inerme, muda y degradada.
Por eso es que las libertades son siempre la base mínima para una convivencia viable a largo plazo.
Pero siempre una libertad lleva de compañera una responsabilidad, de lo contrario no será libertad sino libertinaje. La diferencia está en que la libertad se transita por la senda compartida del aprecio y consideración del otro. El libertinaje desconoce al otro, restringiendo su actuar sólo a los intereses y voliciones primarias del ego, el Yo o el gueto.
En consecuencia, la responsabilidad es un valor que se hermana con la libertas; nunca la libertad puede sobremontarse a la responsabilidad. Una sin la otra, paraliza la marcha.
El rector privilegia la libertad y la contrapone a la lucha por la verdad. La verdad debe aflorar, según él, del debate abierto por la libertad argumentativa. Pero la pregunta que cabe es ¿se puede siquiera aproximar a un diálogo sincero que encamine a la verdad si se parte del odio y el intento de destrucción o aniquilamiento?
Chile demuestra que es imposible. Llevamos casi 50 años discutiendo algo que se encarnó en el odio, el abuso, la mentira, el montaje y no nos hemos podido aproximar a un diálogo que siquiera simpatice con la sagrada verdad. Y esto se explica porque no se ha integrado el RESPETO Y LA RESPONSABILIDAD con respecto del otro. Por tanto no hay diálogo, sigue todo en soliloquios ensimismados, silencios cómplices y obstrucción judicial, con leyes secretas.
Rousseau declara que todos los hombres nacen libres, igual lo hace la declaración de principios de la Constitución Americana. Pero son las instituciones que el hombre crea las que se encargan de limitar y oprimir esas libertades. En “El Contrato Social”, Rousseau comienza denunciando esas opresiones para al final terminar justificando una cantidad de restricciones a las libertades. De hecho, los revolucionarios terminan justificando la dictadura al partir defendiendo las libertades que ROUSSEAU reclamó.
Luego, los poderes de la burguesía acrecentada en poder dominante, usará esos derechos de libertad para imponer la más indigna esclavitud económica a la gran mayoría de la humanidad.
Por tanto, la libertad es una diosa que debe ser vigilada estricta y cercanamente, pues es veleidosa y acomodaticia, además de concesiva a los poderes de manera generosa.
Es cierto que la libertad resurge como el ave Fénix de las cenizas de la opresión para reclamar libertades, eso lo hemos vivido varias veces en nuestra historia. En ese sentido la libertad debe ser ensalzada como diosa de la dignidad. Pero esa dignidad que reclama como estandarte de sus luchas es una RESPONSABILIDAD. Sin eso sería un simple alzamiento de unos opresores para reemplazar a otros opresores, como ha acontecido en muchas revoluciones, a las que les faltó lo que el gran filósofo Charles Péguy denominó una moral : “La revolución será moral o no será nada”.
Por tanto, creo que el Rector Peña se va por el lado de la libertad ingenua, esa que Mirabeau definió como la “que rescataría al mundo de las absurdas opresiones que atenazan a la humanidad y dará paso a un renacimiento de la hermandad universal.” Poco tiempo después Robespierre le daría un mentis al proclamar el “despotismo de la libertad”. Una libertad que costó, según historiadores, más de dos millones de cabezas, entre guillotinas y guerras.
Y ese “despotismo de la libertad” lo vienen usando los partidarios del liberalismo económico como del colectivismo económico, con igual solvencia argumentativa, es decir con igual control de la libertad de expresión, que, al parecer, nunca es tan libre como la propone el Rector. El rector propone, más bien, un optimismo gratis de la filosofía.
por Hugo Latorre Fuenzalida