El deporte genera un nuevo orden mundial
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A lo largo de las últimas décadas, la influencia del deporte en nuestras vidas ha ido creciendo a pasos agigantados en todos los aspectos, ya que se ha convertido en una actividad indispensable para mantener la salud tanto física como mental. Sin embargo, también se ha convertido en uno de los principales motores económicos de nuestras sociedades, gracias a una espectacularización de sus eventos que cada vez cuenta con un mayor número de seguidores.
De esta manera, podemos atrevernos a decir que el deporte en sí mismo ha generado un nuevo orden mundial, entrando de lleno en la industria del ocio y el entretenimiento para convertirse en uno de los sectores que más inversiones reciben. Además, los países han apostado sin reparos por entrar en este juego, luchando por convertirse en anfitriones de los principales eventos como una de las formas más sencillas de impulsar su economía.
Uno de los ejemplos más notables de todo este proceso se puede observar con la última edición de la Copa Mundial Femenina de la FIFA, ya que el torneo contribuyó en el PIB francés con 284 millones de euros. De hecho, el último estudio desarrollado por la Federación Francesa de Fútbol (FFF), destaca que las audiencias televisivas superaron los mil millones de espectadores y el país galo superó el millón de turistas a nivel nacional y extranjero.
Gracias a ello, apreciamos cómo va comercializándose el fútbol femenino, algo que puede ser muy positivo para el desarrollo del deporte, pero que también implica otro tipo de consecuencias inevitables. Así, se ha entrado en una rueda del crecimiento que puede ser peligrosa, ya que este modelo de negocio en el que se basa el deporte actualmente no puede crecer a este ritmo vertiginoso a largo plazo.
El fútbol ha irrumpido en la industria del ocio y el entretenimiento gracias a un modelo de negocio que no deja de crecer
Por supuesto, el fútbol se ha situado en la cima de todo este fenómeno, debido a que cuenta con seguidores en todos los puntos del planeta. De este modo, en Latinoamérica desata pasiones inimaginables hace una décadas, especialmente en países como Chile, Colombia o Perú, donde sus combinados nacionales han experimentado un gran avance deportivo y se posicionan como favoritos para las principales apuestas deportivas.
Asimismo, la próxima edición de la Copa América 2021 espera batir todos los récords, algo que es muy positivo pero que puede hacer que los países no se centren en otras políticas públicas más importantes para su población. De hecho, cada vez es más común que surjan posturas en contra de la organización de este tipo de eventos, debido a la gran inversión que tienen que realizar los países en unas infraestructuras a las que no se les vuelve a dar uso.
Una influencia económica que también se extrapola al ámbito social y político
Finalmente, no podemos pasar por alto que la influencia económica del deporte también se ha extrapolado al ámbito social, estrechándose los lazos entre organizaciones deportivas y la administración pública. Así, hay muchos ejemplos que demuestran la utilidad de eventos deportivos para perseguir intereses políticos, aunque no todos ellos tienen por qué ser negativos (uno de los casos más famosos es el de la Copa Mundial de Rugby de 1995 celebrada en Sudáfrica).
Por lo tanto, es una realidad que el deporte ha generado un nuevo orden mundial, ganando peso en las decisiones económicas, políticas y sociales. Eso sí, depende de todos nosotros dirigir el rumbo de esta nueva tendencia, tratando de conseguir un beneficio para toda la sociedad.