Un triunfo insospechado contra los piratas de las AFP
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El Presidente, Sebastián Piñera, sólo representa a los más ricos de Chile: a partir del 18-O ya no gobierna. las pocas medidas que propone siempre favorecen a los empresarios y colegas de casta (mafias). Es difícil que ya, en el último año de su mandato, entienda que el Estado tiene como deber, sobre todo ante una catástrofe de proporciones – como la actual, a causa de la pandemia – de proteger a todos los ciudadanos, pero el gobierno no sólo se ha mostrado avaro, y las ayudas propuestas están muy lejos de cumplir con la ayuda a la ciudadanía, especialmente a los más vulnerables, condenados al hambre y la miseria, sino que también tiende a favorecer a las grandes empresas.
Chile, ante el vacío de poder, se ha convertido en una especie de parlamentarismo plutocrático, no muy distinto del que reinaba a comienzos del siglo XX, con el llamado “parlamentarismo”, que no era otra cosa que “timocracia”. Ante la inutilidad del Presidente Piñera sería bueno que asumiera el papel de la reina Isabel II o del Presidente de Italia, y se limitara a reinar, pero no a gobernar. El parlamento tendría la facultad de nombrar al Primer Ministro y al resto del gabinete, (en este sentido, la propuesta de Marco Enríquez-Ominami me parece acertada: ¿por qué no imitar la famosa cohabitación francesa, por la cual han convivido Presidentes y Primeros Ministros, con radicales diferencias ideológicas y políticas?) Esta propuesta permitiría que Piñera terminara su mandato como un rey decorativo.
Con la votación del miércoles, 8 de julio, el Parlamento demostró que podía, con plena autoridad, doblar la mano del Presidente-rey, que tenía como desafío de honor el defender el sistema de las AFP, la joya de la corona neoliberal, creada en plena dictadura de Pinochet e, impuesta por la fuerza de las armas y del engaño.
El “Mercedes Benz” de su hermano, José Piñera, se había convertido en una carreta de bueyes para la mayoría de los cotizantes: cuando llegó el momento de pagar las pensiones, quienes las recibieron se dieron cuenta de que estaban muy lejos de la tasa de retorno, ofrecida por el mentiroso José Piñera, pues estaba a mucha distancia de recibir el 100% de su último sueldo, reduciéndose, en el mejor de los casos, a un 35%, (aún menos de este porcentaje para las mujeres). El sistema condenaba a los más pobres a no contar con ninguna pensión para la vejez.
Durante el primer gobierno de Bachelet se propuso como como solución la creación del pilar solidario, mediante el cual, quienes habían cotizado, o bien, muy poco, recibirían un aporte mensual de $100.000, (ahora, aumentado a $140.000).
Los dueños y los partidarios de las AFP, “opiómanos contumaces”, creyeron ver en el pilar solidario un sistema mixto de pensiones, es decir, en parte de capitalización individual y en parte solidario financiado por el Estado.
Las grandes marchas contra las AFP que coparon el centro de Santiago y de las principales ciudades del país demostraron a los más volados fanáticos de las AFP que los chilenos, aunque “giles”, ya no estaban dispuestos a que les siguieran metiendo el dedo en el ojo.
La “mona” era tan fea que ningún afeite la hacía soportable a los engañados cotizantes, y trataron de agregar el 5% de aporte empresarial. Con tanto lápiz labial y otras unturas, la “mona” se veía cada vez más fea. El famoso hermano del Presidente trató de convencer a muchos países de que su sistema de pensiones era la panacea, y claro, los colombianos, los peruanos y los argentinos pisaron el palito, pero al poco tiempo se dieron cuenta del diabólico engaño de un neoliberalismo cruel y despiadado, que repercutía directamente en los ciudadanos cotizantes.
Hay que ser muy fanático neoliberal, o bien, pirata o ladrón para seguir creyendo que el sistema de capitalización individual tiene que ver con la Previsión Social, cuando no es otra cosa que un ahorro forzoso, justificado para proteger la vejez, pero que sólo sirve para otorgar créditos a las grandes empresas y bancos que, posteriormente, estas mismas empresas lo prestan a los mismos ciudadanos que han cotizado en las AFP.
Quienes dicen a dónde van a parar los fondos de los ciudadanos que cotizan en las AFP, son los mismos dueños y sus asesores financieros quienes los invierten en las empresas más favorables a sus intereses y a sus amigotes. (El capitalismo plutocrático chileno es cada vez más restringido y monopólico, por consiguiente, siempre terminan favorecidos los grandes bancos y empresas, por ejemplo, el Banco de Chile que, desde el siglo XIX, ha sido el gran prestamista del gobierno).
En la sesión de ayer, en la Cámara de Diputados, los ministros de Hacienda, Desarrollo Social y Secretaría de la Presidencia se dedicaron a enrielar a los diputados díscolos de la derecha, incluso, en los últimos estertores, mejorando la oferta de apoyo a la clase media, con incentivos como el subsidio al arriendo, el atraso del pago de cuotas a los créditos hipotecarios, así como otras lindezas. Como el ministro de Hacienda, es “manito de guagua”, no fue capaz de hacer una propuesta lo suficientemente contundente, de tal manera que lograra convencer a sus mismos partidarios, la votación se le fue de las manos.
Algunos opositores apostaban que el proyecto de reforma constitucional, que permitía el retiro del 10% de los fondos cotizados en las AFP, pudieran lograr los 3/5 necesarios para su aprobación, es decir, 93 votos, lo que significaba que diez diputados de gobierno votaran a favor. El resultado fue mejor de lo esperado: los votos a favor fueron 95, en contra 25, y 31 abstenciones, que arroja como resultado que 13 diputados de Chile Vamos votaron contra el gobierno, (nueve de RN y 4 de la UDI).
Este es el primer paso del largo camino para terminar con el sistema de las AFP, aún queda la votación en particular por parte de la Cámara y la discusión y votación en el Senado, tanto en particular, como en general.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
09/07/2020