Situación de calle en pandemia
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Ignoro quién inventó la frase “Situación de calle”, tan socorrida en estos días de pandemia. Se metió de contrabando en el lenguaje de la prensa escrita y nadie se atreve a quitarla de su sitio. Si una palabra o frase se crea con el propósito de designar algo distinto, un objeto o una nueva actitud o pensamiento, pues bienvenida. La Real Academia de la Lengua, incluidas sus filiales en países que utilizan el castellano, se mantienen vigilantes y a menudo proponen nuevos vocablos, después de largos estudios. Hay quienes en vez de utilizar las palabras adecuadas que figuran en nuestro léxico, crean expresiones bastardas que más bien, contribuyen a empobrecer la lengua.
“Situación de calle” es un eufemismo detestable que se emplea para referirse a un mendigo o a un vagabundo. A quien como una demostración de repudio a la sociedad, a la cual acusa de ser una basura, vaga sin destino por las calles, mientras lanza blasfemias en contra de todos. Hay según las estadísticas, alrededor de 15 mil personas bajo la extrema miseria. No están lejos los tiempos, donde los púdicos editores chilenos, ponían en las novelas, cuentos y poesía, la letra “p” en vez de prostituta, puta o pelandusca, como figuraban en los originales de las obras. Los escritores expresaban su profunda indignación por semejante censura, pero los editores alegaban que la iglesia y las señoras encopetadas de la sociedad, las únicas que sabían leer, iban a quemar los libros o acusar a los editores de divulgar obras obscenas.
No es de extrañar que el Marqués de Sade, D. H. Lawrence y Georges Batalle entre infinidad de otros autores amigos del desenfrenado erotismo, fuesen censurados, prohibidas sus obras en estos rincones de América. Igual se leían a escondidas, juntos a “Memorias de una pulga” de autor anónimo.
El riesgo del uso de la expresión “situación de calle”, puede conducir a buscar otras equivalencias. Por ejemplo: “situación de avenida” y “transeúnte o peatón de callejón sin salida”. Y así podríamos incluir una infinidad de variantes, destinadas a escamotear la realidad. Sorprende que estos creadores del lenguaje a la birulí, cuya misión conduce a falsear la realidad, digan en vez de pobreza, indigencia o miseria: “situación de restricción económica momentánea” o “situación adversa, en tanto se esperan tiempos mejores” o “esas personas están sin trabajo, mientras buscan el perdido oasis”. Frases destinadas a endulzar las desgracias, mientras se nos viene el Diluvio Universal. Alguien dirá que es una exageración de pendolista ocioso, lo cual lo recibiría como lisonja.
Hablar de “adultos mayores” o de la “tercera edad”, otras frases bastardas y endulzadas por los idiotas, es un latigazo a la inteligencia. Ser viejo, anciano, veterano, longevo en masculino o femenino, es la condición natural a la cual se llega al paso de los años.
Constituye una forma inaceptable de censura, cerrar todas las puertas a la creación de nuevas expresiones. Sin embargo, hay que desechar la suciedad que empobrece el lenguaje. Quienes crean frases o nuevos vocablos, como es el caso de los poetas, verdaderos renovadores del lenguaje, se esmeran en que las palabras tengan eufonía, destinadas a endulzar las orejas y que nos impulsen a incorporarlas a nuestro léxico.
Como aporte a la causa del enriquecimiento del lenguaje, me permito incluir aquí, con vuestra benevolencia, el siguiente glosario, el cual puede ser mejorado en el futuro.
Patipelado: Amante de caminar descalzo por la playa.
Vendedor ambulante: Empresario de cuneta.
Medio pelo: Patipelado converso.
Sinvergüenza: Emprendedor por cuenta propia.
Cesante: Trabajador en paréntesis.
AFP: Alianza Filantrópica del Pueblo.
Vagancia infantil: Niñez librepensadora.
Narcotraficante: La alegría llegó.
EVOPOLI: NECRÓPOLIS o viceversa.
Borregos: Manada en busca del oasis.
Don Sebastián: Chef de ollas comunes.
Banquetes en la Moneda: Cenas de pan y vino.
Facho pobre: Clase media emergente.
Oasis del jefe: Ahí está el Edén.
Evasión tributaria: Gastos reservados.
Coronavirus: Salvavidas de plomo.
Nos vemos la próxima semana.
Por Walter Garib