
Matthei y su apología del horror: un tiro en el pie que la deja sola
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Evelyn Matthei acaba de transparentar, sin matices, lo que por años intentó disimular: su lealtad con la dictadura de Augusto Pinochet. No se trata solo de una opinión polémica o de una torpeza verbal; sus declaraciones en las que justificó el golpe de Estado de 1973 y relativizó los asesinatos cometidos por la DINA son un acto de sinceramiento ideológico. Y el efecto fue inmediato: un autogol político que la dejó sola, incluso dentro de su propia coalición.
“Era inevitable que hubiesen muertos”, dijo sin titubeos. Y como si eso no bastara, calificó el golpe como “necesario” y habló de una supuesta “guerra civil”. ¿Cuáles muertos considera inevitables? ¿Los del Estadio Nacional, los de la Caravana de la Muerte, los lanzados al mar? ¿Los de Carlos Prats y Sofía Cuthbert, asesinados por la DINA en Buenos Aires? Su nieto, Carlos Cuadrado Prats, fue quien le respondió con una foto de sus abuelos: “Un recuerdo para la indolente e inconmovible excolega Evelyn Matthei”.
No fue el único. Organizaciones de derechos humanos, centros de memoria, parlamentarios de la izquierda y hasta sectores de la propia derecha han manifestado su rechazo. El senador Juan Ignacio Latorre recordó su defensa activa de Pinochet cuando fue detenido en Londres. Y ahora, Matthei vuelve al mismo punto de partida: sin ambigüedades, se instala en el rincón más oscuro de la historia reciente de Chile.
Esto no es negacionismo. Es apología. Es justificar el exterminio como si se tratara de un mal necesario. Es hablar de “inevitabilidad” desde la comodidad de quien jamás tuvo que buscar el cuerpo de un familiar entre las listas de detenidos desaparecidos.
¿El problema para ella? Que el Chile de 2025 no es el de los años noventa. Hoy, el país sabe. Hay informes, juicios, archivos, testimonios. Hay memoria activa. Y ese pasado que Matthei defiende ya no es una bandera para la derecha, sino un peso del que muchos intentan, al menos públicamente, desprenderse.
Su candidatura, aunque aún lidera encuestas, muestra signos de estancamiento. Y tras esta polémica, su propio bloque ya considera abrir primarias para buscar alternativas: Rodolfo Carter y Francisco Chahuán suenan como opciones de emergencia. Porque ni sus aliados quieren correr el riesgo de llegar a noviembre arrastrando el cadáver de una dictadura que, aunque algunos siguen justificando, la mayoría del país repudia.
Matthei disparó. Pero no a sus adversarios. Se disparó en el pie. Y quedó sola, abrazada al fantasma de Pinochet.
Serafín Rodríguez says:
La gran pregunta es si funcionará nuevamente la teoría del mal menos peor… De repente la eligen!
Patricio Serendero says:
Aunque la mona se vista de seda, mona se queda.
Fuera de la política cualquier defensor(a) de Pinochet!
A promover una ley contra el pinochetismo, tal como en Alemania contra el nazismo.
Basta ya de tanta miseria y brutalidad humanas.