Personalizar las preferencias de consentimiento

Usamos cookies para ayudarle a navegar de manera eficiente y realizar ciertas funciones. Encontrará información detallada sobre cada una de las cookies bajo cada categoría de consentimiento a continuación.

Las cookies categorizadas como “Necesarias” se guardan en su navegador, ya que son esenciales para permitir las funcionalidades básicas del sitio web.... 

Siempre activas

Las cookies necesarias son cruciales para las funciones básicas del sitio web y el sitio web no funcionará de la forma prevista sin ellas. Estas cookies no almacenan ningún dato de identificación personal.

No hay cookies para mostrar.

Las cookies funcionales ayudan a realizar ciertas funcionalidades, como compartir el contenido del sitio web en plataformas de redes sociales, recopilar comentarios y otras características de terceros.

No hay cookies para mostrar.

Las cookies analíticas se utilizan para comprender cómo interactúan los visitantes con el sitio web. Estas cookies ayudan a proporcionar información sobre métricas el número de visitantes, el porcentaje de rebote, la fuente de tráfico, etc.

No hay cookies para mostrar.

Las cookies de rendimiento se utilizan para comprender y analizar los índices de rendimiento clave del sitio web, lo que ayuda a proporcionar una mejor experiencia de usuario para los visitantes.

No hay cookies para mostrar.

Las cookies publicitarias se utilizan para entregar a los visitantes anuncios personalizados basados ​​en las páginas que visitaron antes y analizar la efectividad de la campaña publicitaria.

No hay cookies para mostrar.

Corrientes Culturales

Vargas Llosa y los cuervos de la reacción

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 2 segundos

Al final de Historia de Mayta, novela sobre el fracaso y el sinsentido de la Revolución, Mario Vargas Llosa imagina un Perú invadido por tropas cubanas (y bolivianas) que obligan al gobierno militar de su país a pedir una intervención de los marines estadunidenses. Más que una fábula sobre la historia, esa anécdota parece una radiografía de la deriva ideológica de un autor que nos fuera tan cercano durante años particularmente intensos.

Ahora que se disipan las reacciones inmediatas provocadas por su muerte, la Casa de las Américas se siente en el deber de recordar que su relación con Vargas Llosa transitó de la amistad y la admiración profundas, e incluso de las discrepancias propias del debate franco y respetuoso, a una repentina y estentórea ruptura que la fundadora de la Casa y heroína revolucionaria Haydee Santamaría denunciara en una sobrecogedora  e inolvidable carta: «Usted no ha tenido la menor vacilación de sumar su voz –una voz que nosotros contribuimos a que fuera escuchada– al coro de los más feroces enemigos de la Revolución Cubana».

A partir de entonces el revolucionario de la literatura fue asumiendo posiciones cada vez más retrógradas. Demostró que se podía escribir La ciudad y los perros, La casa verde, Conversación en La Catedral y La guerra del fin del mundo, por ejemplo, a la vez que alinearse entusiasmado a las peores causas; que valía la pena alejarse de Cuba para abrazar a Israel; que resultaba imperativo abandonar las ideas socialistas por las neoliberales; que denunciar atropellos y crímenes del imperialismo, el colonialismo y las dictaduras en las novelas no estaba reñido con la devoción por Margaret Thatcher, o el apoyo a personajes como Uribe y Katz, Bolsonaro y Milei, Keiko Fujimori y lo más rancio de la política española; que la lucidez intelectual no era obstáculo para aceptar un marquesado y la aparición en las portadas de ¡Hola!

No se trató en su caso de un conservador errático como Borges, cuyas opiniones políticas, con frecuencia disparatadas y hasta deshonrosas, son apenas anécdotas en la trayectoria del escritor. Vargas Llosa fue, pese a su fracasada candidatura presidencial, un animal político que eligió asumir la condición de intelectual orgánico de la reacción y fue arropado por ella. Golpeó sin piedad con el martillo de la «libertad» y la «democracia» a cualquier disidente del orden liberal, y modificó a su antojo la doctrina cuando el voto lo abandonaba, al advertir que lo importante era «votar bien».

Nadie podrá privarnos del placer de continuar leyendo a Vargas Llosa, cuya excepcional novelística nos pertenece tanto como la obra de Vallejo o la de Arguedas (para ceñirnos a dos de sus más reconocidos compatriotas), pero tampoco puede nadie impedirnos reconocerlo como uno de los más influyentes ideólogos y paladines de la derecha internacional en el último medio siglo. Y que en el caso de la América Latina y el Caribe puso su talento y su prestigio a disposición de gobiernos y políticas deleznables.

En un artículo que escribiera a propósito de Julio Cortázar, Vargas Llosa se alegraba de que el autor de Rayuela hubiera tenido «un entierro sobrio, sin las previsibles payasadas de los cuervos revolucionarios». Ahora que Vargas Llosa ha muerto, los cuervos de la reacción no han perdido tiempo en levantar un monumento al escritor a secas, o al intelectual libre y desafiante del poder. Pero los pueblos tienen memoria, y en el legado de Vargas Llosa nos queda, junto a sus grandes ficciones, el recuerdo de los servicios prestados a otros poderes que aceptó sin reparos, para vergüenza y desgracia de gran parte de sus lectores.

Fuente: Casa de las Américas



Related Posts

  1. lo ramon roman says:

    Hitler tambien «escribió» su librito, el cual diseñó la ruta de vida de millones y millones de Alemanes y de otras etnias, y continúa haciendolo hasta nuestros días, pero, los que no lo han leído, ¿han perdido algo intelectualmente? Este hombrecito durante su existencia tuvo, según muchos sabedores de las escrituras de otros, la extraordinaria capacidad de escribir lo que su imaginación le exigía acerca de la existencia ficcional de su ideología, acerca de como debía funcionar el mundo, Se fué el hombrecito especial ¿Y…? El huevón fué un terrible ultra derechista, pero según muchos, putas que escribía bonito, pero, ¿se puede discriminar al escritor de su existencia y sus ideas cavernarias? Estoy super viejo, pero, felizmente no tuve la oportunidad de «GOZAR» los hijitos intelectuales de este personaje y creo que nada perdí que me haga lamentar no haber leído al caballerito.

    • lo ramon roman says:

      Perdón, pero todo mi comentario fué acerca del peruano y no de hitler, puse a hitler sólo como una referencia de comparación, que para mi es la misma ue vá.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *