
Silvio Rodríguez desata furor en Chile: suma dos conciertos más tras agotar entradas en tiempo récord
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En un fenómeno pocas veces visto en la escena musical chilena, el trovador cubano Silvio Rodríguez anunció la ampliación de su gira por Chile con dos nuevas fechas en el Movistar Arena, luego de que se agotaran en menos de tres horas las entradas para sus dos primeros conciertos.
Inicialmente previstas para el 29 de septiembre y el 1 de octubre, las presentaciones del autor de Ojalá y La Maza sumarán ahora funciones adicionales el 5 y 6 de octubre en el mismo recinto, ubicado en el Parque O’Higgins de Santiago.
El entusiasmo del público nacional por reencontrarse con el ícono de la Nueva Trova Cubana quedó en evidencia cuando más de 180 mil personas intentaron acceder simultáneamente al sitio de venta de entradas, colapsando la plataforma y agotando rápidamente la totalidad de los boletos disponibles.
Rodríguez, que no se presentaba en Chile desde hace siete años, llegará acompañado de un elenco musical de primer nivel: el grupo Trovarroco (Rachid López y Maikel Elizarde), Niurka González en flauta y clarinete, Oliver Valdés en batería, Jorge Reyes en contrabajo, Jorge Aragón en piano y Emilio Vega en vibráfono. En escena, el trovador ofrecerá un repertorio que abarcará desde sus canciones más emblemáticas hasta composiciones de su más reciente álbum, Quería saber.
Pero el vínculo entre Silvio Rodríguez y Chile es más que musical: es profundamente político y simbólico. Fue en 1972, durante el gobierno de Salvador Allende, cuando visitó por primera vez el país, iniciando así una relación fraterna con el pueblo chileno. Tras el golpe de Estado de 1973, no pudo regresar hasta la restauración de la democracia. En marzo de 1990, ofreció un histórico concierto en el Estadio Nacional ante unas 80 mil personas, marcando uno de los momentos más memorables del retorno de la música comprometida a los escenarios del país.
Chile será el punto de partida de una gira sudamericana que lo llevará también por Argentina, Uruguay, Perú y Colombia. La efervescencia provocada por sus conciertos confirma no solo su vigencia artística, sino también la huella profunda que ha dejado en varias generaciones que siguen viendo en su guitarra y su palabra una forma de resistencia, memoria y belleza.