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Columnistas

El legado

Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 56 segundos

Que haya sido alcohólico, drogadicto y noctámbulo, no le quita ni le pone. Ni que haya prosperado económicamente por el aporte de sus hermanos. A quién no le gustaría disponer de muchos millones de pesos regalados para hacer negocios y pasarlo bien.

Más discutible, por cierto, fueron sus relaciones con los criminales de la CNI que campeaban en esas noches de terror en los bares y restaurantes a los que también iba el Negro Piñera.

Se dice que fue un accionista de la Cutufa, aquella estafa piramidal creada por agentes de le CNI para estafar a incautos, muchos de ellos militares activos.

Digamos que Miguel Piñera no habría sido sino otro hijo de los millonarios creados por la dictadura, sin muchas ganas de trabajar y dedicado al ocio más perfecto.




Su música mediocre y su incapacidad para crear algo original, lo llevaron a adjudicarse obras ajenas y a cantar a autores prohibidos, en circunstancias que, por menos, te torturaban una semana seguida si lo hacías tú.

Miguel Piñera, llegó al festival de Viña el Mar, debut y despedida, por ser hermano del creador de las AFP y el Plan Laboral que empobreció a millones de trabajadores y cuyos ecos aún resuenan entre la gallá laburante. O chambeadores, si quiere.

Mediocre como artista, desarrolló en subsidio una capacidad de ser amigos de todos y su gracia era por los ochenta cruzar la ciudad en una enorme moto, vestido a la usanza de los motoqueros de Estados Unidos, a la siga de mujeres, drogas y alcohol.

Todo legítimo, si no fuera porque su vida estuvo pringada por la dictadura en medio de la cual, hermano de poderosos adláteres de Pinochet, el Negro Piñera se movía como pez en el agua.

Por eso, cuando uno ve en la tele a periodistas rascas hablar en tonos míticos, casi de un santo milagroso, cuyo deceso hace llover en Temuco, en donde llueve a cada rato, más bien evidencia la pobreza intelectual de esos comunicadores que por quedar bien con los jefes son capaces de crear un santo exprés allí donde no hubo sino un sujeto bueno pal trago, las drogas, la mucha plata y el mundo oscuro.

La misma profesional se extrañaba de que el féretro viajara sin escoltas.

Quizás Miguel Piñera que con todo, es un personaje interesante, devino en el mejor representante de la cultura de la dictadura, a lo que, ni tonto ni perezoso, le sacó maquila.

Otro periodista rasca de Chilevisión habla en tonos sagrados respecto del finado, haciendo alusión a su legado como bohemio, músico, amigo de los amigos, bueno para el trago.

El legado. Si no fuera porque lo dice en serio, uno creería que es una genialidad de Bombo Fica.

Miguel Piñera sin duda fue un personaje notable que cruzó decenios en la historia reciente del país. Pero otra cosa es que haya hecho algo trascendente por la cultura nacional.

Quizás con el Negro Piñera se sepulte el último vestigio el legado pinochetista en términos de la cultura asociada a un lapso histórico cubierto por una pátina oscura y tenebrosa.

Y, por contraste, quede de manifiesto la gran deuda que tiene esta sociedad, construida a imagen y semejanza de los delirios de un dictador, con los verdaderos artistas que se jugaron la vida en cada día y cada noche de amor y de combate, en tanto el Negro Piñera cruzaba la ciudad, duro como el solo, a borde de su poderosa Harley Davidson, feliz e impune.

 

Ricardo Candia Cares



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Ricardo Candia

Escritor y periodista

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