
La guerra en Ucrania: la victoria rusa y la derrota de occidente (y el amiguito de Zelensky)
Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 40 segundos
En el imperialismo no se puede confiar ni un poquito así, decía el Che y los dirigentes europeos y ucranianos ya lo saben. Estados Unidos en su afán imperial de detener a China debilitando militarmente a Rusia, desarrolló una guerra por encargo, usando al bufón de tercera que el mismo Estados Unidos puso en la cabeza del gobierno de Ucrania, luego de un golpe de estado, masacre incluida, que depuso al gobierno proruso anterior. Y ahora, lo abandona.
Las agencias gubernamentales estadounidenses, CIA, USAID, expertas en golpes de estados, matanzas, fraudes y atentados a las libertades de los pueblos, jugaron un rol que no escondieron en la operación.
A continuación, Estados Unidos alineó a sus vasallos europeos en su cruzada bélica, a quienes obligó a entregar ingentes sumas de dinero y casi todo su armamento para detener a Rusia.
La máxima de los guerreristas europeos fue luchar hasta el último ucraniano.
Los quince, hasta ahora, paquetes de sanciones, los que suman decenas de miles de sanciones específicas, implicaron dejar de utilizar el barato y limpio gas ruso y fueron obligados a comprar el mismo gas ruso pero tres veces más caro o comprar a Estados Unidos, uno igual o más caro.
Las elites europeas, vasallas, añejas, desgastadas y en franco retroceso, no tuvieron la dignidad de hacer prevalecer los intereses de sus pueblos y se arrodillaron ante Estados Unidos en un cruzada que jamás tuvo siquiera la más mínima chance de triunfar a su favor.
Y lo que se programó como un plan magistral para destruir la economía y el ejercito ruso, no fue sino una increíblemente pésima estimación estratégica: la economía rusa no solo no fue afectada en sus índices más importantes, sino que, lo dicen organismos que no tiene nada de rusos, ha crecido de una manera impensada.
En el mismo período las fuerza armadas rusas, según dicen dirigentes europeos, triplicaron sus capacidades.
Más aún, la Operación Militar Especial rusa y las reacciones occidentales, dieron pie a articulaciones políticas y económicas en lo que se ha dado en llamar el sur global, es decir, esa parte del mundo subordinadas económicamente a los grandes centros de poder de Estados Unidos y Europa occidental.
La propuesta rusa de generar un nuevo orden multipolar comienza a tomar forma.
Un hito importante en ese sentido ha sido el fortalecimiento de los BRICS, que ya suma más de la mitad de los habitantes del planeta, supera a los países ricos en PIB de paridad cambiaria y hace intercambios financieros en monedas locales, abriendo espacios a países empobrecidos de América Latina y África.
Países que jamás fueron considerados en los centros de poder occidentales, tercermundistas que solo aportaban materias primas y mano de obra barata, hoy se alzan como un polo político y económico que desafía el mundo unipolar que, al menos, data de la caía del Muro de Berlín.
El caso es que Estados Unidos, en franca decadencia, con cada día menos influencia en el mundo, con una deuda sideral, con una emergente necesidad de energía, y entendiendo que debe reorientar sus políticas hacia el Asia, el Ártico, China y Rusia, simplemente abandona a su exaliados luego de convencerse de que por ahí no es.
E, impúdicamente, el presidente Trump, endilga la responsabilidad de la guerra al payaso Zelensky sin siquiera hacer mención a la responsabilidad de su país en el desastre numerosas veces advertido por Rusia. Y que es altamente probable que terminará con más de 130 mil kilómetros de ricos territorios agregados a la Federación Rusa, una Ucrania neutral para siempre, con un ejercito mínimo controlado por Moscú, y con el nazismo que orientó ideológicamente su absurda guerra, prescrito definitivamente.
Y más allá, un nuevo orden en el que la Europa vasalla jugará un rol despreciable.
Estados Unidos ha abandonado a sus aliados europeos y a sus peones ucranianos. Y, en sus últimos inútiles e inviables estertores, los guerreristas europeos que se sienten traicionados por sus mandantes intentan continuar con la guerra, definitivamente perdida, avisando que no abandonarán a Ucrania.
Trump dice que Ucrania debe pagarles 500 mil millones de dólares, que debe haber elecciones en Ucrania, y tilda a Zelensky como un dictador. Obviamente que al presidente ucraniano le queda poco: abandonado por sus manejadores y acorralado por el ejército ruso, lo que le resta es la capitulación.
El retiro de las tropas norteamericanas de los países cercanos a Rusia es una alta probabilidad, si se considera que esa es una de las causas de fondo a las que aluden los delegados rusos
«Si los padres cenan, los niños tienen que sentarse en otra mesa», ha dicho el CEO de Rheinmetall, la poderosa fábrica de armamento alemana, a propósito de que ni Europa ni Zelenzky están en la mesa de negociaciones.
Las conversaciones de fondo aun no comienzan y solo se han puesto de acuerdo para la agenda que se deberá cumplir y que terminará probablemente con la normalización de las relaciones diplomáticas entre Rusia y EE.UU., la capitulación ucraniana, la entrega a Rusia de mucho más territorio que el ganado en la guerra, el retiro de tropas de la OTAN en las cercanías de Rusia, los países bálticos, Finlandia y Polonia y quizás el desmantelamiento de las bases nucleares en Alemania y Holanda al menos y, detrás de todo, una nueva configuración de poder en el planeta.
Con la Europa, perdedora en toda la línea después de Ucrania, vacía de poder, sin recursos naturales, con problemas sociales que vendrán, con inflación, sin las colonias africanas a quienes expoliar, con el aumento de las migraciones irregulares, no le quedará más que asumir la necesidad de un cambio en la óptica que antes la situaba en el centro del mundo civilizado, para darse cuenta que serán viables como países desarrollados solo si asumen con modestia que amanece otro orden en el que ya no mandan a su antojo.
Y retomen las relaciones con Rusia, de quienes dependen energéticamente.
Estados Unidos, con Donald Trump a la cabeza ya cayó en esa cuenta y aunque su carácter de imperialista no se extingue con esta rendición en la que asumen a fardo cerrado las condiciones rusas, sabe que debe subirse al mundo diferente que le permite resolver los gigantescos problemas que suma su país en la actual configuración.
En este escenario internacional de cambios inminentes y de una nueva geografía geopolítica, Chile no ha querido estar ausente. El presidente Boric ha dicho que es inaceptable la manera en que Donald Trump está enfrentando la situación de Ucrania.
Ricardo Candia Cares
jaime norambuena says:
Es demasiado distancia, ademas de idioma no comun
Me parece o tal vez no sea asi –………..