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El pinochetismo acecha
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Las elecciones presidenciales de este año en Chile anticipan una dura confrontación entre la voluntad popular por más democracia, igualdad y justicia social, por un lado, y por otro, la prolongación de los funestos arrebatos del pinochetismo que mantienen bajo la sumisión del poder del dinero a millones de personas que al cabo de mucho esfuerzo no logran salir de sus condiciones de pobreza y abandono.
El pinochetismo merodea La Moneda, acecha y está a la expectativa para dar otro zarpazo a lo poco que se ha avanzado en el actual sistema democrático y que signifique la destrucción de muchas familias sin recursos, sus sueños y proyecciones a manos de una minoría ricachona ávida de acrecentar la concentración económica de que goza en desmedro de los demás.
Los primeros meses del año transcurren en circunstancias que muchos parecen no advertir el peligro que se cierne sobre el mundo popular, que podría ser nuevamente avasallado en caso de triunfar los sectores reaccionarios que desde ya se preparan con todo para los comicios de noviembre o de diciembre en caso de que haya segunda vuelta.
En estos momentos está ya proclamada y recorriendo el país la ex alcaldesa UDI Matthei, hija de un general de la Fach que fue integrante de la llamada “junta de gobierno” en la época más negra de la historia, y también está proclamado el líder fascista Kast, derrotado en las elecciones pasadas. A ellos se suma otro personaje de la ultraderecha, Kaiser, autodenominado “libertario”.
El actual oficialismo hasta ahora no reacciona y tampoco hay asomos de la Izquierda, que otra vez se ha dejado estar. Seguir esperando para levantar una candidatura que entusiasme a las mayorías es arriesgado hoy, cuando se parte con desventaja, hay un enemigo ya instalado al frente, el tiempo se viene encima y cada vez queda un día menos por delante.
De repente en el verano han aparecido los nombres de presuntos candidatos de distintos colores, con miras a las primarias del último domingo de junio, pero que en el pueblo no producen interés. Este 2025 tiene doble importancia, por ser el año en que debe renovarse la presidencia de la República y es también el último en La Moneda del actual mandatario Gabriel Boric.
Ambos acontecimientos exhiben una indubitable relación en este tiempo de crisis sucesivas, incertidumbre por lo que viene y por la maraña de temas que van quedando pendientes. En definitiva, el pueblo – maltratado con dureza a lo largo de la historia – tiene la oportunidad de elegir políticas conducentes a una sociedad de bienestar que le ha sido esquiva durante décadas.
Al pueblo hay que entusiasmarlo con un programa de gobierno sobre el cual haya la voluntad y la decisión de cumplir. Sin duda alguna deben figurar allí una nueva Constitución democrática a través de una Asamblea Constituyente, equitativa distribución de la riqueza, oportunidades para todos y restitución integral de los derechos sociales de cada ciudadano, con énfasis en la salud, el trabajo y los ingresos.
No se puede hacer promesas o anuncios solo con la intención de ganar votos, sino con respeto por la ciudadanía a la hora de introducir cambios. En algún momento debe producirse la necesaria refundación de servicios e instituciones que se quedaron en el pasado. La participación del pueblo no puede quedar al margen de la agenda.
Claramente hoy el panorama no es fácil por delante porque al electorado no hay nada nuevo que mostrarle que se haya concretado en los últimos tres años. Este gobierno solo ha administrado el modelo y no se advierte disposición para transformaciones profundas. No hay oportunidades, ni más y mejores empleos, ni mejor salud, ni más preocupación por toda una generación de jóvenes que no estudian ni trabajan y que muchas veces tienen que recurrir a la delincuencia, robos y asaltos, y hasta ingresar a bandas de narcotraficantes para conseguir algunas monedas, sin otra alternativa.
En materia de reformas esenciales solo se ha logrado avanzar en la de pensiones esperada por años por los empobrecidos jubilados. Sin embargo, siguen en pie las desprestigiadas AFP, emblemas del pinochetismo, piedra de tope que siempre va a impedir una mejor última etapa de la vida para la castigada tercera edad.
Con sentido de la realidad hay quienes advierten que “podríamos enfrentar el cierre de la posibilidad de elegir un gobierno de Izquierda en el mediano plazo”. Ello en cuanto a que la actual administración de Boric enfrenta enormes obstáculos para implementar un programa transformador, lo que tiene al país en un callejón sin salida.
Sin competidores a la vista, Matthei mantiene un holgado primer lugar en las encuestas que se están efectuando a nivel nacional. La ciudadanía considera impresentable volver a tener un gobierno de extrema derecha, porque sería una reafirmación de los antivalores impuestos por el modelo neoliberal, el mercado de capitales y la desigualdad socioeconómica que mantienen el control del país desde la dictadura.
Las grandes mayorías demandan cuanto antes una candidatura popular que pase a ser un gobierno que las represente a cabalidad, firme, con objetivos claros, capaz de construir un sólido movimiento social decidido a los cambios sustanciales y de contener la insistencia de la extrema derecha pinochetista obsesionada por la idea de volver a dominar y reprimir al pueblo con premeditación y alevosía.
Hugo Alcayaga Brisso
Valparaíso
Felipe Portales says:
El pinochetismo sigue triunfando plenamente en Chile con su misma Constitución; sus mismas Leyes Orgánicas Constitucionales; sus mismas Fuerzas Armadas y Carabineros con autonomía operativa; y ¡con su mismo modelo económico neoliberal! con su Plan Laboral; AFP; Isapres; sistemas tributario y financiero; universidades privadas con fines de lucro; irrelevancia de los sindicatos, juntas de vecinos, cooperativas y colegios de profesionales y técnicos; etc. etc.