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Cartas de amor
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A esta edad, donde se debe establecer la paz con las cartas de amor, día a día irrumpen por correo. Las ISAPRES y AFP son las encargadas de mantenernos ilusionados en épocas de sequedad sentimental. Nos susurran al oído, que ellas son las encargadas de nuestro futuro, que algunos llaman vejez. Instituciones donde se milita y nos obligaron a hacerlo, durante la dictadura. Si uno se negaba a participar en esta nueva modalidad, importada desde Chicago, surgía la amenaza de quedar a la intemperie. Es decir, en pelotas en lenguaje coloquial. Si hace algún tiempo nada se sabía de estos misteriosos hoyos negros, capaces de tragarse los recursos de Chile, incluidos Rapa Nui y La Antártida, sus dueños decidieron escribir cartas de amor. Sobre todo, dirigidas al afiliado que, por su edad, añora vivir la jubilación sin sobresaltos. Estas instituciones, al verse ahorquilladas se acordaron de los abuelitos. Ahora, usted conoce el destino de sus fondos, aunque ignora si existen. En las mentadas cartas de amor, las AFP y las ISAPRES, nada dicen en que sitio se hallan; y si usted se propone saber dónde permanecen, nadie le suministra información alguna. Pura brujería.
Secreto que se puede interpretar, como garantía a la privacidad y de mantener estos recursos provisionales, a resguardo de los infelices. Lejos de sus ávidas manos de gatos de campo. Si hay quienes se han robado un país entero, incluidos sus raíces, esto constituye apenas, la cáscara de limón que se le coloca al té. Tanta faramalla y arte de magia, termina por convencernos que, en cualquier momento, se pueden volatizar los fondos y vamos a concluir con las manos, cubriéndonos nuestra intimidad. Una por delante y otra por detrás. Nada diferente, si nuestros abuelos, arribaron a América en esas condiciones y en las calles, vendían baratijas. Como los tiempos son otros, ahora a los inmigrantes se les moteja de patipelados.
Chile ha sido saqueado tantas veces, que es admirable su capacidad de recuperación. Nuestra fruta suele madurar más temprano que en otras latitudes. También las ansias de poder. Por algo quienes inventaron las ISAPRES y las AFP, mientras buscaban el vellocino de oro, sabían que el negocio era pingüe. Meterse al bolsillo dinero ajeno se convertía en un prodigioso engaño. Resultaba fácil escamotearles los recursos a los trabajadores. Jamás en Chile se realizó en los medios de comunicación, adictos a la dictadura, una campaña publicitaria de tanta amplitud. De ahí que, parecía tonto quedar fuera del nuevo sistema. Desde esa fecha hasta el día de hoy, continúa el sistema, aunque con modificaciones y acicalamientos, tan sutiles, que nadie advierte. Ni siquiera mi amigo Pepe, que usa lupa si quiere leer. Embaucados, sometidos al embrujo de mejorar las pensiones y la salud, se cayó en el desánimo. Aceptar la nueva modalidad parecía una coyuntura destinada a mejorar el sistema.
¿Y dónde quedaron las cartas de amor? Llegan con una exasperante puntualidad y frecuencia, que hace años no se conocía. A veces escritas con un lenguaje cursi, sobado como el estilo de quien se dice escritor y garabatea estas crónicas. En las cartas nos aseguran, mientras nos quieren enamorar, que nuestros recursos crecen bajo la atenta mirada de un grupo de sabios inversores. Que el día de nuestra jubilación, vamos a poder viajar a Groenlandia, a conocer la nueva adquisición de Míster Donald Trump. Si usted no valora la generosa oferta, pues nada sabe de economía global, menos aún de cartas de amor.
Walter Garib
Ricardo says:
Estas cartas de amor son totalmente unilaterales : sólo de ellos las recibimos ( de manera abrumadora y abusadora ) y no de los otros candidatos a ganar nuestros corazones y voluntades en el tema pensiones : son candidatos pobres , con poquísimos recursos relativos : la razón y la lógica suelen no serlo.