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El Guasón colorado: revulsivo para cambiar el rumbo
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Viendo a Netanyahu con Trump en la Cueva Blanca, sentados con la chimenea encendida a las espaldas y las cámaras delante, me pareció estar viendo al Guasón de Jack Nicholson delirando con sus planes malévolos en su guarida secreta en la ciudad.
El uno, prófugo de la justicia internacional; el otro, condenado por la justicia de su país. El parcito, y tenemos que aguantarlos, pero también enfrentarlos. La fuerza viene muy bien para darle forma al mundo, dijo el otro día el emperador sentado sobre un misil. Hay que oponerles una fuerza de naturaleza pacífica.
No los necesitamos a ustedes, ustedes nos necesitan a nosotros. Amo la palabra aranceles. Vamos a recuperar el Canal de Panamá. Groenlandia y Canadá debieran incorporarse a los Estados Unidos.
Un espectáculo permanente de alcance mundial. Un Guasón que no se oculta en su ático dorado. De presentador de un programa de televisión basura a presidente de los Estados Unidos. Resalta en ambos papeles la crueldad que ejerce el protagonista sobre sus semejantes.
La crueldad es una moda, decía un opinante trasandino a propósito de Milei. A mi me parece más bien una convicción, un sentimiento arraigado en sus psiquis.
Una crueldad que pocas veces se ha visto más cínicamente interpretada que en la conferencia de prensa de los dos delincuentes señalados en la Cueva Blanca.
Sentados sobre cincuenta mil muertos en Gaza, setenta y cinco por ciento de ellos mujeres y niños, el Guasón convicto, presidente de la primera potencia mundial, expone ante el mundo sus planes de convertir aquella sufrida tierra palestina en un resort de los Estados Unidos. Nunca pronuncia la palabra palestinos, menos por supuesto Palestina. Su crueldad no reconoce la existencia de la ética y la moral en la política, y no solo en ella. A su lado el prófugo de la Corte Penal Internacional, acusado de crímenes contra la humanidad, ejecutor y primer responsable de la matanza, sonríe. No mencionan la tregua en Gaza, ni la segunda parte del proceso conducente al retiro de las tropas israelíes y la liberación de los presos políticos de ambos bandos en lucha. (La acción violenta de Hamas rompiendo el cerco asesinando civiles judíos es también devastadora).
Resulta oportuno ver la película del director Ali Abbasi, El Aprendiz, que relata los primeros años de la carrera inmoral y delictiva del Guasón colorado de New York. Ataca, ataca, ataca, y nunca reconozcas errores, faltas y delitos, son algunos de los consejos que le da su maestro al colorado, quien, a poco andar, en su enriquecimiento, lo supera en efectividad recurriendo a medios criminales. La vida tiene para estos sujetos, como para el común en la cultura estadounidense, un solo sentido y fin, ser un ganador. El mundo está dividido entre ellos y los perdedores. No deja de repetirlo el personaje, empresario inmobiliario, durante el transcurso de la cinta cinematográfica.
Estamos hablando de gente que se dice religiosa en un país obsesionado por un supuesto destino de liderazgo señalado por el mismísimo Dios. Afortunadamente, hay dentro de Estados Unidos instituciones y personas como la Obispa de la Iglesia Episcopal de Washington, Mariann Budde, que le cantó claro al Guasón en su cara la condena a su crueldad con los débiles y oprimidos, pidiéndole que cambie el rumbo.
No lo hará el colorado; es como esperar que el Guasón de Batman se convierta en brazo de la justicia.
Mientras tanto, ante las amenazas del matón de feria, cunde el vasallaje. Petro es una digna excepción. Boric sacó también la voz, expresando en un mensaje en Internet “Palestina para los palestinos. Sin invasiones extranjeras, colonias y desplazados. Dos Estados íntegros y soberanos con fronteras internacionalmente reconocidas”. La Cancillería chilena emitió así mismo una declaración de apoyo a Palestina y rechazo a las expresiones del villano de la torre Trump.
Sabemos que la frase alusiva a la determinación de la existencia de dos estados, tantas veces repetida, es cada día que pasa más una ilusión que una posibilidad real; sin embargo, hay que pronunciarla resaltando que es una condición avalada por la inmensa mayoría de los países del mundo.
Lo ideal sería que la agresividad y el atropello a las normas desplegados por el colorado de la Cueva Blanca, actuaran como un revulsivo moral y político alrededor del mundo, particularmente en nuestra América. En contraste con la brutalidad, crueldad y maquiavelismo que despliegan él y sus aliados, contraponer una escala de valores y una acción política conducentes a establecer una nueva civilización, armónica y justa entre los seres humanos y en la relación con la naturaleza.
Pedro Armendariz