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Breviario de una próxima elección  

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Mientras se aproxima la elección presidencial en Chile, a fines de este año, se agita el mundillo de la política. Llámese farándula, baile de máscaras, circo o lo que usted imagine. Se apodera del país el frenesí y el ánimo de barrer con el pasado. Hay quienes llaman a esta bochornosa época, fiesta de la civilidad. Bien puede tratarse de una orgía romana o las rapiñas que se realizan en nuestra sociedad, donde hay fiestas a diario, mientras se despeluca al incauto. A la grey que creyó en ellos y les estregó sus escuálidos ahorros. Al borrego que apoya a la oligarquía y pareciera sentir morboso placer si lo timan. Usted hablará de masoquismo, envidia o resentimiento social. Así, los polluelos de las palomas se despercuden y empiezan a clamar. Acurrucados en el nido protector, pían al ver aparecer a su madre. Quizá se trate de una conmovedora escena, que dista una enormidad de serlo, si se tratara de humanos. Ya decíamos en otra crónica, que se arraigó en nuestra civilización, a punto de extinguirse, la necesidad de comer a diario. ¿Y de dónde surgió esta costumbre burguesa?

Así, las elecciones vendrían a convertirse en una esperanza, dirigida al desposeído. No al pichón de nuestra historia mítica. Menos aún a quien sueña vivir en otro mundo de esperanzas, si cuanto escucha de las promesas de los candidatos, alguna de ellas se convierta en realizad. Luego, el candidato o la candidata que en ningún momento son cándidos ni pichones, permanece al aguaite, mirando los movimientos de la brújula del poder. Nunca quieta en estos menesteres. La dirección del velamen de las naves de la autoridad, al mando del corsario de turno, habla por sí solo.

A menudo, las elecciones no dicen nada, o si expresan algo, nadie las entiende. Y menos aclaran algo. Ni siquiera son lecciones para el aprendizaje popular. O ejercicios destinados a distraer la pereza. Quizá me he excedido en este juicio temerario, dominado por desprestigiar las elecciones. Analizo los candidatos de la oligarquía y ninguno de ellos muestra una actitud de rebeldía. Más bien simulan ser pacientes espantapájaros, cuya misión consiste en asustar al incauto. Susurrarle al oído, que jamás ha existido igualdad social, que es un mito y de acuerdo a la religión, en el cielo existen diferencias. Así, dan ganas de irse al infierno.

Metida en su tradicional aridez ideológica, la derecha recurre siempre a la misma cantinela. No inventa nada nuevo. Sólo plagia. Entonces, habla del cuco, del hombre del saco o la bruja montada en su proverbial escoba. No me refiero a cualquier hechicera dentro de este universo, donde hay algunas guapas y parlanchinas, cuando arriba el gaudeamus del amor. Así, esta derecha intimida, más bien aterroriza y se da mañas para asustar una y otra vez a los borregos. Quienes, metidos en sus diarias desgracias, creen en las apariciones de la Virgen, la cual, envuelta en luces multicolores, vendrá a mitigar sus infortunios.




Y a modo de epílogo, por estas latitudes, Johannes Káiser reunió 22 mil firmas y pudo inscribir su partido político. Es como volver a la época del Káiser de la Alemania imperial, donde el extremo militarismo, la destruyó hasta sus cimientos, y dio origen al nazismo. Este nuevo partido declara al ser humano, como de creación divina, lo cual le otorga a la colectividad, un carácter mesiánico.

A poco andar el cielo se va a invadir de ángeles.

 

Walter Garib

 

 

 

 

 



Walter Garib

Escritor

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  1. lo ramon roman says:

    Profundo análisis de lo que usted cree que «el país» se apodera del frenesí y el ánimo de borrar con el pasado, pero, ¿qué frenesí y de quienes? ¿que pasado el «país»quiere borrar? ¿El pasado de lo que han sido todos los gobiernos después de la dictadura? Pero si el presente es la continuación de ese pasado. A la mayoría de los chilenos les importa un cuesco esta cuestión de las elecciones y es por esto que los políticos para darle un toque democrático a esta cuestión de democracia, han obligado a los chilenos a ir a las urnas, ahora, el frenesí es el que se apodera de la minoría que posee Chile para imponer su forma particular de darle a Chile lo que ellos creen es una guía diferente, dentro del neoliberalismo, para hacerles más llevadera a la mayoría de los chilenos los problemas inherentes del sistema, pero sin quitarles para nada el deseo de consumir y poseer.

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