Ni pensiones ni reforma: más y mejor neoliberalismo
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Se enarbola por la militancia devenida en altos funcionarios públicos que el acuerdo político sobre los porcentajes que irán a parar en gran medida a las manos de los dueños de las AFP es un triunfo en toda la línea.
La sola existencia y fortalecimiento de las AFP, las que en algún momento estaban en el suelo, son la demostración trágica de que en este país no existe un sistema de seguridad social que asegure a los viejos un pasar de cierta calidad humana.
El sistema solo ofrece pensiones miserables con las que, si el Estado no las complementa, es imposible vivir diez días.
El sostén de la cultura neoliberal, su soporte material, es el sistema que le roba su dinero al trabajador todos los días y con los que hace negocios de alcances inimaginables en términos de ganancias y de profundas socavaciones en la sociedad chilena.
Esta genuina traición a la gente carenciada, esta movida que refuerza el sistema y elude la justicia social, es de la misma familia de la “solución” a la Deuda Histórica con que el genuflexo presidente del Colegio de Profesores traicionó a los viejos maestros. Una ley de punto final que los deja con migajas en las manos y sin banderas de lucha.
Este vagabundear ideológico lo único que hace es reforzar los cimientos de una sociedad de las más desiguales de la galaxia y endurecer la ya dura vida de millones.
En cada paso que da este gobierno queda más claro que para la disputa política con algún sentido de trascendencia y compromiso respecto de los más desposeídos, es necesario entender de qué va eso de la política y como se vincula con el poder. Y entender qué es un desposeído, aunque sea desde la teoría y el buen pasar.
Intentar acceder al gobierno en el actual orden sin un proyecto estratégico, sin un horizonte mínimo y sin entender el rol que debe tener el pueblo movilizado en ese proyecto, es jugar con el destino de la gente.
Un burla mayúscula deducida de las declamaciones encendidas, las amenazas flameantes y las consignas definitivas que se conocieron en tiempos de elecciones y antes.
Eso de decir “No tenemos mayoría en el congreso por eso no podemos hacer más” no es otra cosa que desvelar que esta gente llegó al gobierno como una aventura más luego de creerse el cuento de ser líderes definitivos.
Como para jugar a la política.
Y peor aún, en un tiempo en que algunos dirigentes de movimientos sociales sufren de un analfabetismo funcional de tanto creer que las ideas revolucionarias son un algo estático, petrificado, congeladas en el siglo XIX, respecto de las cuales se comete una herejía si se analizan a la luz de los cambios que experimentan el mundo y todas las ciencias.
Y muy especialmente, la crisis del capitalismo que, en esta fase, no es como era.
De modo que, por cobardía, miopía, ignorancia, venta, arriendo o leasing, muchos de estos dirigentes han venido convenciendo a la gente de que solo los partidos políticos son sujetos de la política, que no es posible inmiscuirse en el dominio de esas agencias del marullo y el arreglín.
Hace muchos años que el movimiento social debió asumir que es en la política donde se comienzan a cambiar las cosas en la medida que haya necesidad, decisión y un proyecto. Por cierto, si es que se hace de un modo diferente: a lo menos desde abajo hacia arriba y de un lado al otro. Y en donde mande la gente o no mande nadie.
Nuestro pueblo ha desperdiciado una enorme energía que se ha disipado en innumerables acciones sin ningún efecto real: marchas pequeñas, medianas y gigantescas, pañuelitos de todos los colores, batucadas, consignas del juicio final, discursos flamígeros, puños embravecidos, canciones optimistas, y esa lamentable oportunidad del octubre malhadado que cobró tantas vidas y sufrimientos para nada.
En cuya declinación Gabriel Boric hizo lo suyo.
Así, en nombre de la izquierda, este gobierno ha hecho un enorme daño al desmovilizar a la gente, al haberse rendido a la derecha y haber confiado en aquellos que antes representaban lo peor.
Esta pseudo reforma a las pseudo pensiones no ha hecho otra cosa que reforzar la idea de que la cultura neoliberal es única e inamovible.
¿Se explica el contexto de los poderosos?
Ricardo Candia Cares
Felipe Portales says:
Es el gigantesco daño que la «centro-izquierda» le ha hecho a Chile desde 1989 cuando comenzó solapadamente a legitimar, consolidar y profundizar el modelo económico neoliberal extremo impuesto por la dictadura a sangre y fuego.