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Guardia Vieja: cuando la reina no debe solo serlo, sino también parecerlo

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A Isabel Allende Bussi, junto a su madre Hortensia Bussi, le correspondió, luego del golpe y el suicidio de Beatriz Allende, la difícil tarea de preservar la memoria de su padre y el legado de su gobierno no habiendo sido ambas partes del núcleo íntimo de la administración del presidente. “La Tencha”, su esposa guardaba un rol supeditado a su condición de primera dama y nunca se salió de ese libreto. Isabel, a su vez, trabajaba en la biblioteca del congreso y mantuvo, por el propio bien de su padre, bastante discreción y distancia de La Moneda. La que sí desempeñó un rol en el equipo íntimo de Salvador Allende era su hija médica. El suicidio de “La Tati” en 1977 en La Habana dejó a Isabel y a Tencha sin margen de maniobra y debieron asumir personalmente el rol de la preservación de la memoria histórica de su padre y de su gobierno con mucha prestancia y dedicación durante toda su vida lo que tal vez, llevó a Isabel a no calibrar bien y no saber distinguir lo que había de familiar y patrimonial en lo sucedido con la casa de Guardia Vieja.  Lo anterior, más su condición de mito viviente del malogrado presidente llevaron, tal vez, a quienes tenían que haber puesto las primeras señales de alerta en la operación que se estaba haciendo, a no atreverse a decirles que dicha maniobra estaba al margen de la ley.

He estado dos veces en la vieja casa pareada de Guardia Vieja perteneciente a la familia Allende y donde se escribió una parte significativa de la historia de Chile del siglo XX. La primera fue para acompañar como concejal de la ciudad (Rancagua ) y colaborador de la entonces diputada Isabel Allende, líder de la disidencia a Camilo Escalona en la segunda mitad de la primera década de los dos mil cuando el senador y presidente del PS, con la complicidad de la administración Bachelet I, dirigía con mano dura y autocrática la vieja tienda de Calle París, a una delegación valenciana que le venía a extender una invitación para inaugurar una escuela de verano en la Universidad de Estiu de Gandía. La segunda fue, precisamente, en el contexto de una reunión de la disidencia – Grandes Alamedas – en esa vieja residencia para buscar acuerdos que intentaban oxigenar un PS que estaba siendo asfixiado por Escalona en su convivencia interna al punto que un tiempo después empezaría la gran diáspora socialista no vista desde el gran quiebre de 1979. Aún tengo grabada en la memoria una nota que hizo La Tercera sobre ese evento en que aparece Isabel y varios de nosotros en el frontis de la casa.

La fotografía de la disidencia socialista a Escalona en el frontis de la vieja casa de Guardia Viejas, entre otros los senadores Allende y Gazmuri, Mónica Sánchez, Rigo Quezada, Edison Ortiz y Andrés Santander. La Nación 30 de agosto de 2008.

En las dos oportunidades que estuve allí me impresionó la sencillez y austeridad de la vivienda. Símbolo, también, de casi todos los actores políticos de la vieja república que estaban lejos de la pomposidad y exhibicionismo de las residencias de la mayoría de los políticos actuales que, creo, piensan que se es más importante mientras más grande y lujosa es su vivienda.




Por aquel tiempo me tocó convivir con relativa frecuencia, en la comisión política del PS y en Grandes Alamedas, con la diputada Isabel Allende. La percepción que tengo de ella es la de una mujer con mucho autocontrol, de apariencia fría, aunque nunca distante, austera y muy diplomática en el uso del lenguaje, a diferencia del presidente y secretario general del PS de ese entonces. No fui de su entorno más cercano, pero era un estrecho colaborador político en la disidencia a Escalona.

En las pocas instancias en que me tocó abordarla directamente fue muy amable conmigo y así fue como, bajo la administración del alcalde Carlos Arellano pudimos organizar la escuela de verano dedicada a Allende el 2008, a propósito de los cien años de su natalicio y un acto conmemorativo el 11 de julio cuando se cumplieron 38° años de la nacionalización del cobre. Si algún reproche pudiese expresarle era su ausencia de una mayor empatía con sus entornos en la difícil tarea para que el PS no solo fuese una caja de resonancia y una agencia de empleos del gobierno del Bachelet. Yo, creía que eso, también se debía a que su figura era la principal depositaria de la preservación de la memoria del presidente Allende, responsabilidad que asumía con la mayor fortaleza y entereza tal cual como lo demostró impecablemente en el acto conmemorativo de los 50 años del Golpe en La Moneda donde resultó ser la figura indiscutible de la jornada. Tal vez un segundo foco de crítica, en mi perspectiva parcial y subjetiva, pudiese ser un cierto tono conservador al momento de abordar los desafíos que implicaba ser la principal figura que se oponía a una gestión que llevaba al gobierno de Bachelet I al atolladero tal como se evidenciara más tarde. En mi lógica provinciana, pero también con bastante experiencia de mundo, no se podía andar por la vida pretendiendo desempeñar roles significativos solo por llevar el apellido Allende, tal como sucedió en 2005, donde quiso ser aspirante al senado por Punta Arenas sin competencia, intento fallido que la llevó luego a integrar la conspiración que haría caer a la directiva que encabezaba Gonzalo Martner, aspiración que no sería consentida por el bando vencedor y que la llevaría directamente a distanciarse de la facción vencedora del 27° congreso. Maya Fernández, al ingresar de manera individual y anticipada, sin el acuerdo del PS, a esta administración mucho antes que la colectividad acordara entrar al gobierno de Boric, hecho que ocurrió formalmente luego del plebiscito del 4 de septiembre, también peca de ese talante y sentido político.

El frontis de la casa de Guardia Vieja.

Supongo que algo de todo lo anterior hay en la chambonada del frustrado acuerdo de la compraventa de la vieja casa de Guardia Vieja. Allí aparte de la incompetencia política – que pareciera ser la regla hoy – de un gobierno del cual todos quienes votamos por él, esperábamos un poco más, se evidencia, además, un desconocimiento de la norma que podría llevar tanto a la senadora como a la ministra a su destitución.

Aparte de todo lo anterior, si bien es cierto la vieja casa está en un lugar que genera mucha plusvalía y si bien tal como se señaló, el valor acordado en la fallida compraventa aun estando bajo el precio mercado, la antigua residencia de la familia Allende es parte del patrimonio histórico del país – como lo dijo Miguel Lawner “La vivienda está cargada de historia social y política. Ninguna evaluación comercial podría cuantificar su infinito valor”-, y eso hace que su precio escape al exclusivo interés familiar y económico y ese fue un criterio que no fue bien sopesado al momento de tomar la errática decisión. La familia Allende, en este caso, la senadora Isabel y la ministra Maya Fernández, aparte de evidenciar una falta de sentido común al momento de saber distinguir entre el interés familiar y el patrimonial de ese entorno, también tomaron una decisión prohibida por la norma, así como tampoco sopesaron el peso patrimonial de la residencia que, tal como lo manifestó el ex Premio Nacional de Arquitectura, pudo perfectamente, por su valor histórico, patrimonial y emocional, haber sido cedida en comodato al Estado para que con dineros públicos se pudiese gestionar adecuadamente y todos los chilenos pudiesen disfrutar de su valor.

El error inexcusable en el que se vio envuelta la senadora y la ministra de Defensa aparte de dañar la memoria del expresidente Allende y su gobierno – quienes tuvieron una conducta de comportamiento ético intachable pese a los esfuerzos de la junta por desacreditarlos -, le abrieron un flanco más a un gobierno que periódicamente, por voluntad propia, repite este tipo de desaciertos, le entrega insumos gratuitos a la extrema derecha para pedir la destitución de la senadora y mientras sigue rondando lo mismo para su sobrina y ministra  y en el propio PS, en vísperas de sus próxima elección interna, hacen aparecer lo peor de la política y la vuelven a sumergir en el fango donde lleva ya tiempo.

Por ello, la reina no debe serlo, sino también parecerlo.

 

 Edison Ortiz

 



Edison Ortiz

Doctor en Historia. Profesor colaborador MGPP, Universidad de Santiago

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  1. Típico relato de funcionario gris
    20 años mas tarde ya no salen en la foto
    Se desdicen al tiempo del «yo no he sido»
    «yo estaba en contra»
    Sin embargo los grandes luchadores sociales. los heroes politicos antifacistas
    o estan muertos o están secuestrados en las carceles del estado chileno
    Asi nos va!

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