Los desiguales deben ponerse serios
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“ A mí me da lo mismo que haya gente que tenga mucho, en la medida en que todos tengan el mínimo de condiciones para poder elegir sus destinos”
Máximo Pavez, vicepresidente de la UDI y ex ministro durante el gobierno de Sebastián Piñera.
Este pequeño Milton Friedman nativo viene a confirmar que para la UDI no tiene sentido explicarse cómo los ricos son ricos, tampoco los orígenes de los grupos económicos y el funcionamiento del sistema bancario y de seguros. Qué importancia podría tener si en la misa del domingo no se toca el lucro, la privatización de la salud y ese largo listado de necesidades que tiene Chile.
Posiblemente no se haya conocido afirmaciones tan meridianamente claras de la mirada que tiene la UDI del país y de sus habitantes. Sostener que la desigualdad es un asunto de muy larga data, algo natural, y que provendría sin duda desde los tiempos de las cavernas no debe causar asombro.
El asunto está que para la UDI tener poco es suficiente, pero no dice que poco. Eso posibilita que los miserables, los esclavos con tarjetas de crédito, puedan elegir, como por ejemplo: con mi plata no. Yo quiero elegir la educación de mis hijos. Para tener pensiones dignas deben jubilarse a los setenta años. Si quieres que la muerte no te lleve, paga.
Nada más ejemplificador que la espuria Constitución de 1980, redactada por el puño de la luz guzmaniana, donde se diseñó un país para los ricos con el coro de la derecha. Sucede que existen ciertos momentos donde la historia vuelve a notificar el orden correcto y justo a los promotores de las desigualdades.
Se debe dejar constancia que la UDI nace siendo amamantada en brazos de los militares en los tiempos de la peor época del oscurantismo en Chile. Llegaron sin adversarios, aquellos estaban en centros de tortura, en las cárceles, en el exilio, todo les resultó sencillo y fácil. Ufanos Los Lavines, esos Longueira, los Larraines, los Chadwick.
No era asunto de la UDI que para los desiguales existiera el garrote, el saco en la cabeza y el maltrato. Años después estarían defendiendo a Colonia Dignidad y Karadima desde el gobierno de Piñera.
Son carroñeros desde los tiempos de la llamada UDI popular. Ese carnaval de miserables que se ganó a tantos ofreciendo la vida eterna, pero para aquello sucediera no se podía pedir nada a cambio en la tierra, de esos asuntos se encargarían ellos. Jamás una huelga, nunca un pliego de peticiones. Y miles los escucharon, los siguieron y hasta los tiempos actuales se niegan a bajarlos de sus pedestales.
Los que consecuentemente sostienen que es posible un nuevo modelo más justo, que disminuya la desigualdad y la miseria están siendo arrinconados, los empujan para que de rodillas saludes al marcado.
Habrá que buscar alguna explicación para entender porqué hay más millones de militantes adorando a los bancos que a las organizaciones sociales. También es cierto que los trabajadores han sido abandonados hace muchos años. Perfectamente el 1 de mayo la CUT podría celebrar en CasaPiedra y todos felices. Total ya nadie canta arriba los pobres del mundo.
Los tiempos actuales no están para devaneos. La derecha dejó sus cartas sobre la mesa y ya no es cuestión de apostar, se trata de alcanzar objetivos programáticos, promesas de campaña. Hay que responder la carta que llegó con el voto de que creyó que se anunciaba algo bueno, esas letras flacas que escriben los viejos jubilados.
Para superar las condiciones de desigualdad en la que conviven diariamente miles y miles, no se alcanzan con pancartas que es mejor esto que nada. Eso es reformismo puro y duro, es entreguismo, es conciliación, finalmente es dejar en el abandono al que te entregó tu primer mameluco de trabajador. Un revisionismo que se mantiene.
Cuando nuevamente queda en evidencia la perversión ideología de la derecha, que cercena derechos y que menoscaba la vida, entonces se debe necesariamente hablar de posibles tiempos que inevitablemente deben llegar para ser alterados los mezquinos actuales.
No todos estaban en el asalto al Palacio de Invierno, no fueron todos los parisinos que llegaron cantando a la Toma de La Bastilla, no siempre han sido todos. Pero los que han estado si fueron capaces de dar batalla para alcanzar lo justo.
No es el mejor momento en el congreso para alcanzar alguna victoria social. Sucede que los desiguales no son fantasmas a medio construir, es la vida cortada en pedazos por la depredadora derecha, los apóstoles de la desigualdad.
Posiblemente todo se reduzca a que los desiguales y pobres, los que nacen sin derechos amparados en las sobras, deben existir para que el modelo funcione. Eso está en el alma de la UDI, su biblia ideológica, esa es la canción con su flauta encantadora.
Lo deslavado de Morandé 80 ya se alejó de lo que era fundamental y necesario. Desde el balcón la socialdemocracia ufana saca su pañuelo como si de una lechuga hidropónica se tratara, sin raíces. Mientras los errores siguen cayendo uno tras otro para que el fuego de la derecha se mantenga. Así no se llega a ninguna parte, así no hay legado posible.
Los proyectos serios, los trascendentales se defienden con la vida, así nada más.
Confusos son los tiempos. Puede que algún pequeño legado sea más importante que la batalla política. La pancarta de la seguridad la tiene la derecha y la desigualdad es tarea a superar desde la vereda del frente. Pero nada sucede y todo continúa igual.
Si nos equivocamos de camino serán las organizaciones sociales las que lo ordenen, dijo Gabriel, pero esas palabras quedaron en el aire. Lo poco que queda de la memoria social y del sindicalismo la fueron dejando desangrar para alcanzar algún puesto en los altares. La clase, ese sector mayoritario no asusta a nadie y bien lo sabe el segundo piso de La Moneda. En algún momento deberán pagar su culpa los traidores.
Con Recabarren muchas fotos, eso solamente. Y la derecha en buena salud dictando normas incluso desde Capitán Yáber.
Pablo Varas.
jaime norambuena says:
Gran ? opinion de de ……
Felipe Portales says:
Y lo peor es que nuestra «centro-izquierda» derechizada fue la que, a partir de 1990, legitimó, consolidó y profundizó el modelo neoliberal y la desigualdad que impuso en Chile la dictadura…