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Un balance decepcionante: Boric al debe con el pueblo

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A punto de caer la última hoja del calendario y llegada la hora de los balances, el gobierno del presidente Gabriel Boric – aludido torpemente como “comunista “por el régimen argentino de extrema derecha – tiene que reconocer lo que está claro como la luz del día: ha completado otro año en deuda con las mayoritarias clases populares, que no salen de su desconcierto porque nuevamente no se ha cumplido con lo prometido.

Los millones de electores que en las últimas presidenciales dieron la victoria a Boric sobre el fascismo enarbolando las banderas del Frente Amplio, del PC y del allendismo, permanecen en el estupor que le significa el hecho de que la agenda gubernamental haya pasado al olvido, que los cambios profundos y las transformaciones estructurales se hayan diluido y que la necesaria refundación de determinadas instituciones sea hoy solo un mal recuerdo.

Haber cancelado los cambios antes de cumplirlos ha resultado deplorable: en Chile todo sigue igual que en el comienzo de este gobierno. Está la misma Constitución militar, el mismo modelo socioeconómico neoliberal que solo sirve para enriquecer más a los ricos, persiste el predominio del poder del dinero, el mercado abusa de la población sin recursos y resalta la falta de oportunidades y la desigualdad. Todo ello también ha cumplido un año más.

A fines de 2021 el país se pronunció categóricamente por un liderazgo joven que prometía una generación de recambio, una nueva era y un Chile distinto. Era la justicia social que llegaba de la mano de la igualdad, la inclusión y la participación para cavar la tumba del neoliberalismo, lo que quedó en las palabras. La continuidad conservadora se prolonga hasta el día de hoy.

El Ejecutivo ha encontrado serios escollos en su camino que era inicialmente de Izquierda. Están las persistentes presiones de la derecha reaccionaria basada en el pinochetismo que se niega a admitir su papel secundario, y el rol retardatario que juega la ex Concertación, llamada a integrarse a La Moneda y que ha terminado por imponer su tendencia socialdemócrata que fracasó durante 30 años.

Por eso las políticas públicas en favor de las mayorías han sido dejadas de lado. En cambio, siguen vigentes las lacras que dejó la dictadura: a la sombra de la Constitución de 1980, continúan ganando dinero a manos llenas los propietarios de las AFP y las Isapres, y la clase patronal mantiene el control del país, su gente y sus riquezas naturales. La prensa manipulada por la oligarquía – la única existente – no habla de la desigualdad y la exclusión, de la pobreza y la cesantía del pueblo y de la desesperanza que está presente en innumerables hogares.

A lo largo del territorio nacional hay mucha gente deprimida que pese a su esfuerzo no logra abandonar sus condiciones de indignidad. Aparte de las 25 mil personas que subsisten en “situación de calle” están los comerciantes ambulantes y las familias que habitan en campamentos de tránsito, perseguidos unos por el comercio establecido a través de la policía uniformada, y las otras en permanente riesgo por las resoluciones judiciales que ordenan  su desalojo. Estos desafortunados hombres y mujeres necesitan al menos de una palabra de ánimo y aliento mientras encuentran una solución definitiva, la que no se escucha desde La Moneda.

Se suman legiones de cesantes, millones de endeudados con el mercado porque los salarios no alcanzan, la gran cantidad de menores caídos en la deserción escolar y los 3 millones de pacientes en listas de espera en hospitales públicos asfixiados por falta de financiamiento. La carga es pesada porque se trata de calamidades que vienen de años y años atrás y por cuya solución se esperaba se hiciera cargo la actual administración.

Capítulo aparte es el de los jubilados y sus pensiones misérrimas que les otorga un sistema privado que debió haber quedado en el camino hace largos años. En el presente, sin embargo, las AFP – al igual que las Isapres – continúan riéndose del público usuario, como figuras emblemáticas de un pinochetismo siempre en guerra contra el pueblo.

Otros episodios inéditos complicaron el panorama gubernamental en el curso de este año. Entre ellos el caso del ex subsecretario del Interior, que defraudó la confianza del presidente; el homicidio del ex militar venezolano que llegó a Chile para enturbiar las relaciones entre Santiago y Caracas, y lo ocurrido con el mega incendio de Viña del Mar y Quilpué – 136 muertos y 20 mil damnificados – que resultó provocado por quienes estaban a cargo de apagar el fuego y que está significando cuantiosos recursos fiscales en reconstrucción.

A nada de ello el gobierno ha logrado poner un punto final y definitivo. Son prioridad el crimen organizado, la delincuencia y el narcotráfico, los que han sido enfrentados sin considerar sus orígenes y sus causas que están en la desigualdad social y económica que viene desde la dictadura.

Mientras persista la concentración económica que ostenta una minoría, el desprecio a las mayorías y la inequidad en la distribución de la riqueza, no puede esperarse democracia ni justicia. Los dueños de Chile se mantienen intocables y continúan manejando el país a su amaño, en tanto el pueblo no ve en La Moneda el apoyo que esperaba.

La creación de un Ministerio de Seguridad Pública, ley antiterrorista incluida, no puede ser lo más resaltante en el año que termina. Es lo que quisieran las dos derechas que entraban en la gestión del presidente Boric que fue elegido por el pueblo, los independientes por los cambios y la Izquierda política.

En su grosera intromisión llamando “comunista o zurdo” a Boric el régimen fascista argentino sólo revela ignorancia y desatino. En este supuesto caso sería el primer comunista en adherir al multimillonario inversionista Piñera en su velatorio, en acudir gustoso a rendir examen ante el gran empresariado cada vez que es citado, y en firmar declaraciones en el plano internacional junto a Milei, el jefe de Estado argentino y otros mandatarios de la derecha desquiciada.

Al actual gobierno le resta todavía un año en el ejercicio de sus funciones. El balance de 2024 no ha sido afortunado, pero peor aún sería verlo entregar la presidencia de la República a la derecha pinochetista próximamente.

Hugo Alcayaga Brisso

Valparaíso

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  1. Abelardo Clariana Piga says:

    Otra cosa es con guitarra. Los que esperaban mas de este gobierno estaban equivocados. Pueden esperar otro gobierno «de izquierda» en el futuro, pero con el mismo resultado. Por que? Porque no ha habido movimiento de masa. Las movilizaciones masivas contra las AFP, por ejemplo, fueron magnificas pero no se logro llevar una plataforma de cambios que incluyera todos los puntos de distintos sectores del pueblo pobre, que indicara la solucion a todos esos problemas: pasar del capitalismo al socialismo. Eso no es algo que pueda hacer un gobierno, aunque tuviera ambas camaras a favor.

    El gobierno de Allende puso la ley de nacionalizacion del cobre a votacion en el Parlamento y el resultado fue 100% a favor. La mayoria del Parlamento era derechista, pero todos los que durante muchos anyos se habian opuesto votaron a favor. La razon es simple: habia un enorme movimiento generado mucho antes, manifestando en las calles por todo el pais, de modo que si un parlamentraio hubiese votado en contra no habria sido re-elegido en las elecciones siguientes.

    Eso no se dio cuando Boric fue elegido y aun no se da. En 2019 hubo una revuelta gigantesca pero sin direccion politica. Hay que convencer a mucha gente que tienen que ser participantes activos, no solo votar de vez en cuando, para que haya cambios de verdad. Es dificil pero imprescindible.

  2. Renato Alvarado Vidal says:

    Boric y su grupito han logrado desprestigiar a toda una generación.
    León Gieco cantaba «Queremos ya un Presidente joven» y los viejos coreábamos esperanzados.
    Ahora ya no nos queda ni eso.
    Sólo la dura realidad de volver a trabajar «a la antigua», desde las bases, sin creer en un nuevo niñito Jesús.

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