¿Dónde está el poder?
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Digamos que el poder es algo difícil de definir. A lo más se lo confunde con una agencia que administra algún tipo de fuerza o influencia o que hace efectiva la fuerza o influencia de alguien, en alguna parte o sobre otros.
Otros, lo confunden con el gobierno, es el caso lamentable del presidente Gabriel Boric, lo que ya habrá corregido a fuerza de fracasos.
Asumamos que en las democracias como la nuestra, una falacia formal, se separan los poderes en ejecutivo, que gobierna para todos, el legislativo, que hace las leyes representando a la ciudadanía, y judicial, que interpreta y aplica las leyes para que haya justicia.
Si esbozó una cierta sonrisa sardónica, no se culpe.
En el caso que demos por cierto esa extraña cuando no menso falsa división de poderes, digamos que el poder es algo más complejo que cada una de esas formalidades estructurales y que todas obrando de conjunto.
Por ejemplo.
Se da por estos días una discusión que movería a risa si no fuera porque resulta la evidencia del drama que viven por medio siglo los millones de estúpidos que trabajan por un salario y los que vengan.
Porque lo que se discute con una pasión propia de la mejor causa no es una mejora al sistema de seguridad social, que no existe, sino cuánto más o menos van a ganar las AFP en esta pasada que el gobierno nombra proyecto de reforma de pensiones.
El caso de las AFP es único en su real función de venganza histórica.
A su componente de pilar del sistema económico, debe agregarse su condición de pedagogía de grandes alcances.
Es la venganza de los poderosos verdaderos en contra de los trabajadores que una vez, y solo una vez, en la historia de este país se alzaron con las más altas posibilidades de disputar el poder a los que lo han sostenido desde que los tercios españoles aparecieron por las cresterías de los Andes.
La decisión tuvo un alcance casi místico: estos alzados serán lo que van a financiar el nuevo orden en los que serán un nuevo tipo de esclavos, que con sus salarios financiarán lo que les castigue por generaciones.
Es tan poderosa esa decisión, que es el sustento que afirma todo el resto del modelo. Se caen las AFP y se cae todo lo demás.
Por eso en este país no habrá un sistema de seguridad social.
Habrá, eso sí, una alharaca fenomenal por un punto más o un punto menos. Se dirá que algunos quieren reforzar el pilar solidario, y otros que ven en esa afirmación el comunismo en estado puro.
Falacias.
Por una parte, al gobierno del atarantado Gabriel Boric le interesan esas leyes para mostrar algo, alguito, que se hizo en su innecesaria gestión.
Y, por otra parte, a la ultraderecha le conviene sacarse el cacho de encima bajo esta administración y no heredarla para la que ellos creen, y parece que así será, su siguiente gobierno.
Malabares. De avance para los trabajadores, nada.
¿Se da cuenta?
Ahí funcionó el poder. Todo el poder. Y usted ve y le dicen otra cosa.
Es que el poder, el real no el de la apariencia, el de las formalidades y las instituciones, es el que mueve sus tentáculos y usted no se da ni cuenta.
El poder no es eso que se sienta en una silla y que se elige cada tanto. Ni tampoco es el gerente de la corporación dueña de todo. Ni siquiera, aunque lo parezca, es el general que manda una división de comandos aguerridos.
A lo más, digamos que estas expresiones del poder forman parte de un todo más grande y, aunque parezca paradojal, mucho menos expuesto. Diríamos, que no se ve.
Eso autoritario, que pasó por sobre los crímenes más atroces, se quedó como un perfil invisible en aquella parte inefable en donde se encuentra el efecto del poder.
La memoria es selectiva para evitar el sufrimiento. Hay un punto ciego necesario y vital.
Y si nunca ese poder se fue, es porque nunca se le echó por los medios que debieron ser útiles para el efecto de borrar el legado que se quedó adherido en alguna parte de las personas que actúan instintivamente cuando son activados por ese poder que no se ve.
El verdadero poder es invisible pero omnipresente, que tiene por sede una parte difícil de precisar en el sector menos consciente del ser humano. Y que se expresa cuando se conjugan algunos factores, en especial, ese que nos permite ser poderosos, aunque sea por un rato.
O que alguien nos represente vicariamente para el efecto.
Ricardo Candia Cares
Felipe Portales says:
Está claro que en nuestro país el poder real está completamente en manos de los grandes grupos económicos, gracias en primer lugar a la dictadura; y en segundo lugar, a nuestra «centro-izquierda» que desde 1990 legitimó, consolidó y profundizó el modelo neoliberal extremo impuesto por aquella.