El cuarteto de Chile
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Hasta la fecha, se perfilan cuatro candidatos a la presidencia de Chile, desde la vertiente progresista. Aunque no les agrade a ciertos progresistas. Ni hablar de quienes buscan al Mesías y llevan años en descubrirlo. Otros, esperan su llegada a la tierra, pero el tiempo transcurre y nada sucede. Siempre existen nombres y la lista resulta interminable. A veces caótica en este esfuerzo por hallar al elegido. Al menos, intentemos una lista primigenia, destina a abrir el debate. Se mencionan por orden alfabético: Daniel Jadue, Carolina Tohá, Camila Vallejo y Tomás Vodanovic. Mezclar la política y el azar, bien podría ser un entuerto, un desaguisado, en tiempos donde se necesitan hábiles cocineros, para preparar el estofado presidencial. Entonces, permítanme la licencia de mencionarlos. En este asunto, el objetivo apunta a destacar que estas cuatro personas, reúnen las condiciones para ejercer la primera magistratura del país. Su integridad moral los destaca.
En las antípodas, se perfila doña Evelyn Matthei, vieja candidata de la oligarquía y uno que otro alcalde, elegido en las últimas elecciones. Oferta dirigida a enternecer. Colores que van del amarillo al pardo. Dispersión de ideas y recetas, aunque siempre, destinadas a servir a los dueños de Chile. Jamás han olvidado los hábitos de pajes, perdón de mamacallos, y siempre, se hallan dispuestos a flagelarse. A purificar sus creencias. Ya sea usando un cilicio o guijarros en los zapatos. Su proximidad hacia los borregos a quienes por siglos han engatusado hasta el delirio, les permite sobrevivir.
También se vislumbra como candidato de este conglomerado sui géneris, a un tal Johannes Káiser. Cuyas ambigüedades políticas y saltos en el vacío, bien lo sitúan en la extrema derecha. A un fascismo, cuya tibieza no asuste a nadie. Tildado de fantasma por sus ideas, Káiser se muestra misógino, enemigo de la inmigración, aunque su familia arribó desde Europa, huyendo del hambre. Poseedora de apellidos pomposos, nadie sabe si comprados en el mercado de abastos, le han abierto al diputado, las puertas del poder. Sabe refocilarse. Junto a él se sitúa Kast, cuyas ideas sobre la política van desde el amor hacia una derecha servil a los intereses de las transnacionales, apegadas a las oligarquías criollas. Admirador de las dictaduras militares en América del Sur, corre a reunirse con quienes las añoran. ¿De dónde su amor hacia las AFP e ISAPRES? Si nos las venerara, no sería nadie.
Desde los cuatro candidatos de ideas progresistas, mencionados al principio, debe surgir quien logre desbaratar a esta tropilla de lacayos. Por antonomasia, serviles al dominio del dinero. A menudo las tendencias progresistas, olvidan que las fuerzas de los borregos tienen poder en las elecciones. Se dejan engatusar y piensan que el progresismo les va a quitar sus modestas viviendas, para dárselas a otros. O en el mejor de los casos, compartirlas con familias necesitadas. Juego perverso utilizado desde siempre por la cáfila trepadora, ansiosa de ser reconocida. Escaladores sociales, serviles por naturaleza, se allegan al poder, por si alcanzan las migajas.
En medio de estas turbulencias sociales y desatinos, el trabajo por exponer la verdad, adquiere fortaleza. Se aleja y emancipa de las mentiras, acompañadas de serpentinas y papel picado. Tras las eternas máscaras del carnaval de la vida, los dueños de Chile ocultan la perfidia. Urge entonces, designar ahora, a quien será el candidato entre los cuatro nombres señalados al comienzo. El tiempo y la paciencia se acaban.
Walter Garib