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Defendamos Chiloé alerta sobre los riesgos de convertir áreas protegidas en zonas de sacrificio

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En una reciente entrevista en el programa Mega Tiempo, el ambientalista y vocero de Defendamos Chiloé, Juan Carlos Viveros, expuso los graves impactos de la industria salmonera en las áreas protegidas de la Patagonia chilena. La conversación, conducida por Macarena del Real en la sección Cambio de Grado, abordó las inconsistencias entre la conservación ambiental y el modelo extractivista predominante en Chile.

Ballenas muertas y ecosistemas en crisis

Viveros destacó un caso alarmante: ballenas halladas sin vida cerca de concesiones salmoneras. Este hecho, según el activista, refleja la contradicción de que un país que aspira al liderazgo en conservación oceánica permita daños significativos en su borde costero. “Es preocupante que las áreas protegidas estén desprotegidas”, afirmó, señalando la falta de regulación efectiva y el fuerte lobby de la industria salmonera.

Incompatibilidades entre conservación y salmonicultura

El vocero fue claro al señalar que la presencia de cultivos intensivos en territorios destinados a la biodiversidad es inaceptable. “El Estado debe decidir dónde estas industrias pueden operar, pero en las áreas protegidas no tienen cabida”, enfatizó. Además, criticó la ausencia de ordenamiento marino, lo que permite que estas actividades sigan afectando ecosistemas clave, como los fiordos que sufren pérdida de oxígeno y amenazas a especies emblemáticas como la ballena azul.

Costos ocultos de un modelo extractivista

El impacto ambiental de la salmonicultura no solo afecta los ecosistemas, sino que también genera altos costos sociales y económicos. Según un estudio de JustEconomics, los daños no pagados por la industria salmonera en Chile ascienden a 2.000 millones de dólares anuales. Viveros relacionó este problema con un patrón extractivista común en la minería y las forestales, al que calificó como “capitalismo salvaje”.




Áreas protegidas: ¿zonas de sacrificio?

Chile presume de tener el 42% de sus áreas marinas bajo protección oficial, pero Viveros denunció que muchas carecen de planes de manejo y administración efectiva. “Son solo papel”, afirmó. En la ecorregión marina Chiloé-Taitao, por ejemplo, la protección efectiva es de apenas el 0,45%, muy lejos de la meta global del 30%.

Cambio climático y la urgencia de actuar

El cambio climático agrava esta crisis. Viveros advirtió que los fiordos, comparables con pacientes en cuidados intensivos, dependen de oxígeno artificial para sobrevivir. “Permitir estas actividades es como ponernos la soga al cuello”, alertó. Además, enfatizó que la protección de áreas marinas es esencial para mitigar los efectos del calentamiento global, cuya meta de limitar el aumento de la temperatura en 1,5 °C ya está fuera de alcance.

Un llamado al desarrollo sostenible

El ambientalista concluyó con un mensaje contundente: “Las áreas protegidas son nuestra salvación. Si seguimos destruyendo ecosistemas para producir materias primas, nos condenaremos a ser un país de sacrificio”. Urgió al gobierno a detener la expansión de la salmonicultura en áreas protegidas y replantear el modelo productivo hacia uno verdaderamente sostenible.

La entrevista dejó claro que proteger la biodiversidad y las comunidades locales es un desafío urgente para Chile, un país que enfrenta la encrucijada entre el desarrollo económico y la conservación ambiental.



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