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Extrema derecha francesa y “centro-izquierda” chilena

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 Llama la atención que la Agrupación Nacional de Jean Marie y Marine Le Pen –el partido más derechista de Francia, que hasta 2018 se denominó Frente Nacional- se haya coaligado con los partidos más izquierdistas de ese país para provocar desde el Parlamento la caída del gobierno de centro-derecha, presidido por el republicano Michel Barnier. Y sobre todo, desde Chile se ve más sorprendente si tenemos en cuenta que dicha unión se produjo como reacción en contra de la aprobación de un decreto presidencial (¡facultad constitucional, de acuerdo con la peculiar “democracia” francesa!) que reduce notablemente los recursos para el sistema de seguridad social del presupuesto para 2025. Es decir, por lo que convencionalmente se considera como una razón “de izquierda”.

Esto porque nosotros tenemos un gobierno de “centro-izquierda” que ha promovido la integración solitaria de nuestro país a la globalización neoliberal (TPP11 y Tratado con la Unión Europea); que ha concedido la mitad del litio hasta 2060 al yerno de Pinochet (y que se distinguió por ser quizás el personaje más “favorecido” por las privatizaciones de su suegro); y que recientemente se ha coaligado con la derecha tradicional para “perdonarle” cerca de mil millones de dólares a las Isapres, dinero que obtuvieron ilegalmente de sus cotizantes de acuerdo a un fallo de la Corte Suprema. Es decir, por lo que convencionalmente se entienden como razones “de derecha”.

Aunque no nos debiera llamar tanto la atención el contraste anterior si tenemos en cuenta lo relatado por el entonces diputado Marco Enríquez-Ominami (MEO) en 2006, en el Salón de Honor del ex Congreso Nacional, con ocasión del lanzamiento del libro: “Gobierno de Lagos: Balance crítico”, libro elaborado por Horacio Brum, Hugo Fazio, Claudia Lagos, Hugo Latorre, Rafael Otano, Magaly Parada, Manuel Riesco, Gabriel Salazar, Gonzalo Villarino y el suscrito; y editado por LOM.

En dicha ocasión, MEO contó que se enteró de primera fuente de una visita que efectuó a Chile una delegación de parlamentarios del entonces Frente Nacional francés. En ella dichos diputados le pidieron al embajador de Francia que los pusiese en contacto con sus homólogos chilenos. Con toda naturalidad él los derivó a la UDI. El punto es que, posteriormente, dichos diputados de “extrema derecha” le mostraron su enojo al embajador porque los había derivado a un conglomerado con posturas cavernarias respecto de temas tan relevantes como la seguridad social. Allí, el sorprendido fue el embajador que les señaló que respecto de ese tema (AFP), como de muchos otros, la UDI tenía muchos puntos en común con el propio presidente socialista, Ricardo Lagos. Entonces los diputados le dijeron: “¡Ah, no entendemos nada de este país!…

Y eso que dicha delegación no pudo enterarse de expresiones como las del presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio, Hernán Somerville, quien señaló a fines de 2005 que a Lagos “mis empresarios todos lo aman, tanto en APEC (el Foro de Cooperación Económica de Asia- Pacífico) como acá (en Chile) porque realmente le tienen una tremenda admiración por su nivel intelectual superior y porque además se ve ampliamente favorecido por un país al que todo el mundo percibe como modelo” (La Segunda; 14-10-2005).

Ni tampoco dichos diputados pudieron enterarse de la calificación del destacado economista y empresario, César Barros, de que Lagos había sido “el mejor Presidente de derecha de todos los tiempos” (La Tercera; 11-3-2006). O de las del connotado dirigente de la UDI, Herman Chadwick, de que “el Presidente Lagos nos devolvió el orgullo de ser chilenos” (El Mercurio; 21-3-2006). Ni de las declaraciones de uno de los principales artífices (junto con Milton Friedman) de la Escuela de Economía de la Universidad de Chicago, Arnold Harberger, quien señaló en 2007 “que estuve en Colombia el verano pasado participando en una conferencia, y quien habló inmediatamente antes de mí fue el ex presidente Ricardo Lagos. Su discurso podría haber sido presentado por un profesor de economía del gran período de la Universidad de Chicago. El es economista y explicó las cosas con nuestras mismas palabras. El hecho de que partidos políticos de izquierda finalmente hayan abrazado las lecciones de la buena ciencia económica es una bendición para el mundo” (El País, España; 14-3- 2007).

Ni menos aquellos diputados se enteraron de las declaraciones más generales efectuadas por el destacado cientista político de RN, Oscar Godoy, (ya durante la gestión de Michelle Bachelet) quien al ser consultado si observaba un desconcierto en la derecha por “la capacidad que tuvo la Concertación de apropiarse del modelo económico”; respondió: “Sí. Y creo que eso debería ser un motivo de gran alegría, porque es la satisfacción que le produce a un creyente la conversión del otro. Por eso tengo tantos amigos en la Concertación; en mi tiempo éramos antagonistas y verlos ahora pensar como liberales, comprometidos en un proyecto de desarrollo de una construcción económica liberal, a mí me satisface mucho” (La Nación; 16-4-2006).

Podría esperarse, dado todo lo anterior y que en nuestro actual gobierno los principales ministros son todos destacados dirigentes de partidos de la ex Concertación, que una nueva delegación del antiguo Frente Nacional (hoy, Agrupación Nacional) que nos visitara expresara también una gran sorpresa -¡ya que, además, ahora se encontraría con un gobierno con varios ministros comunistas!- al constatar que en materias económico-sociales ellos continúan estando más a la izquierda que nuestra “centro-izquierda”…

 

Felipe Portales

 

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  1. Hugo Latorre Fuenzalida says:

    Nada que hacer, como dijo José de Pereda, es la derecha chilena «en todo extremo la más extremada». Y la Concertacion, la más firme representante de la apostasía ideológica.
    Chile ha vivido tres desgracias históricas:
    1) Sufrir una dictadura brutal, encabezada por un sociópata criminal.
    2) Sufrir una generación de políticos eunucos, sin ideas propias, pero llanos a acoger las del enemigo.
    3) Sufrir a una derecha extrema en su inmoralidad, rapaz, mediocre y antinacional. Pero que todavía es capaz de llevar de las riendas al jumento servil de la política chilena.

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