Elecciones en USA: entre las papas fritas, el arroz graneado y el abismo
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En Estados Unidos una persona no equivale a un voto. El sistema está hecho para que perviva la dictadura de un orden presentado como democrático, con dos partidos mellizos que se relevan cada cuatro años en el gobierno.
La reelección de Donald Trump, sobre quien penden graves acusaciones penales, tiene que ver con la crisis por la que atraviesa la otrora nación más poderosa del mundo.
Estados Unidos basa su riqueza y poderío en su carácter imperialista que no reconoce como límites sino sus propios intereses. En ese rol, reforzado por la caída del socialismo de Europa del este, se ha impuesto el dominio absoluto del planeta, más por la fuerza que por la razón. Desde siempre, su pulsión por imponer el modo de vida estadounidense lo ha hecho invadir, bombardear, asesinar personas y arrasar innumerables países de todos los continentes.
Pero el poderoso imperio ha entrado en una fase de peligrosa decadencia: le salió gente al camino.
Aupada su política exterior por la caída de la Unión Soviética, se ilusionó con el mundo a imagen y semejanza de USA. El avance de la OTAN hacia sus antiguos enemigos del este ya no tuvo freno, a pesar de los acuerdos tomados con Rusia de no acercarse a sus fronteras.
Pero el expansionismo de Estados Unidos, su prepotencia y supremacía militar, violó sistemáticamente esos acuerdos hasta dejar completamente rodeada a Rusia con sus bases militares.
Desde hace tiempo, el imperio sabe que su principal enemigo es China y su casi increíble crecimiento, desarrollo e influencia planetaria.
Estados Unidos y los países europeos penetrados hasta la madre por el modo de vida yanki, leyeron mal lo que pasaba en el país asiático. Creyeron que la mano de obra china abarataba sus costos y dejaron en esas manos supuestamente baratas y fáciles de acceder, gran parte de su poderío industrial: China comenzó a fabricar desde sus autos, hasta sus teléfonos, pasando por sus juguetes y calzoncillos.
Tome usted cualquier artefacto, producto o cosa comprada por ahí y mire su etiqueta: no encontrará nada que diga “Made in USA”.
China no descuidó su desarrollo científico, tecnológico y humano y lo llevó a niveles inimaginables.
Cuando occidente cayó en cuenta que China ya no era la de Mao, era tarde: el modelo de socialismo chino había sacado a setecientos millones de chinos de la pobreza, había desarrollado su tecnología a niveles nunca vistos, sus ciudades no son de este siglo y ya dominaban gran parte de la economía mundial, especialmente en aquellos aspectos en que USA fue líder durante decenios.
Estados Unidos y las soberbias democracias europeas, habían quedado atrás en crecimiento, desarrollo industrial, científico, tecnológico, incluso superados en la tecnología para sacar naves tripuladas fuera del planeta. Un botón: China es hoy el mayor productor de automóviles eléctricos del planeta.
Como siempre en su historia, Estados Unidos creyó que la solución a los problemas que le imponía el exponencial desarrollo chino, y, peor aún, el que China fuera propietaria de gran parte de la industria otrora occidental, ameritaba el desarrollo de una estrategia que lo pusiera en camino de confrontación militar con China.
En esta hipótesis, debía debilitar a Rusia, con una economía mucho más pequeña, pero con un gran poderío militar, como potencial aliado de China.
La OTAN, en su comprensión de la guerra, bombardeó países impunemente. Destruyó ciudades, mató sus lideres, enloqueció a la población civil, robó sus recursos naturales y después de fue. Pero en esa pasada perdió la capacidad de prever escenarios bélicos.
La Operación Militar Especial de los rusos en Ucrania respondió adecuadamente al esquema occidental de debilitar militarmente a Rusia, luego de ampliar la OTAN hasta sus fronteras, teniendo como objetivo estratégico a China.
Ese error histórico le costará muy caro a occidente, y especialmente a Europa, con su países en bancarrota, economías en recesión, con severas crisis energéticas, con explosiones sociales en el horizonte, y curiosamente, a expensas de la economía china y de la energía rusa, a pesar del bloqueo.
Todo mal.
Lejos de que la economía rusa afectada por decenas de miles de sanciones se debilitara, ha crecido más allá de los cálculos más optimistas. Y en el campo de batalla, a pesar de los centenares de miles de millones de dólares inyectados a Ucrania y de combatir contra una coalición de cerca de cincuenta países, el triunfo militar de Rusia es cosa de su decisión.
Peor aún, Rusia cuyo territorio es rico en energía y materias primas, modificó su matriz de negocios y ha logrado asociarse con países que en conjunto representan más del setenta por ciento de los habitantes del planeta y ha desarrollado una estrategia que desafía como nunca antes el poderío yanki: el dólar está acabado como moneda universal.
La creación y explosiva ampliación del BRICS, alianza económica sin precedentes, busca golpear en la matriz del imperialismo: el fin del mundo unipolar, la creación de varios polos de desarrollo por la vía de la colaboración, el respeto de las políticas particulares de los países, el intercambio en monedas locales, y el aporte comunitario al desarrollo de los países menos favorecidos, sin las condiciones inhumanas del BID o del BM.
Aunque no parezca, esto explica las elecciones fraudulentas de Estados Unidos de América, en las que cada persona no vale un voto.
El presidente Trump es, por sobre todo, un negociante. Y un buen negociante sabe que debe estar en buena con todos. Resulta curioso que sea un presidente bajo cuyo mandato no impulsó ninguna guerra. Y es llamativo para el alma guerrerista estadounidense, que sus primeras declaraciones avisen que las guerras se acabarán.
¿Es un presidente yanki al que no le gustan la guerras? Solo las que no son negocio.
Trump amenaza con elevar las tasas a los productos chinos y europeos. Con sus lacayos europeos barre el piso. Veremos si se la puede con China.
El capitalismo tal como lo hemos conocido y sufrido, está en una etapa de crisis interesante. La sede del imperialismo mundial, USA, está viendo afectado su liderazgo económico, político y militar. Se podría terminar la OTAN o, al menos, debilitarse. Puede desaparecer la UE tal como se conoce y algunos predicen un acercamiento de Alemania, el decaído exmotor de la economía europea, a Rusia, desde donde puede tener la energía barata que le permita salir del hoyo en el que está.
A la colonial, obediente, sumisa, lacaya, sometida Europa le espera un tiempo incierto. La nueva dirección estadounidense les hará pagar para ser amigos, so pena de dejarlos solos.
Por eso Trump se yergue ganador: el imperio necesita que alguien ordene la casa, así sea que tenga que dejar solos y a su suerte a los tontos dirigentes europeos que han permitido que la vieja y culta Europa ahora huela a McDonald’, se le impongan tradiciones necias del otro lado del Atlántico y se le obligue a comprar lo que USA les quiera vender.
Al imperialismo le salió gente al camino y parece que es muy tarde para reaccionar. Viene un largo tiempo de acomodo de una crisis que advierte que el mundo ya no será igual.
Un dato interesante: la duda externa de USA es de: 35.979.627.800.000 dólares, hasta este segundo en qué se escriben estas líneas. Vea si puede leer esa cifra. Cada habitantes de ese país, nace debiendo 106.551 dólares, en este preciso instante.
Como alguna vez dijo Fidel Castro: “Todo eso alguna vez no existirá”
Ricardo Candia Cares
Serafín Rodríguez says:
Y las hamburguesas, ¿qué?