Política Global

Donald Trump y el fin del orden liberal: ¿cómo debería Europa reinventarse?

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En el contexto de una posible victoria de Donald Trump en las próximas elecciones de Estados Unidos, Europa se enfrenta a un escenario geopolítico crucial que podría redefinir su papel en el mundo. Arnaud Bertrand, un analista de economía y geopolítica conocido en redes sociales, argumenta que la respuesta de Europa a esta situación sigue una tendencia errada. Esto queda claro en las palabras de Raphael Glucksmann, representante de la visión atlantista e intervencionista liberal en la Unión Europea. Según Glucksmann, la elección de Trump es una amenaza directa para la democracia, los derechos humanos y el futuro de Europa.

Glucksmann advierte que con Trump en la presidencia, Europa quedará aislada, enfrentando problemas globales por sí sola, desde la crisis climática hasta la creciente ola de gobiernos autoritarios en su propio continente. Él compara esta situación con la de Checoslovaquia en 1938 durante el Acuerdo de Múnich, sugiriendo que Europa podría verse nuevamente relegada a ser un espectador mientras las potencias deciden su destino. Glucksmann hace un llamado a los europeos para defender con más fuerza los valores democráticos y construir un futuro de justicia y emancipación.

Sin embargo, Bertrand plantea una crítica directa a esta postura. Argumenta que, lejos de fortalecer su posición, el camino propuesto por Glucksmann podría llevar a Europa a un aislamiento aún mayor. Para Bertrand, la elección de Trump representa el rechazo total al orden liberal que ha caracterizado a Occidente durante siglos. A diferencia de otros presidentes estadounidenses, Trump no busca imponer un modelo de democracia liberal ni cambiar la política interna de otras naciones. Su lema «America First» simboliza un giro hacia una competencia abierta, donde Europa, Rusia, China y otros actores son simplemente rivales en el mercado global.

Bertrand sostiene que Europa necesita entender que el orden liberal está muerto y que seguir aferrándose a él no solo es inútil, sino que también puede conducir a un aislamiento sin precedentes. La hegemonía occidental, impuesta durante siglos, ya no es aceptada por muchas naciones, que solo jugaron ese papel porque no tenían otra opción. Europa no posee el poder necesario para exigir que el resto del mundo acepte sus valores y, por tanto, debe abandonar su pretendida superioridad moral y aprender a dialogar con otros desde un plano de igualdad.

Para Bertrand, el camino adecuado para Europa en este nuevo mundo incluye varios puntos clave. Primero, Europa debe recuperar su soberanía, entender cuáles son sus propios intereses y aprender a defenderlos. Bertrand critica la idea de Glucksmann de que Europa continúe apoyando a Ucrania a toda costa. Según él, la guerra en Ucrania nunca fue de interés para Europa, y esta debería esforzarse por negociar su seguridad directamente con Rusia, en lugar de seguir siendo un «peón» en la estrategia de Estados Unidos para mantener dividido el continente euroasiático.

Otro ejemplo es la relación con China. Bertrand señala que bajo Biden, Europa actuó como un fiel seguidor de las políticas estadounidenses hacia China, adoptando su visión geopolítica sin considerar sus propios intereses. Pero en un mundo donde Estados Unidos busca preservar su estatus de potencia dominante, Europa necesita desarrollar una relación independiente con China que beneficie sus propios objetivos. Lo mismo ocurre con Israel y Palestina, donde Bertrand cuestiona la reciente postura pro-israelí de Europa, argumentando que no responde a los intereses europeos, especialmente dado que la región tiene numerosos vínculos con el mundo musulmán.

Bertrand finaliza destacando la lección más importante de la posible reelección de Trump: la necesidad de que los líderes europeos escuchen a sus propios ciudadanos. Según él, Glucksmann y otros líderes europeos viven en una «burbuja» de conceptos abstractos que no resuenan con los problemas reales de la gente, como el estancamiento económico o la desconexión de sus líderes.

En conclusión, Bertrand lamenta la falta de visión de los líderes europeos. Con una posible segunda presidencia de Trump, Europa tendría una nueva oportunidad de afirmar su independencia y redefinir su lugar en el mundo. Sin embargo, Bertrand expresa sus dudas, temiendo que los líderes europeos, atrapados en una mentalidad de «grupo» y alejados de las realidades actuales, desperdicien esta oportunidad una vez más.

 

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