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¿Es fascista Donald Trump?

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Kamala Harris, la candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos, en entrevista con la CNN, no dudó en calificar a su competidor Donald Trump de fascista. Luego, durante un discurso en Pensilvania, defendió su afirmación, citando al general Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto durante el mandato de Trump, quien describió al expresidente como “fascista hasta la médula”, según detalla en un nuevo libro el periodista Bob Woodward.

A ello se agregan los dichos de John Kelly, general retirado del Cuerpo de Marines, y exjefe de gabinete del expresidente, quien señaló que “Trump se ajusta a la definición de fascista ya que gobernaría como un dictador si se lo permitieran y es una persona que no entiende la Constitución ni el concepto de Estado de Derecho”.

Según el analista Jeffrey Golberg, “el expresidente se ha ido interesando cada vez más en las ventajas de la dictadura y en el control absoluto sobre el ejército. Necesito el tipo de generales que tuvo Hitler, dijo Trump en una conversación privada en la Casa Blanca, según dos personas que le oyeron decir esto”

Otro rasgo que acercaría a Trump al fascismo es su odio a los inmigrantes. Ha sido reiterativo en sostener que Estados Unidos se ha vuelto un país inseguro por culpa de los extranjeros. En su primera campaña electoral acusó a los mexicanos de asesinos y violadores y, ahora dice, sin prueba alguna, que El Salvador y Venezuela envían a su población carcelaria a territorio norteamericano para que cometan crímenes.

Ha dicho textualmente que los inmigrantes “están envenenando la sangre de nuestro país”. Es el mismo lenguaje de los supremacistas blancos y que en su momento utilizara Hitler contra los judíos.

La agitación y odio contra las personas de origen hispano llegó al extremo del racismo, en el cierre de campaña de Trump, en el Madison Square Garden, cuando un orador que lo precedió de nombre Tony Hinchcliffe, cómico de profesión, dijo que “literalmente hay una isla flotante de basura en medio del océano y creo que se llama Puerto Rico”.

Para enfrentar la inmigración, Trump amenaza con utilizar la ley de extranjeros enemigos (Alien Enemies Act), promulgada en 1798, que el presidente Franklin D. Roosevelt usó para encarcelar a familias enteras de origen italiano, alemán y principalmente japonés durante la Segunda Guerra Mundial.

Hay que recordar que, en su anterior gobierno, Trump arrebató de los brazos de los refugiados hispanos a sus hijos y los instaló en campos de concentración, utilizando así la crueldad para desalentar la inmigración. Esta política de tolerancia cero contra los inmigrantes fue calificada como una “política de cero Humanidad” por el senador demócrata por Oregón, Jeff Merkley, quien señaló que: “Separar bruscamente a los niños de sus padres para causarles daño a los pequeños y así influir en los padres es inaceptable”.

Por cierto, el propio Trump ha defendido su falta de compasión con los inmigrantes con el argumento que los niños están siendo usados por los peores criminales.

Sin embargo, las estadísticas indican algo distinto. El crimen en territorio norteamericano es atribuible principalmente a personas de origen anglosajón y no a los hispanos. De acuerdo con informes del FBI, sólo 18 de cada 100 crímenes son cometidos por personas de origen hispano, independientemente de su estatus migratorio.

Por otra parte, Trump ha acusado a Europa por recibir masivamente inmigrantes, olvidando que estos han llegado como consecuencia de las guerras que Estados Unidos y sus aliados han impulsado. Es lo que ha generado graves crisis humanitarios en Irak, Siria, Libia y Afganistán, entre otros países. Existe entonces una responsabilidad que a los guerreristas les corresponde asumir.

En realidad, la política contra los extranjeros de Trump tiene un ineludible contenido racista; pero, al mismo tiempo, le sirve como arma demagógica para convencer a la ciudadanía que los crecientes problemas económicos y de seguridad de Estados Unidos son responsabilidad ajena.

Así es como su acusación contra Canadá, México, China y los países europeos de “robar a los Estados Unidos” (explicación del déficit comercial) ha tenido por propósito elevar los aranceles para impulsar una política proteccionista. Paralelamente, su dichos contra los inmigrantes le sirven para explicar que éstos le “roban” el trabajo a los estadounidenses y convencerlos además que favorecen la criminalidad.

Finalmente, la violencia está presente en el comportamiento de Trump. Hay que recordar que luego del triunfo electoral de Joe Biden, el presidente saliente Donald Trump pronunció un discurso de gran agresividad, en el que difundió falsedades sobre los comicios, acusando que le habían robado las elecciones. Y, exhortó a sus partidarios a defender su supuesto triunfo, lo que provocó la irrupción de una desenfrenada y violenta turba de extrema derecha sobre el Capitolio el 6 de enero del 2021. Fue un intentó de autogolpe de Estado para reinstalar a Trump en el poder.

En suma, autoritarismo, ultranacionalismo, racismo y violencia son típicos rasgos fascistas y están muy presentes en el discurso de Donald Trump. Su eventual triunfo electoral pone en peligro la democracia en Estados Unidos.

 

Roberto Pizarro Hofer

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