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Auge y caída del desarrollo exportador

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En el año 2003 – a principios del presente siglo – las exportaciones de bienes por parte de Chile sumaron 21.747 millones de dólares. Una década después, en 2013, esa cifra había aumentado a 77.070 millones de dólares. Un aumento bruto de 55.723 millones de dólares o, en porcentaje, de 261 % entre el año inicial y el año final de ese período. Un promedio simple de crecimiento anual de 26 %. Esa son cifras sumamente altas y es muy difícil encontrar en la historia de Chile un período de crecimiento de las exportaciones  a tasas de tal envergadura. Internacionalmente, eran también tasas muy difíciles de encontrar en otros países durante toda una década completa.

Había razones, por lo tanto, como para que el país y sus gobernantes creyeran que estábamos en medio de una ola de crecimiento que no tenía por qué parar. Más aun, habían razones como para pensar que el modelo de inserción de Chile en los circuitos del comercio internacional estaba dando frutos muy positivos, y no había, por lo tanto, razones como para cambiar de rumbo. En ese período la tasa de crecimiento del PIB era también cómodamente alta y se suponía que eso estaba altamente correlacionado con el crecimiento de las exportaciones. Mientras éstas últimas siguieran creciendo a tasas elevadas, el PIB también haría lo propio.

En el año 2013 se exportaron, como ya dijimos, 77.070 millones de dólares. Diez años después, esa cifra había aumentado a 94.557 millones de dólares. Un crecimiento bruto durante ese período de 17.487 millones de dólares, lo cual corresponde a un 22%, o a un promedio simple anual 2,2 %. Las exportaciones siguieron creciendo, por lo tanto, de una década a otra, pero lo hicieron en una forma mucho más lenta. Decreció la tasa de crecimiento, como dirían los economistas. Había razones, por lo tanto, como para alarmarse. El modelo de inserción en la economía internacional ya no estaba dando señales de tanto éxito como antes. Algo estaba pasando. Paralelamente, la tasa de crecimiento de PIB en esta última década también decreció con respecto a la tasa de la década anterior.

En el año 2023, el valor total de las exportaciones chilenas de bienes presentó un nivel menor que lo exportado en el año 2022 y la Cepal, en una publicación reciente, pronostica que en este año 2024 las exportaciones chilenas crecerán aproximadamente en un 3.0%, en circunstancias que los diferentes países de América Latina y el Caribe lo harán a una tasa promedio de 4 %. Si ese pronóstico para Chile se hace efectivo éste no alcanzará con ello a reponer los niveles del 2022.




Todos estos antecedentes no van encaminados a postular que todo tiempo pasado fue mejor y que hay que volver a ello, haciendo retroceder la rueda de la historia, lo cual por lo demás, es imposible. No. Lo que se pretende es dejar sentada la hipótesis de que el modelo de inserción en una economía internacional abierta, implementado por Chile, ya ha dado de sí todo lo bueno que podía dar y ya no permite un crecimiento sostenido de nuestras exportaciones, lo cual atenta contra las necesidades de crecimiento y de desarrollo del país. Las condiciones de Chile y del mundo han cambiado. La demanda de nuestros productos exportables actuales – básicamente primarios – crece lentamente en el mercado internacional y queda altamente sujeta a la volatilidad de las decisiones de política económica de los países demandantes. La oferta de nuestros productos exportables, a su vez, no está en condiciones de crecer en forma ilimitada sin perder sus niveles de productividad.

Hay ahora, por lo tanto, necesidad urgente de introducir modificaciones en las tendencias, ritmos y componentes del comercio exterior chileno. No hay, sin embargo, que dejar de producir y exportar lo que hasta el día de hoy estamos produciendo y exportando, pero se necesita hacer avanzar la rueda de la historia, agregando a la actual cartera de exportaciones nuevos bienes exportables que tengan una demanda que se corresponda con las tendencias tecnológicas del mundo contemporáneo y que tengan mayor talento, conocimiento y creatividad nacional incorporada. En pocas palabras, una nueva etapa en el desarrollo exportador.

 

Sergio Arancibia

 

 



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Sergio Arancibia

Economista

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