Columnistas

Alzamiento del 18 de octubre: mis recuerdos

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Este texto consta de varios capítulos  partes; la primera es un relato testimonial de lo ocurrido políticamente en nuestro país entre el 18 de Octubre y los primeros días de Marzo del año siguiente y la segunda es un intento de explicación de lo ocurrido, de cómo se fue incubando este volcán en un periodo de varias décadas.

Se agregan como anexo algunas columnas de opinión del autor publicadas años atrás que permiten entender el proceso de acumulación de fuerzas anti sistémicas.

Quien escribe ha sido testigo presencial de los hechos que se relatan.

Lo ocurrido nos pareció algo sorprendente, pero lo fue menos si ponemos atención en algunos signos premonitorios que no advertimos, quizás por ser protagonistas de tantas derrotas en nuestra larga lucha contra el modelo neoliberal.

 Nos habíamos acostumbrado a ser minoría y a perder. Fukuyama y su fin de la historia se nos había metido en el disco duro.

La Utopía, asimilada, incorrectamente,  a la construcción del socialismo con el modelo soviético que cayó con la URSS nos afectó a todos incluso a quienes, desde la izquierda nunca lo compartimos.

Soy un abogado de libre ejercicio, he hecho clases en universidades,, durante muchos años militante del Partido Socialista cuyas filas abandoné, siendo miembro de su Comité Central,  por su pasividad ante el modelo neoliberal. He  llevado algunos casos relevantes en el ámbito de los Derechos humanos. Estudié derecho en la Universidad de Chile y luego ciencia política en la Universidad de La Habana. Aunque mi tesis en la isla  fue “La teoría del fin de la historia de Francis Fukuyama una estimación critica” lo cierto era que había ya de alguna manera perdido la esperanza que esa crítica ganara las calles, por lo menos en Chile.

Con mis amigos Luis Toro abogado de Derechos Humanos y Ricardo Venegas del grupo Quilapayún teníamos un programa de televisión que se emitia por las redes que se llama “Politica y Futbol” en el que han participado nuestros amigos Moisés Saéz y Ricardo Guerrero, antes de Octubre lo veían semanalmente 20 mil personas luego la audiencia se ha triplicado. En ocasiones a superado largamente las 120 mil visitas, en un programa de face y YouTube , no es poca cosa.

Toro fue un abogado destacado de la Vicaría de la Solidaridad durante la dictadura militar  luego del atentado a Pinochet la Central Nacional de Informaciones, policía política de la dictadura fue a buscarlo a su casa para matarlo y casi lo logran. Moisés es un socialista de fines de la dictadura y Guerrero un pequeño empresario que ve como la economía lo expulsa del mercado en favor de los grandes tiburones. Tres colocolinos, un palestinista y un chuncho, este último su servidor que escribe. 

DIAS PREVIOS

EL LUNES

Como habitualmente los lunes, pase al club radical que está  frente al  Partido Socialista de calle París donde se juntan mis amigos socialistas desde hace años. El precio del Metro había subido ese día en 30 pesos, tres moneditas de las más pequeñas en circulación.

En la mesa estaba mi amigo Hidalgo, alguna vez huésped del campo de concentración del Estadio Nacional, Gonzalo de exilio en España, la compañera Petunia y me parece que Fernando Arraño integrante alguna vez de la mítica oficina berlinesa del Partido Socialista en Alemania Oriental.

Estaba también Alfonso Guerra un socialista de más de 50 años de militancia él es siempre ponderado en sus juicios, se comenta que no siempre fue así, lo indiscutido es que durante la Unidad Popular fue jefe del regional Cordillera de  Santiago oriente que comprendía todo el cordón industrial Vicuña Mackenna, el Pedagogico y poblaciones como Lo Hermida. Se quedó a resistir, apresado y torturado fue expulsado del país, por mucho menos fusilaron a tantos. Pero le reventaron un tímpano que lo dejo sordo de ese oído para siempre. Antes había sido baleado por fascistas sin uniforme.

En un momento Guerra le dijo a un joven socialista, veinteañero, que compartía con nosotros,  ha subido de nuevo el Metro y ustedes que hacen?. Guerra tiene autoridad para formular la pregunta él participó en las jornadas del 2 de Abril de 1957 que estremecieron nuestra capital, algo había de reproche en la pregunta que quedó flotando en el aire. En años no se había escuchado a Guerra reprochar así a un compañero, yo por lo menos nunca y menos a un joven.

Algo había en la temperatura ambiente y estaba a punto de hervir, lo de Guerra, siempre respetuoso y amistoso, fue una señal que sólo después pude interpretar.

EL MARTES ANTERIOR

Grabamos política y Futbol el martes 15 de Octubre,  comentamos el alza del Metro. Ricardo, “el Quilapayún”,  comentó con un dejo de amargura que él había vivido en Argentina y que allí el pueblo se echaba a la calle ante los abusos.

Toro señaló que hacía falta una protesta nacional bien organizada.

Coincidimos en que los neoliberales en el gobierno sumaban abusos sobre abusos en toda la vida económica y social de nuestro país. Flotaba en el medio ambiente, porqué aguantamos tanto?.

Eran 30 pesos, casi nada, pero llamaba a la reflexión, ¿Porqué aguantamos?.

Los estudiantes secundarios en solitario habían protestado desde el día anterior  contra el alza subiendo a los carros sin pagar, lo comentamos. De los universitarios, las centrales sindicales o los partidos políticos ni noticias.

La FECH, la organización estudiantil de la Universidad de Chile,  se enorgullecía de tener su primer presidente transexual, pero los votos emitidos por su elección no habían alcanzado el mínimo estatutario.

El movimiento no más AFP que en su momento había convocado a millones de personas ahora solo reunía pequeños piquetes frente a La Moneda que congregaban entre 20 y 30 personas, el último año lo habían dedicado a difundir una propuesta que muy pocos leyeron. La sensación de derrota era evidente. 

Al interior de los partidos políticos la gran preocupación era hasta cuando había plazo para renunciar a la organización en el caso que no se les garantizara el cupo para ir de candidatos a alcaldes. La renuncia permitía ir como independiente. Si el partido no te lleva vas por las tuyas, esto del emprendimiento.

En el Congreso se discute la puesta en tabla del matrimonio igualitario. El tema ocupa la máxima atención de la casta política parlamentaria.

Los senadores democratacristianos anuncian que apoyarían, una vez más al gobierno de derecha, en temas tributarios.

El jueves el diario la Tercera trae en portada la evasión de los estudiantes secundarios en el Metro, es una señal, como se acostumbra a decir en la política chilena, pero son simples estudiantes secundarios solamente, en apariencia.

Se produjeron evasiones masivas en más de 10 estaciones, carabineros arrojo lacrimógenas dentro del tren subterráneo y se practicaron 41 detenciones.

El subesecretario del Interior Rodrigo Ubilla señaló el mismo día:
 
 «Lo que nosotros hemos establecido es la necesidad de toma de conciencia por parte de estos grupos, que son violentistas, que son grupos delincuentes, es una delincuencia pura y clara, donde a través de una organización, como redes sociales, cobardemente abordan y exponen la seguridad”.

El descontento social se expresaba con intensidad y decisión, pero se creía que era algo puntual, cosa de estudiantes.

 VIERNES 18 DE OCTUBRE: EL ESTALLIDO

A las 8 de la mañana el presidente Sebastián Piñera es entrevistado por la ultraderechista radio Agricultura, se muestra de buen humor y su gran tema es felicitar a los entrevistadores por su cumpleaños, luego agregará:

“Una cosa es protestar, manifestarse, que es totalmente legítimo, y otra cosa muy distinta es la violencia, el vandalismo, la destrucción que hemos observado”.

Piñera informó que en la noche anterior se detuvieron a 133 personas y que había 11 carabineros heridos.

Paralelamente en una reunión protocolar, el general director de Carabineros, Mario Rozas, recibe al diputado entonces socialista Marcelo Díaz y a dirigentes sociales de Valparaíso. En medio de esa amable  conversación, recuerda el parlamentario a la prensa, que la autoridad policial:

    “comentó que había tenido que traer personal de la Región de Valparaíso a Santiago para hacer frente a las movilizaciones     que estaban ocurriendo en Santiago”.

Parten las protestas a las 10 am en la estación Libertadores del Metro zona norte de Santiago.

Los medios de prensa recogen expresiones del senador socialista José Miguel Insulza  entregadas a Radio Duna en las que señala:

“Podríamos examinar por qué cuesta tan caro, pero no podemos justificar una cosa que es un delito sobre la base de la desobediencia“. Agregaba también ser “partidario de reprimir con energía el intento por saltarse los torniquetes y no pagar.

La casta política actuaba ya sin tapujos, habían tenido otros momentos estelares como la defensa de Pinochet en Londres, por eso podían darse estos lujos sin temor a costos. Si escamotear de la justicia internacional al genocida más grande de la historia de Chile al fin y al cabo no había costado nada, ¿Que podía significar promover el apaleo de unos estudiantes secundarios?.

Los ariqueños habían elegido a Insulza, campaña millonaria mediante, pero lo habían elegido. En todo caso, muy poca gente fue a votar, ahí estaba el dato relevante.

A las 11.40 de la mañana y con las evasiones extendiéndose por todas las líneas del Metro la ministra del transporte Gloria Hutt, viuda de un militar torturador,  da un punto de prensa en La Moneda donde señala con energía que no habrá rebaja de pasajes.

A las 12.00 el general director de Carabineros cancela su participación en un evento en la Escuela de Derecho de la Universidad Católica, se pone al frente del monitoreo de la situación. La información de prensa es casi inexistente, pero la situación empieza a bullir como un volcán.

A las 13.15 se cierra el Metro Salvador, por orden superior, no hay manifestaciones allí, aún, pero se quiere causar molestias a los pasajeros, desprestigiar a los estudiantes.

Desde el Ministerio del Interior se dio la orden de reprimir masivamente a los estudiantes, que se les detuviera y que si entraban a los carros se le sacara de allí. El Ministro Chadwick estaba apagando el incendió con bencina.  La orden vino sin duda del Presidente de la república pues ambos estuvieron reunidos varias veces en esa mañana.

13.30 en la estación el Llano de la zona de San Miguel, los estudiantes se sientan en los bordes de la línea con los pies hacia los rieles, el metro debe parar. Las imágenes salen a la red y en minutos la protesta se  reproduce en otras estaciones.

Yo, que tenía que juntarme a las 2 de la tarde con una amiga en la Plaza Italia.  Alguien muy puntual, heredado de su exilio europeo donde llegó de la mano de sus padres. Su avión de vuelta partía ese mismo día a las 9 de la noche. Salí a la 1 de mi oficina, para llegar un poco adelantado. Noté mucha gente en las calles y cierto apresuramiento, lo atribuí a que era viernes, no había visto noticias, para tener un sueldo decente yo trabajaba en tres lugares.

Camine hasta la Estación Moneda del Metro, carabineros del tránsito informaban amablemente que la estación estaba cerrada. Los taxis iban ocupados y demasiado  raudos. Subí a una micro y el chofer ante mis vacilaciones con la tarjeta, me instó, suba luego, pague después pero pase. Mire a los pasajeros y algo especial había en sus rostros, como de preocupación.

En la plaza Baquedano, había mucha gente, pero no manifestaciones. De quien yo iba en busca, ni sombra. Espere veinte minutos y me fui a almorzar al restorán Casa de Cena que quedaba muy cerca, allí donde grabábamos el programa, encontré allí a mi amigo Guerrero en una mesa en compañía de unos periodistas deportivos muy amistosos.

La televisión estaba cerca de la mesa y empezó a informar que se estaban produciendo manifestaciones  en todo Santiago.

Me llamó la atención algo en particular. Toda ciudad tiene su orgullo, su joyita que atesora y muestra a las visitas. Para los chilenos es el Metro. Fuimos la Capitanía General más pobre de España, que sólo daba pérdidas, incluso se pensó en abandonarla. En la segunda mitad del siglo XIX, poco a poco, fuimos creciendo. El Metro era para nosotros como el primer auto de la familia. Se inicio la construcción  a fines de los años sesenta y partió en funciones  en 1975. Nunca nadie rayó en sus murallas, no recuerdo haber visto un papel en el suelo. Nuestro Metro. Cuando algún joven pone sus pies sobre un asiento los mayores lo llaman al orden.

La imagen que repetía la televisión era impactante para un chileno.

En la Estación del Metro Moneda habían sacado una pantalla, algo así como un plasma de televisión que ayuda a ubicar destinos y da noticias y la habían arrojado a los rieles del tren donde había producido una explosión con chispas que se dispersaron por varios metros a la redonda.

Nunca se había tocado el Metro. En su tiempo,  la dictadura puso una bomba en un vagón vacío  para inculpar a los opositores, nadie le creyó.

Algo había pasado, no sólo había estallado el televisor.

Cuando una mujer tira la argolla matrimonial algo se ha quebrado previamente en su corazón.

Algunos minutos después de las 13 horas los estudiantes secundarios saltaban los torniquetes sin pagar e instaban a los pasajeros a hacer lo mismo, luego subían a los carros y repetían en otra estación. Lo habían hecho desde el lunes anterior, pero ahora colmaron la paciencia del gobierno.

Cuando la militarizada policía chilena, que se llama Carabineros y fue fundada a fines de los años veinte por el dictador, un coronel de caballería,  llamado Carlos Ibañez del Campo, entró a sacar con brutalidad a los jóvenes y niños desde los vagones estos fueron defendidos por los pasajeros adultos. La nobel vanguardia había hecho click con el pueblo.

Los trabajadores y la clase media que durante 30 años habían depositado su esperanza en un modelo que pensaban los haría prósperos ahora defendían a sus hijos o nietos.

La masa mayoritaria había tolerado gobiernos corruptos, la impunidad de Pinochet, la destrucción de la histórica solidaridad del chileno, en silencio. Como somos los chilenos, habían ido tomando conciencia de esto, sin decirlo, masticándolo, la conciencia que el éxito económico predicado en 30 años era muy injusto. Faltaba la gota, aquí estaba.  La batahola se generalizo, carabineros cerró algunas estaciones del Metro.

El presidente almorzó con el canciller Teodoro Ribera, sobrino del ex vicecomandante del ejercito de Pinochet el general ®  Santiago Sinclair, procesado este último por torturas en Temuco, a quien le insistió en que durante la cumbre APEC pronta a celebrarse en Chile el presidente norteamericano Donald Trump y el premier chino firmaran su acuerdo de cese de guerra comercial, que situaría al residente de La Moneda como el líder mundial. Fantasiosa imagen que propalaba su admiradora más furibunda la hasta entonces secretaria general de gobierno Cecilia Pérez.

Esa cumbre no se realizó, tampoco la COP 25 (medio ambiente) y ni siquiera una final de Copa libertadora programada con anticipación. El supuesto liderazgo mundial se erosionó en pocos días.

Los carros lanza aguas empiezan a operar en la Alameda frente a la casa presidencial de La Moneda, las muestras de adhesión a los estudiantes se propagaron .

15.20 se cierran las líneas 1 y 2 del Metro la situación se desborda.

Los jóvenes se echaron a las calles, llegaban en directo las imágenes desde la Plaza de Maipú, una de las más grandes comunas de Santiago. Miles de jóvenes hacían huira los carabineros y destruían sus vehículos. Las manifestaciones se extendieron por toda la ciudad. En cosa de minutos vimos pasar por Vicuña Mackenna y el parque Bustamante a muchos jóvenes rumbo a la Plaza Italia, lugar donde el pueblo celebra los triunfos futbolísticos.

Las manifestaciones aumentan por  minuto.  En la televisión entrevistan a transeúntes en directo, seleccionan gente de más edad en busca de opiniones conservadoras, pero estos igual responden que apoyan las manifestaciones porque ya es mucho el abuso. La palabra abuso se repetía.

Los cinco o seis que estamos en la mesa coincidimos que estamos insertos en una sociedad donde se han instalado los abusos, en la salud, en la educación, el deporte, la previsión y que la corrupción navega a velas desplegadas. Salvo mi amigo son personas que veo por primera vez.

Salimos a la calle a las 4 de la tarde y la manifestación tiene una intensidad in crescendo, carabineros no ha podido conservar la plaza Italia y desde calles adyacentes arroja bombas lacrimógenas a granel. Vicuña Mackenna es una mar de jóvenes que arrojan piedras. Volvimos al restorant en busca de que la cosa amaine. Hay mucha energía en ebullición,  pero no se nota organización.

La televisión sigue dando imágenes de todo Santiago.

La edición electrónica del diario El Mercurio publica declaraciones del presidente, quizás de la mañana , no lo especifica. Tan lejos de la realidad como el senador Insulza el presidente Piñera  le dice a la prensa con relación  a las evasiones masivas del día anterior:

    «Vamos a aplicar, y esta vez con mucha fuerza (…) evidentemente que las personas que ayer agredieron a carabineros, que     destruyeron, sobre todo la rabia con que lo hacían, van a tener que enfrentar la justicia, muchos de ellos ya están     identificados»…»Estamos estudiando la posibilidad de aplicar la Ley de Seguridad del Estado, en algunos casos vamos a     aplicarla porque para eso está la ley». (Emol.com)  

A las 6 de la tarde aparece el ministro del Interior Andres Chadwick, que en su momento desfilo en Chacarillas en honor de Pinochet con una antorcha en la mano al modo nazi, anuncia que se aplicara Ley de Seguridad Interior del Estado a los manifestantes:

«Dada la seriedad y gravedad de los hechos hemos visto desde hace algunos días, pero muy especialmente hoy y a partir de hoy, reforzado la presencia y dotación de Carabineros de Chile con el propósito de que cumpla con su deber constitucional de proteger el orden público y la seguridad de las personas, y para ello cuentan con todo el respaldo del Gobierno, en el cumplimiento del deber, de acuerdo a la ley»… «Al mismo tiempo, hemos invocado la Ley de Seguridad del Estado para todos aquellos que resulten responsables de causar daño en los bienes del Metro de Santiago e impedir que este pueda desarrollar normalmente su funcionamiento”.

Me queda claro que quieren apagar el incendio con bencina,

El presidente de la República está  en esos momentos  en una confortable pizzería del barrio más caro de Santiago celebrando un cumpleaños, sus fotos empiezan a correr por internet. Los celulares muestran al minuto sus festejos, la ira se intensifica y propaga.

La historia se repite; son las tortas de María Antonieta, me dije.

Salimos a las 6 de la tarde con mi amigo en busca de un taxi, imposible. Las calles están desbordadas de gente, caminamos en dirección al poniente evitando la Alameda, desde donde se percibe la acción represiva en gran escala, cuando estamos por llegar a Santa Rosa, caminando paralelo ala Alameda,  se ve el resplandor de un incendio.

Un muchacho corre hacia la esquina aprecia la situación y nos da la buena nueva ¡ es el edificio de Enel conchetumadre¡

 Estalla la ovación, todo el mundo, se conozca o no, se abraza, como cuando nuestra selección de futbol marca goles.

Se trata de la compañía de electricidad, que algún día fue estatal, luego se privatizó a vil precio y que ahora abusa con sus clientes cautivos. 

Años atrás, siendo concejal socialista de Cerro Navia, concurrí a ese edificio para oponerme a un abusivo cobro de la compañía a sus clientes cautivos consistente en cobrarles 5 mil pesos por revisar los medidores, miles de pobres echarían millones a los bolsillos de la compañía, quedé atónito cuando el sonriente gerente que me recibió era uno que yo había conocido en la estructura clandestina del Partido Socialista  en los 80, después de la bronca que sentí, pensé en que si este hacía esto por dinero en menos que canta un gallo me habría entregado si lo apretaban  y les habría contado de los fierros que le pasé en la Avenida Matta, durante  la lucha antidictadorial, cuando le tiritaba la pera.

No tuve mucho tiempo para reflexiones y recuerdos, todo era rápido y potente.

Comenté en voz alta lo que llevo repitiendo tantos años, son muchos los abusos del neoliberalismo. Una muchacha que por su aspecto y dicción es universitaria me agrega, “son muchos los años que nos vienen metiendo el pico en el ojo”. Hay una enorme bronca acumulada que se expresa nítidamente en sus tonos.
 
De los partidos de izquierda ni noticias.

Estamos ya en Santa Rosa, se ve el incendio a un par de cuadras, todo el mundo está impactado. Los ciudadanos abarrotan la calle, todos hablan de la sinvergüenzura de las eléctricas. Entre nosotros tres carabineros en moto observan el dantesco incendio no hacen nada, ni nadie les hace nada. Están estupefactos, lo que observamos no parece real. Después harán muchas cosas casi cuatrocientos  jóvenes con ojos reventados, treinta muertos, miles de maltratados y torturados.

Hay gente tocando cacerolas y barricadas pequeñas en muchas partes.

Conseguí un taxi y no me fui a mi casa acepte la prudente invitación de una amigo que me invitó a la suya. Viví toda la dictadura y presentí el peligro. En las carpetas de mi oficina hay un ex comandante en jefe Juan Emilio Cheyre  del ejército procesado por torturas, un  ex vicecomandante del ejercito de Pinochet y el coronel Labbe por lo mismo. Hay también alrededor de otros treinta uniformados en la misma situación. Alguien puede acordarse de mí y no tengo interés en cultivar la transversalidad, por lo menos no en estas horas y menos así. Se lo prometí a mi madre 40 años atrás, puedo ser mártir, pero no seré víctima.

En los barrios populares las barricadas se multiplicaban. Se tocaban cacerolas también en los barrios de clase media. En los días siguientes se produjeron manifestaciones en los barrios acomodados como la inmediaciones del metro Escuela militar o estación Manquehue.

En la casa donde me acogieron vimos la televisión, daban cuenta de 19 buses de transporte público quemados y empezaba a pasar lo mismo en las estaciones del Metro. Había oficinas de bancos incendiadas. El objeto de la ira popular era claro.

El ataque a las estaciones del Metro era descoordinado y popular en algunos casos se quemaba basura en sus alrededores. Pero otros ataques habían sido fulminantes y devastadores. Días después saldrán videos donde la policía aparece impasible ante los incendiarios aún con los gritos de la población instándolos a no dejar que quemen el Metro.

Tarde o temprano el tiempo echara luz sobre estos hechos. Pero yo conozco la historia de América Latina y sé cómo el siniestro Vladimiro Vladimiro Montesinos provocó autoatentados en Lima para desprestigiar la enorme Marcha de los Cuatro Suyos en contra de la dictadura de Fujimori. Los nazis quemaron el Reichstag y con eso impusieron la dictadura.

Muy pocos carabineros en las calles. Extraño ( el relato continuará)

 

 

Roberto Ávila Toledo

 

 

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Roberto Avila Toledo

Abogado de derechos humanos

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