El ocaso de la meritocracia: el escándalo de Marcela Cubillos y la derecha sin rumbo
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En Chile, un sector de la derecha se ha vanagloriado de defender el mérito, la competencia y la gestión eficiente como los pilares de su visión de sociedad. Se presentan como los abanderados de un sistema donde el esfuerzo personal y las capacidades deberían prevalecer sobre cualquier tipo de privilegio o favoritismo. Sin embargo, este discurso comienza a desmoronarse frente a la reciente polémica en torno a Marcela Cubillos, quien recibió un sueldo exorbitante de 17 millones de pesos mensuales por impartir clases en la Universidad San Sebastián, sin contar con un doctorado o magíster que justifique tal retribución. Este caso nos obliga a preguntarnos: ¿realmente se sigue creyendo en el mérito dentro de la derecha chilena?
Cubillos, que ha sido una figura pública prominente en la escena política y educacional chilena, parece haber saltado varias etapas en el camino académico que normalmente se exige a otros profesionales. En un ambiente universitario que se rige por una competitividad feroz, donde miles de académicos con doctorados luchan por acceder a sueldos mucho menores, surge la incómoda interrogante: ¿con quién compitió Marcela Cubillos? ¿Hubo igualdad de condiciones o simplemente se benefició de redes de influencia? No se puede ignorar la evidente contradicción entre la narrativa meritocrática que pregona su sector político y lo que este caso representa.
El problema se agrava cuando observamos la respuesta que entregó Evelyn Matthei, candidata presidencial de la derecha, al ser consultada por este escándalo. Visiblemente incómoda, Matthei optó por una analogía que raya en lo absurdo: “Nadie se espanta cuando un futbolista o un cantante gana mucho dinero”. Tal comentario no solo descontextualiza el debate, sino que revela la desconexión que existe entre algunos referentes de la derecha y la realidad que viven millones de chilenos. No se trata de cuánto dinero gane una persona, sino de las condiciones bajo las cuales accede a ese tipo de remuneración. En el caso de Cubillos, sueldos de esa magnitud sin cumplir los requisitos mínimos establecidos para cualquier académico promedio, ponen en entredicho las bases de un sistema que supuestamente se fundamenta en la competencia justa.
Más allá de las respuestas superficiales de Matthei, este caso deja al descubierto la confusión y falta de claridad dentro de la derecha chilena. Hay un vacío de ideas y principios, una especie de cortocircuito moral en la aplicación de sus propios postulados. No es solo la incoherencia de defender el mérito mientras se sostiene lazos de privilegio lo que molesta, sino la incapacidad de ofrecer una respuesta sólida y coherente frente a un problema que golpea en el corazón de sus principios.
La falta de reacción firme ante situaciones como esta genera una inevitable conclusión: la derecha chilena está atrapada en una encrucijada donde los discursos rimbombantes ya no tienen sustento. El caso de Cubillos no es un hecho aislado, sino un síntoma de una estructura que, en lugar de fomentar el esfuerzo y la igualdad de oportunidades, sigue amparando a figuras que se benefician de relaciones y favoritismos.
Este episodio es un recordatorio de que la crisis de liderazgo y valores que vive este sector no es fortuita. Mientras sectores de la ciudadanía se desilusionan al ver que los principios que defendían se convierten en letra muerta, el futuro de una derecha moderna, coherente y competitiva se vuelve más incierto.
Fabián Bustamante Olguín. Doctor en Sociología. Académico asistente del Departamento de Teología, Universidad Católica del Norte, Coquimbo