Los diarios inéditos de André Jarlan: Un testimonio de fe y resistencia en tiempos de represión
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El 11 de mayo de 1983, durante una jornada de protesta nacional en Chile, el joven taxista Andrés Fuentes, de 22 años, fue asesinado por un disparo de Carabineros en la puerta de su hogar. El barrio de La Victoria, conmocionado, se volcó a despedirlo en un multitudinario funeral encabezado por los sacerdotes Pierre Dubois y André Jarlan, ambos conocidos por su compromiso con los pobladores y su resistencia pacífica contra la dictadura de Pinochet.
El cortejo fúnebre, acompañado por miles de pobladores, avanzó hacia el Cementerio Metropolitano. A lo largo del recorrido, los cantos religiosos se mezclaban con consignas políticas. André Jarlan, conmovido por la escena, anotó en su diario: “Yo, todo el tiempo del cortejo, calladito o únicamente cantos de la hojita, como un eslabón desenchufado de la cadena, como un freno a la violencia”. Una vez en el cementerio, Dubois dirigió una oración, seguida por la entonación de la Canción Nacional y el Himno a la Alegría. Sin embargo, el ambiente pronto se tornó tenso cuando la marcha se encontró con fuerzas de Carabineros, culminando con la detención de numerosos asistentes.
El funeral de Fuentes fue solo el comienzo de una serie de eventos que ilustran el clima de represión que vivía Chile en esos años. En la madrugada del 14 de mayo, La Victoria fue rodeada por un cordón militar, y las fuerzas de seguridad realizaron violentos allanamientos. Los hombres mayores de 14 años fueron obligados a congregarse en la cancha del barrio, donde fueron golpeados y humillados. Jarlan, testigo de estos abusos, describió en su diario: “En la cancha, maltratos, golpes… Estamos en guerra”, mientras detallaba el despliegue policial con 19 camiones del Ejército y numerosos vehículos de Carabineros y la CNI.
Este contexto de brutal represión marcó profundamente a Jarlan, quien había llegado a Chile en febrero de 1983, proveniente de Francia. Formado en la acción católica obrera, su vocación lo llevó a instalarse en la parroquia de La Victoria junto a Pierre Dubois, con quien compartía una visión de servicio y acompañamiento a los sectores más pobres. Apenas un año y medio después, el 4 de septiembre de 1984, durante una nueva jornada de protesta, Jarlan fue asesinado mientras leía la Biblia en su escritorio. Una bala disparada por Carabineros atravesó las paredes de la modesta vivienda parroquial y le impactó en el cuello, dejándolo sin vida. En su último momento, leía el Salmo 129, que clama desde el abismo por el perdón y la misericordia de Dios.
La muerte de Jarlan causó una profunda conmoción en Chile y en el mundo. Su diario, recientemente publicado tras 40 años de permanecer oculto, ofrece un valioso testimonio de su vida en La Victoria y de su compromiso con los más desfavorecidos. A través de sus páginas, se puede conocer a un hombre profundamente espiritual, pero también pragmático, que creía en la acción más que en las palabras. Su cercanía con los jóvenes, su lucha por la paz y la justicia, y su capacidad para escuchar y acompañar a su comunidad, lo convirtieron en una figura emblemática de la resistencia pacífica contra la dictadura.
La noche de su asesinato, mientras su cuerpo aún reposaba sobre la Biblia, Pierre Dubois rescató su diario y lo ocultó. Este documento, que viajó clandestinamente a Francia y permaneció en un archivo eclesiástico durante décadas, finalmente regresó a Chile en 2016. La publicación del texto revela no solo el pensamiento y las reflexiones de Jarlan, sino también las vivencias de los pobladores de La Victoria, quienes resistieron durante años a la represión estatal.
En su diario, Jarlan plasmó su angustia ante la violencia cotidiana y su frustración por las injusticias que presenciaba. Aun así, nunca dejó de lado su fe en la posibilidad de un cambio, una fe que compartió con su comunidad hasta el final. Su última anotación, fechada el 25 de julio de 1984, refleja su compromiso con los más vulnerables: “Cada uno de los volados es una persona”.
El funeral de André Jarlan, al igual que el de Andrés Fuentes, se convirtió en una masiva manifestación popular contra la dictadura. Desde La Victoria hasta la Catedral de Santiago, miles de personas marcharon para despedir al sacerdote, cuya muerte, en palabras del arzobispo Juan Francisco Fresno, representaba un límite intolerable: “¡Ya es demasiado!”.
La casa donde vivió Jarlan junto a Dubois fue declarada monumento histórico, y su legado sigue vivo en La Victoria, donde cada año se encienden velas en su memoria. La publicación de su diario, más de 40 años después de su muerte, es un acto de justicia para una comunidad que aún lucha por la verdad y la reparación.
Margarita+Labarca Goddard says:
SIGO
Hablan de «Los Diarios Inéditos de André Jarlan» , pero los diarios inéditos no aparecen por ninguna parte. Entonces, para qué le ponen ese título engañoso. Son puros comentarios, pero diarios na ni na.
Margarita+Labarca Goddard says:
Honor y gloria por siempre al sacerdote y compañero André Jarlan. NI PERDÓN NI OLVIDO.