Los apoyos a la agricultura
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El Banco Interamericano de Desarrollo, BID, ha publicado recientemente un estudio sobre las políticas agrícolas que se llevan adelante en América Latina y el Caribe. Allí se pone en evidencia que Chile tiene en 2023 – que es el año de referencia del estudio, – un porcentaje total de apoyo a la agricultura como porcentaje del PIB del país, que es uno de los más bajos de ALC. Menos del 10 %. Se entiende por ese concepto de apoyo a la agricultura los gastos generales del estado destinados a incrementar la producción o la productividad del agro, los pagos directos a los agricultores y los apoyos por la vía de la determinación de precios.
Solo Argentina tenía en 2023 un apoyo a la agricultura menor que el que exhibía Chile. Todo el resto de los países de América Latina y el Caribe presentan porcentajes de apoyo a la agricultura mayores que los chilenos. Si ese apoyo a la agricultura se considera como porcentaje del PIB agrícola, Chile es superado por todos los países de la región, excepto por Ecuador, Brasil, Paraguay y Argentina. En todos estos casos, los países de la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá, presentan porcentajes de apoyo a la agricultura muy superiores a los que presenta la media de los países latinoamericanos y caribeños.
Todos los países sobre los cuales versa el estudio son miembros de pleno derecho de la OMC y actores permanentes y significativos del comercio internacional, incluido el comercio de alimentos y de otros productos agrícolas en general. Ninguno de ellos ha sufrido sanciones, acusaciones ni limitaciones para acceder a los mercados internacionales por el hecho de estar apoyando a la agricultura por la vía de una o varias de las medidas posibles para tales efectos. Todos ellos llevan adelante sus políticas agrícolas dentro de los límites permitidos en esa materia por la OMC, que a diferencia de lo establecido con respecto a otros bienes, permite la presencia de subsidios y apoyos de diferente tipo e incluso la utilización de medidas de salvaguardia agrícola en caso de necesidad.
¿Por qué Chile apoya en tan escasa medida a su agricultura? ¿Será porque nos hemos tragado la idea de que nuestra agricultura está super desarrollada, tecnificada e internacionalizada de modo que todos los que allí viven y trabajan están todos felices y contentos y no requieren para nada de los apoyos estatales? Esa hipótesis no tiene en cuenta para nada la heterogeneidad de situaciones que impera en el seno de la agricultura chilena. Por un lado, existe una agricultura muy desarrollada, con altos niveles de capitalización y de productividad, y por otra una agricultura de menores niveles de capitalización y con niveles de productividad muy modestos e incluso con niveles elevados de pobreza. No todos necesitan de los apoyos estatales, pero hay algunos que sí los requieren. Hay que estudiar con realismo quienes necesitan de esos apoyos, y cuando y como, pero no partir de la base de que el criterio dominante tiene que ser la falta de apoyos, o la presencia de apoyos meramente marginales en el contexto del sector agropecuario.
¿O la falta de apoyos obedecerá a que somos más papistas que el papa y aceptamos plenamente, sin objeción alguna, la letra y el espíritu de las doctrinas neoliberales que postulan que cualquier medida que altere el libre funcionamiento de los mercados y que altere los precios relativos que emanan de ese libre funcionamiento, conduce en última instancia a alejarnos de las posiciones de equilibrio y de óptimo? Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, y muchos otros países de la comunidad internacional, apoyan a su agricultura en un grado mucho mayor que el que exhibe Chile. El mundo no está, por lo tanto, enfrentado a polémicas doctrinarias en esta materia, sino a la defensa pura y simple de los intereses nacionales.
¿O será tal vez porque más allá de lo que digan los compromisos contraídos en el seno de la OMC, los múltiples acuerdos de libre comercio que Chile ha firmado con el resto de la comunidad internacional le prohíben tomar medidas de apoyo? Los TLC son objeto de revisión y de modificación en forma periódica por parte de los países firmantes. No sería malo que en esos diálogos se planteara con énfasis y permanencia que Chile aspira a tener la libertad de establecer los mismos niveles de apoyo a agricultura que exhiben países como Estados Unidos o la Unión Europea, que son nuestras contrapartes en los más importantes TLC. Lo que es igual no es trampa.
Sergio Arancibia