Economía y Mercados en Marcha

El Banco Central y el futuro del país

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Este país está altamente acostumbrado a preocuparse del estado de la economía nacional por la vía de las publicaciones e informes periódicos del Banco Central, básicamente el IMACEC, el IPOM y las estadísticas sobre la tasa de inflación, que contienen datos importantes que todos los actores de la política nacional deberían indudablemente conocer e incorporar en su visión del país, aun cuando esos documentos no dan cuenta de toda la complejidad de la situación económica nacional. Por lo general esas estadísticas tienen un alto valor como elementos parciales que ayudan a caracterizar la coyuntura, pero carecen de un contenido más global y de un horizonte de mediano o de largo plazo. Incluso lo valioso que esos informes pueden contener tiene una permanencia en los medios de comunicación y en los debates políticos que no va más allá de las próximas 48 horas después de su publicación. De allí para adelante la vida sigue con su cotidianidad  de siempre.

Pero en el último IPOM, publicado en septiembre, se publican algunos datos, perspectivas y proyecciones que han generado polémica y preocupación. El Banco Central postula que el crecimiento tendencial de la economía chilena no minera para el largo período de 2024 a 2034 será de 1.8 % interanual. Eso es muy grave. Es una tasa claramente mediocre. Crecer a esa tasa durante diez años implica tener nuevamente una década perdida en términos de crecimiento.

Lo único bueno que se puede sacar de esas cifras tan dramáticas es que ellas representan una tendencia a partir de la situación actual, es decir, lo que pasaría si no hacemos nada o, en otras palabras, si dejamos tranquilamente que todo siga igual como en el presente. Aun cuando el Banco Central no se lo proponga explícitamente, lo que hacen en el fondo es decir en forma fuerte y clara que hay que introducir modificaciones sustantivas en la forma como funciona el país, porque si no, aquí nos lleva el diablo a todos.

Un 1.8 % d crecimiento sostenido durante10 años no sirve para mucho. Es algo bastante parecido a estar estancados. Es caminar hacia una crisis que va mucho más allá de lo estrictamente económico. El 1,8 % no sirve para financiar el crecimiento puro y simple, pues no alcanzaría para solventar los gastos en infraestructura social y productiva que tiene que llevar adelante el Estado, ni para aportar a las grandes inversiones que el país tiene que realizar, solo o en conjunto con los privados, para aumentar la productividad de los principales sectores económicos del país. Mucho menos alcanzaría para llevar adelante las tareas propias del desarrollo –  más complejas que las del mero crecimiento económico – que pasan por atender las grandes necesidades sociales que el país enfrenta, tales como las pensiones y jubilaciones de hambre, el morirse esperando una atención médica en el sector público de salud, o el aumento de la deserción escolar de niños y adolescentes.




Nuestra derecha económica y social no solo es pro empresarial, sino que es intrínsecamente conservadora.  No quieren que cambie nada. Están felices con su carácter rentista y monopólico, y con la distribución del ingreso que eso implica y no están interesados en utilizar su riqueza en inversiones de mediano o de largo plazo, que impliquen riesgo y creatividad. Se puede decir de ellos, sin exagerar, que carecen por completo de un proyecto de nación. Con ellos no se puede contar para salir de la crisis que nos amenaza.

Pero existe una gran mayoría social que es posible de ser movilizada por la vía de propuestas sensatas, de alto contenido social y nacional, que permitan visualizar el presente y el futuro con optimismo y esperanza y que no acepten que la crisis es inevitable. Con ellos se puede contar. Pero hay que presentarles propuestas de esa naturaleza.

 

 

 

 

 

 



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Sergio Arancibia

Economista

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