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La Revolución Bolivariana es el Allendismo de nuestros tiempos

Tengo una edad que me aleja de toda aspiración política personal y, al mismo tiempo, me impide observar la situación con el optimismo ingenuo de la juventud. Estoy, entonces, dotado de una saludable dosis de escepticismo, cierta experiencia y una formación académica que solo dan los años.

Creo que puedo afirmar que la experiencia revolucionaria venezolana es el allendismo de nuestros tiempos.

Escuché dos veces a Nicolás Maduro definirse, en actos públicos, como allendista en una misma semana.

Allende tenía todo en contra: 1.- El imperialismo norteamericano, por nacionalizar el cobre. 2.- El respaldo del campo socialista fue más supuesto que real, salvo Cuba. 3.- La burguesía industrial y la oligarquía terrateniente. Conflicto agudizado por una política irresponsable y ajena a la Unidad Popular que se salió de control. 4.- Una conducción con los dos partidos principales en desacuerdo.

A pesar de todo, la experiencia socialista y democrática chilena se llevó adelante, concitando apoyos, especialmente europeos, que no se supieron aprovechar.

Allende respetó la libertad de prensa de los opositores, que controlaban casi todo en televisión. Realizó elecciones periódicas y limpias (la derecha chilena siempre acusó fraude), no hay detenidos ni desaparecidos entre los opositores, nunca existió un campo de concentración, y los partidos políticos opositores fueron respetados, aunque algunos conspiraban o incitaban al golpe abiertamente.

En Venezuela, hay prensa opositora (más que la del gobierno), hay elecciones; los revolucionarios han perdido dos y lo han reconocido. Les han robado su dinero en el exterior (miles de millones de dólares), los han bloqueado económicamente (más de 900 sanciones económicas de los norteamericanos), no existe un partido único, y la agresión norteamericana es mucho más extensa e intensa que contra el gobierno de Allende.

Trump lo dice con sinceridad: «Yo tenía colapsado al gobierno de Caracas y ahora el petróleo tenemos que comprarlo.»

En Chile, el trabajo está cumplido: el 60 % de nuestro cobre se lo llevan gratis las empresas extranjeras.

En Venezuela, hay empresa privada e iniciativas de particulares; el Estado no es dueño de todo. Muchas personas emprenden libremente.

Venezuela tiene muy poco que ver con las experiencias de Europa Oriental en el siglo XX.

La Revolución Bolivariana es pacífica, pero no desarmada; un genocidio como el chileno no sería tan fácil.

 

Roberto Avila Toledo

Roberto Avila Toledo

Abogado de derechos humanos

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