Avanzar a nuestro Octubre que es de revolución
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1. Sobre la actual crisis integral del capitalismo
Afirmamos que la crisis mantiene su profundidad, y no es casualidad, pues es la máxima expresión del estado moribundo del capitalismo en su fase imperialista. Alzamientos populares como el de octubre del 2019 suceden y siguen sucediendo alrededor del mundo, heroicas guerras populares también. Además, la tendencia a la rebelión como contracara de la crisis integral del capitalismo monopólico a nivel mundial es un hecho concreto y observable objetivamente, junto con ello, el avance imparable de las revoluciones proletarias.
Vivimos tiempos de guerra, de guerras de rapiñas, en donde potencias imperialistas se enfrentan por el control del mundo en todas sus esferas, es decir, de manera multidimensional. No solo por medios como la ocupación e invasión militar en los territorios de naciones y pueblos oprimidos, sino también por el control de los mercados y capitales, así como de la innovación tecnológica, el conocimiento, el arte y la cultura. Queda demostrado con la guerra en Ucrania, la invasión genocida en Palestina, la disputa por los mercados de Venezuela o los diferentes alzamientos en África.
La guerra solo viene a profundizar la miseria de los pueblos, los monopolios generan mayores niveles de precariedad laboral y cesantía. También, el parasitismo del imperialismo, no solo se manifiesta en el enriquecimiento de unas y unos pocos a costa del empobrecimiento de muchos, sino también a costa de la destrucción de la base de la subsistencia de la especie humana, la tierra y la naturaleza.
El mundo emergido de la década de los 90´ del siglo pasado ha transitado rápidamente de la propaganda capitalista del “fin de la historia” y el largo siglo de “Pax americana” hacia el actual momento (apenas un poco más de 30 años después de ser decretado el triunfo eterno del liberalismo y la extinción del riesgo de guerra mundial), en el que nos enfrentamos al doble (al menos) peligro de destrucción de la especie humana; ya sea por el desate destructivo de la guerra directa entre las potencias del capitalismo actual o por los efectos de la depredación y destrucción de la naturaleza en el que uno de sus fenómenos es el calentamiento global. Estos dos peligros, de inédita magnitud, no son tendencias naturales o producto del actuar humano, así en abstracto, sino, que son una consecuencia directa del sistema capitalista y de su acción depredadora, violenta y de conquista para la sumisión y la explotación de las personas y de la naturaleza.
2. La expresión de la crisis en la realidad nacional (Chile).
La crisis profunda e integral del capitalismo se expresa en nuestro país con la misma voracidad que en el resto del planeta. Esta crisis ha venido desarrollándose desde principios de este siglo y ha abierto un nuevo ciclo en la lucha de clases. Este nuevo ciclo vino a darle un cierre al profundo repliegue producto de la derrota del movimiento revolucionario en Chile producida a fines de la década de los 80´ y la reactivación del movimiento de masas en lucha que se ha dado a través de diferentes y crecientes oleadas de lucha sectorial, de la mano de la reorganización del campo popular, clasista y revolucionario.
El alzamiento popular iniciado en octubre 2019 ha sido el momento más agudo en la creciente y sostenida (aunque por supuesto irregular en su intensidad) confrontación de clases. Sostenemos que esta confrontación, que este ciclo aún se encuentra abierto y en disputa, pese al relativo reflujo del campo popular que fue jalonado por la pandemia del COVID-19, intensificado por el pacto de relegitimación y dominación burgués, y por las condiciones de vida crítica que asiste la clase trabajadora y al pueblo producto del aspecto económico de la crisis.
Como todo ciclo de luchas, se generan avances y retrocesos, pero en cada uno de estos, se acumula experiencia y aprendizaje que se enraíza en el seno del pueblo. Esto ha quedado demostrado con la proliferación de la protesta y el uso de métodos como las barricadas y cortes de calle por parte de las masas ante la crisis del servicio de electricidad ocurrida a comienzos de agosto por el temporal de lluvia y viento, asimismo con la persistencia de iniciativas como comedores populares, ollas comunes y comprando juntos como respuesta colectiva a la actual situación de precariedad en la que se encuentran miles de familias de nuestro pueblo. Estos hechos, demuestran la memoria práctica de las masas y la legitimación de los métodos históricos como medio para luchar por nuestras necesidades. Pese a lo anterior, el pesimismo se ha tomado la agenda de algunos sectores del activo político que vieron en el alzamiento un momento “pre revolucionario”, y que hoy, se decepcionan al ver que la revolución no llegó. Este error de lectura, de análisis de la coyuntura y el periodo, más propio de sectores oportunistas, posmodernistas y movimientistas, tiene a algunos compañeros y compañeras en una posición de derrota y falta de perspectiva que no les permite ponerse de pie y seguir construyendo en el medio del ciclo actual en disputa.
En el plano económico, se sostiene la desigualdad y la destrucción extractivista. Respecto de la desigualdad; se expresa en el aumento de la cesantía y del trabajo precario en sus diversas formas, entre estos el autoempleo empobrecedor como respuesta a la cesantía y precariedad. El auto empleo, denominado “cuenta propismo” o “emprendimiento” por los economistas y propagandistas burgueses, no es más que la precarización extrema de las y los trabajadores ante el aumento de la destrucción del empleo. De la mano con lo anterior, el alza del costo de la vida acrecienta la pobreza por medio del aumento de precios y un salario mínimo permanentemente desvalorizado, ya que, no se reajusta pese a estas alzas. Bien sabemos que el extractivismo se encuentra a la base de la economía nacional, por ende, la matriz destructiva de este capitalismo atrasado se vuelve contra la vida misma. Como contraparte, los grandes capitalistas engordan sus bolsillos comiéndose a todos los peces más débiles.
Ante ese escenario, queda en evidencia la posición de clase (patronal) del gobierno de Boric al no generar ninguna medida concreta para revertir este escenario, por el contrario, la política se ha basado más en el garrote que en la zanahoria de un tiempo a esta parte. Blasfemias en cuanto a pensiones que no llegan a nada, tal como el llamado pacto fiscal. Nada es resuelto, por el contrario, se han orientado de manera fundamental en la retoma del orden público, propio de un gobierno reaccionario ante la alzada de luchas del campo popular. Asimismo, la capacidad de resolución del estado ha demostrado ser paupérrima, ante los desastres naturales y climáticos, demuestran su inoperancia y también las nefastas consecuencias de privatizar y ceder a capitales extranjeros los servicios básicos, que, tiene como consecuencia una vez más, la miseria para las y los pobres.
3. La abierta cara reaccionaria del pacto de dominación.
Hemos ido discutiendo, desde el mismo 15 de noviembre del 2019; que ese día se da inicio al Pacto de Relegitimación del orden burgués, denominado por ellos mismos como el “Pacto por la Paz y la Nueva Constitución”. Este expresa la retoma de la iniciativa política de la clase dominante ante el alzamiento popular que, por al menos dos meses de manera ininterrumpida puso patas para arriba el orden democrático burgués, tan vociferado y aclamado internacionalmente como el “oasis”. Este pacto se constituyó de dos tácticas simultáneas: una democrática, vía circo electoral y farsa constituyente, y una represiva, vía fortalecimiento del estado contrainsurgente. La primera ocupó un rol protagónico y mediático durante lo que duró el fracasado proceso constituyente. Sin embargo, de manera silenciosa, en un trabajo mancomunado por los diferentes sectores de la clase burguesa y sus diferentes dispositivos, entre estos el parlamento, el poder judicial, los medios de comunicación, las policías y fuerzas armadas, se fue desarrollando el ala contrainsurgente, es decir, antipopular y antisubversiva, con el objetivo de aplacar cualquier resabio de protesta y aniquilar a las fuerzas del campo revolucionario
En la coyuntura actual, asistimos a la consolidación de este acuerdo de dominación, el cual, en la política gubernamental se expresa de forma transversal desde el falso Partido Comunista hasta Republicanos. Si bien, el falso PC no firmó el pacto el día 15 de noviembre, rápidamente se arrimaron al carro, inicialmente con las acciones por medio del Ministerio del interior cuando fue encabezado por Siches, pero también en la vocería reaccionaria de Vallejos, el rol de asesor de Andrés Lagos en la Subsecretaria del Interior, o la declaración del Falso PC del día 17 de julio del presente, en donde explicita la necesidad de invertir en recursos para fortalecer fuerzas de orden y seguridad, o apurar la agenda corta en materia de seguridad. Desde la perspectiva de la lucha de clases, el falso PC se ha arrimado al carro reaccionario de utilizar como paragua al crimen organizado, no solo para enfrentar problemas de seguridad y delincuencia, sino también para encubrir la política antipopular del bloque en el poder.
Sin duda los partidos del sistema participan con diferencias y matices en el plan de retoma del poder burgués, pues pese a la fortaleza de su propia conciencia de clase y la claridad de los intereses que defienden, tienen matices en cómo enfrentar determinadas coyunturas. Sin embargo, estas diferencias se expresan en contradicciones no antagónicas que podemos observar en relación con la forma de la administración del gobierno.
La retoma de la iniciativa es posible identificarla por una fase inicial orientada a retomar el control del país, reimpulsar la democracia burguesa electorera como única vía de participación legítima y la cooptación del movimiento de masas vía institucionalización y clientelismo, en desmedro de la protesta popular, que, supone afectaría a la paz y convivencia cívica.
Actualmente, se desencadena abierta y expresamente la ofensiva reaccionaria, que es antipopular y antisubversiva. Antipopular porque se ha dedicado a criminalizar las justas luchas de diferentes sectores del pueblo por medio de legislaciones como la ley anti-tomas, ley anti-barricadas, la ley aula segura, criminalizando abiertamente a estudiantes, pobladores, y por supuesto, al pueblo Mapuche. De la mano con ello, y en directa vinculación con la política antisubversiva y antirrevolucionaria, la simpatía con el alzamiento, utilizada para campañas electorales pasa a ser la barbarie que debe ser evitada. El perro matapacos, pasa de ser (para el poder) un símbolo popular de las demandas del pueblo, a una imagen que llama al terrorismo, que llama al fantasma del “octubrismo”, que más que civilización representa el salvajismo del pueblo. Esto, hábilmente mezclado y confundido intencionalmente con el crimen organizado, el auge (provocado) del problema de la seguridad les ha permitido intencionar leyes, aumento de presupuesto y fortalecimiento de instituciones orientadas a combatir el enemigo interno.
Ley gatillo fácil, aumento de infraestructura crítica, discusiones sobre nuevas cárceles, reglas de uso de la fuerza y ministerio de seguridad, son la tónica diaria en medio de matinales y noticieros que se encargan de generar una sensación de absoluta inseguridad entre las masas que llevaría a pedir más carabineros y militares en las calles, inclusive hablar abiertamente de tomar “medidas de shock” como lo planteó en la prensa el gobernador de la RM Claudio Orrego. Esto, de la mano del fortalecimiento del nacionalismo y el chovinismo, utilizando el aumento de la población migrante, instala otra forma de división del pueblo. Las y los migrantes dejan de ser pueblos hermanos y pasan a ser la razón del aumento de la delincuencia, así como la supuesta causa de la cesantía, pues vienen a “quitar la pega” a las y los chilenos, puros sentidos comunes basado en mentiras, todas orquestadas por la dominación.
Golpes represivos también han sido la tónica, desde las campañas de difamación y desalojos de tomas de terreno, así como de reportajes sobre la delincuencia en los liceos que se caracterizan por su combatividad, van generando un ambiente de descontrol (ahora premeditado) que requiere de un desarrollo cada vez más autoritario de la democracia burguesa, caracterizado por el tránsito hacia un estado policial, e incluso militar en determinadas zonas del país, en perspectiva de la contrainsurgencia. Golpes no sólo en el campo popular, sino también a sus destacamentos de avanzada también han sucedido uno tras otro. Prisión política a destajo e inhumana a Mapuche, anarquistas, subversivos, revolucionarios y revolucionarias también son demostraciones concretas de las intenciones del poder por aniquilar cualquier posibilidad de saltos cualitativos en la conformación de una alternativa para la revolución en el país. La ofensiva comunicacional burda de montajes como la difusión de supuesto tráfico de drogas con alusiones a organizaciones revolucionarias buscan generar una estrecha vinculación entre crimen organizado, delincuencia y terrorismo, orientado a criminalizar la justa lucha del pueblo.
El crimen organizado ahora da para todo desde el discurso del poder, es ese enemigo interno, ese monstruo escondido que amenaza la vida de las personas. El pacto de dominación ha generado este ambiguo concepto, buscando poner en la misma categoría a los problemas de seguridad y delincuencia, con las luchas populares y las oleadas migratorias. La derecha conservadora, la democracia liberal, el oportunismo y revisionismo en su actuar confunden a las masas. Nuestro deber es precisar, clarificar y develar las verdaderas contradicciones anidadas en esos problemas.
Pese a que la camarilla ya no tan juvenil de la burguesía que hoy aparenta gobernar llegó al poder con el discurso de liberar a las y los presos del alzamiento popular, en realidad hoy nos encontramos ante el aumento sostenido de la prisión política, de una ofensiva represiva, en donde se torna peligroso pensar diferente, pensar en una nueva sociedad. Debemos gritar a viva voz y en ningún caso abandonar a las y los presos por luchar. Las y los comunistas revolucionarios abrazamos la lucha por la libertad de todos y todas aquellas que de diferentes veredas buscan acabar con este sistema, independiente si son anarquistas, subversivos, comunistas o Mapuche. Ante la prisión, la solidaridad debe ser inmediata con quienes combaten este sistema de miseria.
En este escenario, aparecen las elecciones de octubre y presidenciales. Una vez más la carrera electoral aparece en la agenda. Debates van y vienen, la pantomima de discusiones entre sectores políticos no son más que un circo para aparentar desacuerdos, que puede que lo haya en lo cosmético, mas no en lo sustancial. A las masas poco les interesa esto, debido a que las instituciones y la democracia burguesa no han logrado salir del pantano de la deslegitimidad. Mientras se ordenan las alianzas y coaliciones, surgen viejas y nuevas caras como Kast, Kaiser, Matthei, Bachelet, Tohá en la carrera electoral. Lo importante de esto, que se enmarca en el aseguramiento del orden de los negocios y claramente en la disputa de fracciones de la burguesía para lograr el control del poder político.
Algunas organizaciones sociales cuyas cúpulas dirigenciales pertenecen a los partidos del poder han intentado salir a las calles para instalar temas en la agenda que permitan dinamizar la coyuntura electoral. Vemos a gremios como FENATS, ANEF y Colegio de Profesores que poco y nada han hecho estos años, pero aparecen en tiempos de elecciones. De igual manera el feminismo liberal de la Coordinadora 8M al servicio del poder aparece con impronta de lucha por el caso Macaya, con el evidente interés electoral de golpear a la derecha y fortalecer al Frente Amplio, naciente partido único. Resulta importante discernir entre sectores que se activan, utilizando de manera instrumental las demandas del pueblo con el objeto de disputar la carrera electoral, levantar candidaturas y atacar al adversario político dentro de los márgenes del poder de aquellos sectores del pueblo que, movilizados por sus necesidades concretas, salen a luchar por sus demandas. Con estos últimos debemos estar, luchar codo a codo, aprender junto a ellas y ellos, generar acciones conjuntas y de solidaridad activa, pero de los primeros tomamos radical distancia y los denunciamos en su carácter oportunista y blasfemo.
Por otro lado, las fuerzas reformistas y oportunistas del “sector popular” intentan darse organicidad para constituirse en fuerza electoral. Una vez más los bufones que se dicen revolucionarios de la institucionalidad apuestan por cargos en proyectos carroñeros como concejalías y municipios populares, que, ocupando discursos pro-pueblo, no buscan más que satisfacer intereses y egolatrías individuales a costa de subirse al carro del poder dominante. Conceptos posmodernos y confusos como el “taladrear desde dentro”, la “ruptura democrática” o el “desborde de la institucionalidad”, no son más que viejas recetas del colaboracionismo de clases con nuevos nombres. La larga historia de la lucha de clases los ha dejado en evidencia, pero también la experiencia reciente lo ha hecho. Despidos injustificados y unilaterales en municipios “populares”, elevados sueldos a los amigos son viejas prácticas que persisten en estos sectores. No sería raro que estén dispuestos a entregar y delatar a los que antaño fueron sus “compañeros”, como también ya ha sucedido en la historia.
4. La situación del campo popular y revolucionario.
Si bien asistimos a un relativo reflujo del movimiento de masas, esto es solo comparable y entendible en su verdadera dimensión si se analiza en el marco del ciclo de la lucha. Evidentemente asistimos a un reflujo si lo comparamos con octubre del 2019, pero el escenario cambia si consideramos el inicio de los 2000. Esto es fundamental, sobre todo considerando que, entre sectores del activo político que en muchos casos carece de organización, lo que abunda es el pesimismo.
Para poner los pies en la tierra, en primer lugar, es posible identificar que las masas mantienen la capacidad de movilizarse por sus necesidades inmediatas, lo que se ha demostrado no solo con las barricadas por los cortes de luz, sino también por las huelgas de manipuladoras de alimentos, de trabajadores de la educación o de estudiantes de los liceos populares, en la lucha por la tierra, en la lucha por la vivienda. Sin embargo, aún hay carencia de organización con capacidad de elevar más las capacidades cualitativas y cuantitativas del pueblo. En ese sentido, en sectores del campo popular organizado, la influencia liberal ha calado respecto de la prevalencia del individualismo y la anti-organización. El posmodernismo y el movimientismo arraigado en el activo político no ha contribuido en revertir esta lógica de la individualidad consciente por sobre la conciencia organizada del pueblo.
Esto explicaría de alguna manera, el que, en medio de una crisis profunda y aun no cerrada, con condiciones de vida que tienden a la precarización, endeudamiento crónico, alzas del costo de la vida, principalmente la canasta básica de alimentos, por consiguiente, depreciación real de los sueldos, salud como privilegio, la educación que refleja esta misma precariedad y violencia que se viven en el resto de escenarios, no hay una respuesta popular organizada y sostenida, más bien se mantiene en un estado principalmente defensivo y reactivo sin conducción mayor.
Pese a ello, y contra todos los esfuerzos del bloque en el poder, la protesta mantiene su vigencia como vía legítima de lucha por las necesidades más sentidas de la clase trabajadora y el pueblo, aprendizaje de las nuevas generaciones en el marco del ciclo actual de la lucha de clases. Posterior al alzamiento del 2019, las capacidades no solo de realizar barricadas, sino también de saber que se requieren dispositivos de salud popular o defensoría jurídica no ha sido borrado de la memoria popular colectiva.
Por otro lado, el estado del campo revolucionario se mantiene aún disperso y desorganizado, siendo un problema grave por enfrentar si se quiere revertir la situación general del relativo reflujo de la lucha. Los discursos anti organizativos en el seno del pueblo encuentran su reflejo en los discursos anti partidarios del campo revolucionario. Bien claro tenemos que las condiciones objetivas para la rebelión están, es deber de las y los comunistas y revolucionarios doblegar esfuerzos por reorganizarse, combatir la dispersión y retomar la iniciativa para avanzar en el factor cualitativo de la rebelión y cimentar condiciones para la revolución proletaria. Sin duda hay persistencia en focos de movilización y rebeldía. Hemos visto expresión de esto en los últimos años, y para que decir en estos últimos días, por lo tanto, se demuestra que el repliegue no se manifiesta como derrota, sino solo como un pequeño recodo en el camino de la lucha por acumular fuerza revolucionaria para la vitoria y el poder.
5. Las tareas para el presente.
Como Organización Comunista Revolucionaria, OCR, consideramos que se hace urgente realizar esfuerzos por reimpulsar las demandas más sentidas de la clase trabajadora y el pueblo en el marco de la actual crisis del capitalismo y de la democracia liberal. El reajuste automático del salario frente a las alzas como forma de enfrentar la inestabilidad económica. Asimismo, la instalación del derecho al trabajo, y junto con ello, a la tierra y a la vivienda como elementos sustanciales de las posibilidades de subsistencia y reproducción social. Asimismo, el derecho a la educación por fuera de la lógica del mercado, el derecho a vivir en barrios y entornos libres de contaminación, así como el derecho a la recreación y el deporte. Junto con ello, buscar unificar las luchas en un pliego común que permita dar un salto de la sectorialización a la incorporación integral de las necesidades de la clase trabajadora y el pueblo, unificando la lucha de las y los trabajadores, estudiantes, pobladores, mujeres y pueblo mapuche.
En relación con lo anterior, articular al campo popular y revolucionario, ya no solo por medio de un pliego común, sino también bajo una alternativa anticapitalista, antimperialista y anti patriarcal. Es fundamental desarrollar una concepción programática de la lucha por la revolución y el socialismo, con anclaje real y profundo con las masas y sus organizaciones de base y populares, y en correcta vinculación con los destacamentos de avanzada del proletariado.
El fortalecimiento del estado contrainsurgente también pone desafíos por delante que son inmediatos. No podemos seguir esperando a que los sucesivos golpes represivos vayan calando en la reorganización del pueblo. Es fundamental que las organizaciones populares y revolucionarias vayan tomando la iniciativa desde lo básico, aplicando planes de seguridad y sobrevivencia, pero también de desarrollo de capacidades para enfrentar y sobrevivir a la tendencia a la militarización de la sociedad capitalista actual.
En relación con lo anterior, ante el crimen organizado y los problemas de seguridad, la propuesta de las y los clasistas, revolucionarios y comunistas debe estar en la defensa de la destrucción de la vida en nuestras poblaciones, en enfocarse en reconstruir comunidad, fortalecer la solidaridad de clase y combatir la tendencia al individualismo, el encierro y la desconfianza del que se encuentra al lado. De la mano con ello, combatir la agenda mediática que nos impone el poder, y ante los problemas de la delincuencia y seguridad, anteponer que el aumento de la violencia y decadencia actual encuentra su origen en la profunda desigualdad, la negación de derechos como el trabajo, la vivienda y educación y la descomposición ideológica que acarrea el capitalismo y sus diferentes dispositivos de orden y generación de sentido común. Aquellos mecanismos legales (políticas públicas, parlamento, fuerzas de orden, el estado en general, medios de comunicación) y aquellos ilegales (corrupción, lavado de dinero, relación directa entre policías, narcotráfico y crimen organizado) trabajan en el mantenimiento de la dominación decadente que afecta a nuestro pueblo. Por último, ante este escenario, es urgente elevar las capacidades de autodefensa de masas, ante las diversas formas de expresión de la violencia de las y los ricos, la única salida es la autodefensa basada en la solidaridad popular, reivindicando la consigna de que solo el pueblo ayuda al pueblo.
El carácter internacionalista de la lucha por la revolución debe tener como lógica y consecuencia el desarrollo de alianzas, hermandad y solidaridad internacionalista, comenzando con las organizaciones hermanas latinoamericanas, y expandiéndose a otros continentes.
Lo hemos mencionado en más de una ocasión, el escenario actual requiere de una lucha en el plano material, pero también en el de las ideas, es decir, dar la lucha ideológica. Debemos avanzar en la construcción y desarrollo del pensamiento propio, enarbolando las tesis del Marxismo – Leninismo, en contradicción y relación dialéctica con el pensamiento liberal burgués que ha calado en el seno del pueblo. Ante su hegemonía, debemos constituir la propia, la del campo popular y revolucionario, desarrollar nuestra propia identidad, nuestro propio pensamiento creador, nuestro propio sentido común, basado en los valores y principios proletarios, en la verdad que es revolucionaria, y en el inevitable camino hacia nuestra emancipación.
A 5 años de nuestro octubre, en los 50 años de Miguel, hacia los 60 años de la caída del Che, 110 de la Revolución Bolchevique y 75 de la proclamación de la República Popular China. ¡Afirmamos que Octubre es Revolución!
La historia del proletariado en el mundo de la dictadura burguesa del capitalismo en su fase imperialista tiene memorables acontecimientos y heroicas luchas. Ejemplos de combate, de entrega profunda al pueblo, de amor a la clase y odio a quienes explotan y oprimen. Nuestro octubre, el hito de mayor avance del pueblo chileno en el actual ciclo, vino a poner en el centro el protagonismo popular, a demostrar la fuerza arrolladora que anida el pueblo en su vientre y las ilimitadas facultades que tiene para luchar. De la mano con ello, este año se cumplen 50 años de la caída en combate de Miguel Henríquez, uno de los más destacados dirigentes políticos y revolucionarios del proletariado chileno, su aporte en la construcción partidaria y de poder popular son de indudable valor para quienes desde el presente queremos continuar en la larga marcha por la revolución. Otro gran dirigente cae en octubre, el Che Guevara, quien llevó a la práctica concreta y elevó el internacionalismo proletario como justo valor revolucionario, tan alto como la montaña que encuentra su límite en el cielo. Sin duda, las revoluciones proletarias más importantes de este período también se materializan en octubre. La Revolución Rusa, irrumpe en la historia, territorio de capitalismo atrasado, no era el lugar que se presagiaba haría la revolución, y, sin embargo, gracias a la entrega y garra de un pueblo entero conducido por las ideas correctas basadas en los postulados de Marx y Engels, y cuadros entregados y dirigidos por el Partido Leninista, lograron instaurar el socialismo. Asimismo, la revolución China, dando continuidad a la revolución proletaria mundial, forma y eleva a Mao Tse Tung, jefe proletario, quien, junto al partido, el ejército y las masas logran derrocar la invasión imperialista, avanzar hacia la revolución de países semi coloniales, e instalar el socialismo, dando continuidad a la lucha contra la reacción por medio de la Gran Revolución Cultural Proletaria.
Como comunistas revolucionarios y revolucionarias nos consideramos continuidad de todo esto, con humildad buscamos aprender de esta historia que también es nuestra y avanzar en las tareas que nos impone la situación actual de la lucha de clases. Octubre se acerca, es un mes de gran valor, y debemos prepararnos para rendir los mejores homenajes. Esto es luchando junto a nuestro pueblo y aprendiendo en cada paso, dando la lucha ideológica y política, trabajar duro para construir el verdadero partido comunista revolucionario, abriendo redes y alianzas nacional e internacional, combatiendo el sectarismo, el caudillismo y el oportunismo.
Sergio Castañeda
Organización Comunista Revolucionaria
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