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Apatridia : cuando la ACNUR quiso acabar con esto

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Hoy en día, millones de personas en el mundo se ven privadas de una nacionalidad. Por ese motivo, a menudo no se les permite ir al colegio, al médico o conseguir trabajo : las personas apátridas pueden tener serias dificultades para ejercer sus derechos fundamentales como la educación, la salud, el empleo y la libertad de movimiento. Privadas de estos derechos, se enfrentan a una vida en donde nada es simple. La  Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) imaginaba poder acabar con estas situaciones tan absurdas por 2024, pero, solamente el año pasado, quedaban todavía alrededor de 4 millones y medio de apátridas en el mundo.

No todos los apátridas han recuperado su nacionalidad hasta el día de hoy.

Hace dos años, un saharaui que había estado registrado durante 20 años como ciudadano del «Sahara Occidental» en Friburgo, un Cantón de Suiza, fue designado como «sin nacionalidad» en el Sistema Central de Información sobre Migración (SYMIC). Para el Tribunal Federal, este cambio en la práctica estaba de acuerdo con la ley.

El hombre llegó a Suiza en 1998 y fue reconocido como refugiado. Su permiso de residencia y luego de establecimiento indicaba «Sáhara Occidental» en la sección de nacionalidad. Sin embargo, algo cambió. En la primavera de 2019, señaló que las cartas del Servicio de la población y los migrantes del cantón de Friburgo (SPoMi) lo designaban a él y a su familia como marroquíes. Por eso, solicitó a la Secretaría de Estado de Migración (SEM) que corrigiera este dato. La SEM, responsable de los registros del SYMIC, decidió responder a la demanda del hombre modificando este dato con lo de «sin nacionalidad». La secretaría explicó que el Sáhara Occidental no está reconocido por Suiza, pero sí reconoce a Marruecos, que ocupa una parte del territorio saharaui desde 1975. Sin embargo, enseguida a la revisión pedida por el hombre, Suiza desconoció también a la soberanía marroquís por este territorio, por lo que se decidió designar a los saharauis cómo «sin nacionalidad».

La historia de este hombre no es aislada: muchas son las que se parecen a la suya :

De hecho, una persona puede convertirse en apátrida por diferentes circunstancias, como la discriminación por pertenecer a un determinado grupo étnico, religioso u otro grupo minoritario. De hecho, la mayoría de las poblaciones apátridas conocidas en el mundo pertenecen a grupos minoritarios. La falta de nacionalidad también puede ser el resultado de lagunas en las leyes de nacionalidad que no garantizan que nadie se convierta en apátrida, y de obstáculos burocráticos que dificultan – o impiden – adquirir o demostrar la propia ciudadanía o registrar un nacimiento. La “Sucesión de Estados” – cuando surge un nuevo país o se desintegra uno antiguo – también puede dejar a un gran número de personas en riesgo de apatridia.

De acuerdo con la Convención sobre el Estatuto de los Apátridas de 1954 de la ONU, el término ‘apátrida’ designa a “toda persona que no sea considerada como nacional suyo por ningún Estado, conforme su legislación”. Las personas se convierten en apátridas por razones ajenas a su voluntad, lo que las deja sin nacionalidad y sin identidad oficial, marginadas y privadas de derechos. Por eso, las personas apátridas pueden tener dificultades para acceder a derechos y servicios básicos como educación o atención médica, o para poder casarse, votar, abrir una cuenta bancaria, conseguir un trabajo formal, tener propiedades o desplazarse libremente. La apatridia deja a las personas sin protección social o jurídica, ahonda las divisiones y alimenta la desigualdad. La exclusión y la alienación que forman parte integral de la apatridia también tienen graves repercusiones emocionales y psicológicas: la sensación de esperanzas truncadas, de sueños destruidos y oportunidades limitadas, y de no pertenecer a ningún lugar.

Dos tratados internacionales clave – la Convención sobre el Estatuto de los Apátridas de 1954 y la Convención para Reducir los Casos de Apatridia de 1961 – son las piedras angulares del marco jurídico internacional en materia de apatridia.

Dentro de este marco, la Asamblea General de la ONU ha encomendado a ACNUR que trabaje en cuatro áreas clave: la identificación, prevención y reducción de la apatridia, y la protección de las personas apátridas. El 4 de noviembre de 2014, ACNUR lanzó, en este sentido, la campaña #IBelong (#YoPertenezco) para poner fin a la apatridia en 2024. Para lograr los objetivos de esta campaña el Plan de Acción Mundial para Acabar con la Apatridia (2014 – 2024) establecía un marco guía que comprendía 10 acciones a poner en marcha por los Estados con el apoyo de ACNUR y otras contrapartes, buscando resolver las situaciones vigentes de apatridia más graves y prevenir la aparición de casos nuevos.

La campan1a logró persuadir a muchos más Estados para que firmen las Convenciones de 1954 y 1961, y animarles a ampliar los derechos de nacionalidad, los procedimientos de determinación de la apatridia y el registro de nacimientos. Sin embargo, aún queda mucho por hacer : a finales de 2023, ACNUR informó en este sentido que 4,4 millones de personas eran apátridas o de nacionalidad indeterminada, 200 mil mas que en 2021. La falta de datos precisos y las dificultades de contar a las personas que no tienen identidad legal implica, ademas, que, en la realidad, el número real es mucho mayor. Al parecer, estamos bien lejos de acabar con esta dura problematica.

En octubre de 2024, al contrario de acabar con la apatridia, como se imaginó utopicamente hace 10 años en la sede de la ACNUR promoviendo a #IBelong, se lanzará otro programa: la Alianza Global para Acabar con la Apatridia, esta vez, talvez, con menos ilusiones de la precedente.

 

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Elena Rusca

Periodista, corresponsal en Ginebra

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