Columnistas

El fascismo en nuestros tiempos

Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 2 segundos

El fascismo surgió históricamente en Italia con la creación del partido fascista por Mussolini a comienzos de la década de 1920. Posteriormente, se difundió por el mundo y alcanzó su máxima expresión en el partido nazi de Hitler en Alemania, donde se transformó en una ideología genocida.

Para que el fascismo llegara a la calle, tuvo un período de incubación teórica, y en nuestros días reaparece, no con el mismo discurso ni con las mismas formas, pero sí con los mismos supuestos teóricos y tesis políticas.

Filosóficamente, el fascismo es una reacción violenta desde lo no racional en contra de la modernidad ilustrada, cuya máxima expresión política fue el socialismo y la democracia, ambos fundados en la igualdad ontológica de los seres humanos.

El Conde de Gobineau (1816-1882) expresó la semilla del fascismo en su libro «La desigualdad de las razas humanas». Por su parte, el filósofo alemán Nietzsche promovió la idea de que el cristianismo y su concepto de igualdad de los seres humanos era un profundo error que inducía sentimientos de culpabilidad en los vencedores, mientras que los perdedores debían ser despreciados en su derrota, pequeñez y limitaciones. Esto es lo que llamó la falsa conciencia del cristianismo.

Nietzsche también señaló que la muerte de Dios como fin de un paradigma estaba siendo reemplazada por el socialismo, que al promover la igualdad, también fracasaría.

En Alemania, los promotores teóricos del fascismo fueron el profesor Karl Haushofer, creador de la geopolítica, y Alfred Rosenberg. Aunque no propusieron las atrocidades que cometió el nazismo, sus conceptos sirvieron para justificar dichos actos. Recordemos que Haushofer fue llevado al Tribunal de Núremberg y absuelto. No prosperó en el nazismo debido a que su esposa era judía, y junto a ella se suicidó en 1946.

En España, José Antonio Primo de Rivera reflexionó en esta misma dirección, aunque no alcanzó los niveles del fascismo alemán. Es importante destacar que una cosa es José Antonio, el creador de la Falange, y otra muy distinta los falangistas, que terminaron como una dócil bolsa de trabajo del franquismo tras la muerte de su líder y creador.

En Chile, el fascismo tuvo expresión política en Jorge González von Mareés y el partido nacista en la década de 1930. De alguna manera, el primer gobierno de Carlos Ibáñez también mostró rasgos de fascismo. Posteriormente, reapareció con Patria y Libertad en la década de 1970 y, en nuestros días, tiene una expresión incluso parlamentaria, aunque un poco vergonzante, ya que no reconocen explícitamente su auténtica filiación en el ámbito de las ideas.

Hagamos un pequeño resumen de las tesis principales del fascismo universal y cómo se expresa en nuestros días:

1.- El fascismo sostiene que hay razas o naciones superiores. Esto siempre ha estado presente en el pensamiento político; recordemos que incluso Aristóteles llegó a plantear que había hombres destinados a mandar y otros a obedecer. Esta idea alcanzó su máxima expresión en el nazismo alemán, que consideraba a la raza aria como superior. Llevaron a cabo entusiastas investigaciones genéticas, pero nunca pudieron demostrar su supuesta superioridad. Paradójicamente, en nuestros días, sus principales víctimas, constituidos como el Estado de Israel, se autodesignan como pueblo elegido y actúan como todos vemos en el Medio Oriente.

2.- El fascismo desprecia lo racional de la modernidad y pone en su lugar los instintos y la intuición. Esto es una constante en el discurso de Hitler. La voluntad lo es todo. La muerte heroica es el sumun, según Millán Astray.

3.- El uso de la violencia como una acción que se legitima a sí misma, especialmente para los vencedores. Hay países que han tenido guerras en los cinco continentes, que han agredido a muchas naciones y que han llegado a explicitar que tienen un destino manifiesto de grandeza que los habilita para intervenir, imponer y agredir a quienes se opongan. Este destino no puede venir si no del mundo de los dioses.

4.- El fascismo propone la idea de lo totalitario. Lo total expulsa y aplasta lo pequeño, lo diverso. Esto lleva al partido único y al líder total, que expresa la voluntad histórica; hay algo aquí del hegelianismo de derecha. La más alta expresión de esto sería el gobierno mundial, sin soberanía alguna de las naciones y Estados pequeños. En lo interno, propone, en el discurso, la superación de la lucha de clases por el Estado. Lo total está en las antípodas de la democracia, que supone mayorías y minorías que se respetan. Los Derechos Humanos no tienen cabida en un Estado en el que este lo es todo.

5.- La voluntad está por sobre la verdad. Goebbels repartió radios que solo podían captar la emisora oficial del Reich. Esto es, en esencia, lo mismo que el control «democrático» por la vía de la propiedad de todos los medios de comunicación. Las redes sociales están copadas por las granjas de bots que, desde un teléfono, controlan 2.000 otros aparatos. Esto lo usó Trump en su campaña y debutó globalmente en contra de Venezuela en sus últimas elecciones presidenciales. A Chile llegará esta propaganda goebbelsiana por celular.

6.- A pesar de su discurso de unidad nacional, el fascismo siempre sirve al gran empresariado. En un Chile con una gran concentración económica y la corrupción de la clase política, el pantano está abonado para el fascismo.

 

Roberto Avila Toledo

Foto del avatar

Roberto Avila Toledo

Abogado de derechos humanos

Related Posts

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *