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Fracasados

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Acudir a Michelle Bachelet dice mucho del fracaso de la aventura de Gabriel Boric. Explicada en gran medida por su limitada visión política acerca del comportamiento del poder en el actual estado de desarrollo y crisis del capitalismo, de la historia reciente del país y de los conceptos de congruencia, coherencia y consecuencia

La arrogancia en política siempre pasa la cuenta, sobre todo a un mal político.

Uno con mayor entendimiento estratégico habría esperado entre cuatro y ocho años. Y en el ínterin, haberse enterado de qué va la diferencia entre poder y gobierno.

Quizás, solo quizás, otro gallo habría cantado.

Recordemos que el fracaso de los gobiernos de la Concertación, como estrategia política, como proyecto histórico, parte cuando comenzaron a parecerse a todo eso que hacía poco era lo peor.

La Concertación terminó por ser el brazo progresista del neoliberalismo y contribuyó de tal manera a su entronización y legitimización, que finalmente la diferencias entre ambos bandos fue de matices. La Concertación/Nueva Mayoría hizo el trabajo sucio de desmovilizar y desmotivar al pueblo.

Cosa no muy diferente sucede con el actual gobierno que llegó a caballo de un discurso profundamente anticoncertación para terminar adorando y reviviendo a sus mejores exponentes que venían en picada hacia la sentina de la historia.

¿Recordamos que el actual presidente no perdía tiempo en el uso de durísimos adjetivos para denostar lo hecho por los gobiernos anteriores, cuya cultura y legado él se proponía superar por corrupta, anquilosada, derechizada, neoliberal y pasada de moda?

Sería bueno que lo hiciéramos.

Porque terminó tristemente rendido a ministros, altos funcionarios y asesores provenientes de las filas que hasta hace poco eran lo peor.

La historia vuelve a repetirse. Como decimos en el campo: el animal termina parecido a su amo.

Pero si la Concertación rendida desde el inicio al proyecto neoliberal instaurado por la dictadura, no fue capaz de proyectar su legado por la vía de formar nuevas generaciones de políticos que tomaran el testimonio de lo hecho y propuesto, tampoco lo ha sido esta gestión.

Tal es el fracaso del proyecto del gobierno de Gabriel Boric, que en cuatro años tampoco fue capaz de generar un liderazgo que lo reemplazara luego de su mauloso gobierno.

Y, sin nadie a quien echar mano con alguna opción real, han debido morder el polvo de la derrota por la vía de presionar a una cansada Michelle Bachelet para hacer frente a una ultraderecha soberbia, sobreestimulada por los errores, desatinos, estulticias y omisiones del actual gobierno.

Y, por cierto, de la izquierda histórica.

¿Dónde quedaron aquellos jóvenes que se proyectaban, formaban y preparaban como los que iban a cambiar el curso de la historia superando las atrocidades de la derecha y el neoliberalismo corrigiendo las renuncias ideológicas que la izquierda travestida en aquella cosa extraña llamada progresismo, Concertación y Nueva Mayoría?

Respuesta: rendida antes sus incapacidades, a su escaso sentido de lo político, asegurando su bienestar económico, revisando con horror lo que antes anunciaban con certeza y convicción.

¡Pobre Michelle!

En el otoño de su vida deberá pasar por las enormes tensiones a las que la someterán antes de que la culpa que le harán sentir haga lo suyo.

La expresidenta deberá echarse encima dos cosas que no quiere: una, que se entronice la derecha porque ella no quiso asumir una tercera candidatura, y dos, aceptar un gobierno que le destrozará la vida cuando solo quiere disfrutarla.

Agreguemos resentida y malintencionadamente: solo para que esa legión de funcionarios públicos que olvidaron la palabra lealtad no pierda sus interesantes ingresos.

Porque la gente común, los despreciados, endeudados, marginados, empobrecidos y malmirados, seguirán donde siempre, sin siquiera tener la opción de pelear.

La historia habrá dado una vuelta en redondo: llegamos al punto en donde lo habíamos dejado sin haber avanzado un metro en decenios de frustraciones, traiciones, mentiras, fraudes y corrupción.

Un fracaso por donde se le mire.

 

Ricardo Candia Cares

 

 

 

 

 

 

 

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Ricardo Candia

Escritor y periodista

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  1. Sin duda un engaño más a los de siempre: un pueblo que una vez más sufre la frustración de ver que es un gobierno como todos, con alguien que pretendía por su edad sabérselas todas y venir por fin hacer andar una máquina frenada hace 50 años por no cambiar sus viejas piezas y que fuera el cambio de este modelito neo conservador, tan bueno para los amos del cortijo y tan malo para sus sirvientes. Para él, el chico de los paros para cambiar el CAE, pues sigue y no cae tal máquina para empobrecer a cualquier chico que sueñe con ser algo y tener el pecado de intentar estudiar.
    Tampoco se ve los pensionados vayan a tener un sistema decente, ni menos la salud. Él sigue defendiendo el modelito globalista al revés de la onda que viene, el modelo capitalista soberanista y libre a los pueblos al menos de la competencia de los subsidiados por los estados. Como buenos progresistas Wok, pretenderán seguir alrededor de los problemas de los grupos , con la farsa del peligro de n virus, del clima, de las energías alternativas que manejan los poderosos Musk, y otros y que el ciudadano común nunca podría alcanzar con sus fracasados vehículos . Haría bien toda esta cabrería en preocuparse de los reales problemas de vivienda. Han vuelto las carpas en las alamedas y calles, tal como el modelito yanki y europeo lleno de ellas mostrando el fracaso de su neo conservador. En lugar de preocuparse si alguien tiene o no las actas, sí debiera nuestro joven gobernante preocuparse de tanto problema de Chilito, a meter su nariz donde nadie lo llama

  2. Serafín Rodríguez says:

    Francamente incomprensible! De qué fracaso habla el artículo? En los hechos, todos los gobiernos de post dictadura, incluido el actual, han sido extraordinariamente exitosos en profundizar, consolidar y perpetuar el modelo neoliberal impuesto al país por la dictadura. Que para hacerse del poder hayan contado otro cuento, es otro cuento pero ningún fracaso!

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